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Por una cultura del error

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“De un éxito temprano en la vida sólo te puedes llegar a recuperar si eres muy inteligente, al cabo del tiempo”, advertía el filósofo existencialista francés Jean Paul Sartre. “Un tonto no se recuperará jamás”, concluía. A pesar del riesgo que conlleva, en nuestros días el éxito tiene una buena prensa injustificada, que se explica porque nada tiene tanto éxito como el éxito; sin embargo; el error permanece huérfano, también inopinadamente. A nadie se le escapa que sin contar con la posibilidad de cometer errores, no se pueden adoptar decisiones.

En el mundo de las ciencias experimentales impera la expresión inveterada “ensayo y error”, que anima a los investigadores a contrastar empíricamente sus hipótesis a base de llevarlas repetidamente a cabo en el escenario de la realidad, que siempre es contumaz, y no se deja sobornar. Fruto de los primeros intentos, a menudo no pasa o sale lo que uno preveía o consideraba acertado; equivocarse ofrece, entonces, la oportunidad de corregir la hipótesis inicial o el modo en el que se ha ejecutado el experimento. Este modo de proceder abarca la vida en general, cuyo desarrollo personalizado se sustenta en la práctica justamente de la vida: “nadie lo hará mejor en vez de ti, si tú mismo no lo haces”“, reza la sabiduría popular.

Recién nombrado, el director general de una poderosa Caja de Ahorros del norte de España inició una profunda revolución comercial y organizativa. La experiencia le había enseñado que los cambios no se llevan bien con la calma y períodos de tiempo alargados; de ahí que fuese fan de una versión renovada de la expresión de marras: “ensayo y acierto a la primera”. Fui testigo repetido del uso de esa boutade con empleados y directivos, que, aunque aparentemente paradójica, resultó eficaz y oportuna: los errores se redujeron y, por consiguiente, la ruina de la entidad se alejó; en cambio, se abordaron cambios profundos y duraderos que pusieron a esa caja en la senda de un futuro competitivo y cercano a los clientes. Esos exigentes y apasionantes años me ayudaron a entender que los errores se pagan, y mejor al contado, que a medio o largo plazo, pues los intereses reales que devenga la vida superan habitualmente a un prestamista usurero.

A las empresas, organizaciones o sociedades de las que forman parte, como a los pacientes, cuanto menos tiempo pasen en el quirófano sometidos a una intervención quirúrgica, mejor. Los “milagros” que obran los anestesistas recuperando a los pacientes del coma inducido para que trabaje el cirujano a sus anchas tienen sus límites. Y de lo que se trata es de recuperar al paciente.

“Ensayo y error” es una expresión que invita a no dejarse atenazar por el miedo a equivocarse, a la vez que anima a intentarlo de nuevo. Pretender desterrar los errores de nuestra vida supone sencillamente una utopía. Se cuenta del prolífico compositor Giuseppe Verdi que, al acabar Otello, superados los 80 años, le preguntaron por qué seguía en la brecha, con el enorme esfuerzo que entrañaba componer una ópera y más a esa edad, a lo que el contestó: “tenía que intentarlo una vez más”.

Alentar una cultura del error significa apostar por una singular fuente de energía y creatividad, exultación que puede pecar de un optimismo excesivo, pero es que la excelencia no sólo es compatible con los errores, sino que es deudora de ellos. Naturalmente, queda excluida la ingenuidad pueril u holgazana de los errores provocados por falta de reflexión o interés. El afán del que decide no ha de apuntar a no equivocarse, sino a que la frecuencia de los aciertos supere a la de los errores. Decidir en tiempo real, sin demoras excesivas, pegado al terreno y sin peajes a la superficialidad, con información limitada y a menudo sesgada, supone asumir riesgos. La decisión correcta es la decisión corregida; la decisión en la que te la juegas es siempre la siguiente, no la anterior.

Y, como nos recuerda Elton John:

“You know I'm still standing better than I ever did

Looking like a true survivor, feeling like a little kid

I'm still standing after all this time“.

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