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Amiguitos del alma

El Bigotes, Pablo Crespo y Francisco Correa en el banquillo

Rodolfo Irago

Sigue provocando vergüenza ajena escuchar las conversaciones que mantenía el entonces presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps con los cabecillas de la Gürtel y en especial con Álvaro Pérez, 'el Bigotes'; ese personaje que ahora se dedica a “pochar” en la cocina de la cárcel. Eran “amiguitos del alma” y se querían “un huevo”.

De todas formas, al escucharlas ahora, tras lo ocurrido esta semana en la Audiencia Nacional, cobra mucho más sentido la advertencia que le hace el dirigente del PP. Cuando 'el Bigotes' le dice “contarás con mi lealtad durante muchos años”; Camps reacciona airado y le responde: “¿muchos años? Hijo de puta, será durante toda tu vida”.

Camps sabía muy bien de lo que hablaba, pero seguro que no se imaginaba que 9 años después, su amiguito del alma, cansado de la cárcel y siguiendo la estela de su jefe, Don Vito Correa se iba a poner a tirar de la manta.

Hace tiempo que se acabó la fiesta en el PP valenciano, pero ahora el drama está casi completo. Y es que el saqueo de las cuentas públicas fue tan escandaloso que ya no se puede esconder más.

Los empresarios que pagaron las mordidas del 3% y los cabecillas del entramado corrupto están confesando uno detrás de otro para intentar rebajar sus penas. Parecen la Santa Compaña. Todas las miradas acusatorias se dirigen hacia Ricardo Costa, entonces secretario general del PP valenciano y mano derecha de Camps. ¿Aguantará la presión Costa? o ¿acabará diciendo la verdad dejando de ser también leal a su jefe?

El juicio de la trama valenciana de la Gürtel está siendo espectacular, muy al estilo mafioso americano que vemos en las películas, aunque en el fondo solo está sirviendo para confirmar lo que todos sabíamos. Que el PP se financió ilegalmente y de forma obscena y lo hizo en Valencia, en Madrid y en otras comunidades y lo hizo en la sede central de Génova con Bárcenas de contable con Aznar primero y con Rajoy, antes y después.

El PP mira para otro lado, no habla de ello en público y suspira para que los enredos de Puigdemont desvíen la atención, pero creo que incluso Rajoy empieza a darse cuenta de que la corrupción les acabará echando del poder porque es una sombra que persigue de forma implacable al partido y a él mismo.

El PP sólo se regenerará si reconoce lo ocurrido, pide disculpas a los ciudadanos, como muy tímidamente hizo el otro día Romay Beccaría, el padre político de Rajoy y renueva sus equipos dirigentes con gente que no haya tenido nada que ver con la maldición de la Gürtel y del resto de casos que les atenazan.

Lo ideal es que devolvieran el dinero que robaron, pero eso, como siempre, parece más difícil.

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