Años de camino a la debacle
Se veía venir, aunque no en el grado superlativo que ha alcanzado. Culmina el primer cuarto del siglo XXI en una desbandada de valores, una degradación ética de puro desastre. Sí, era previsible que al admitir Estados Unidos como candidato a un sujeto condenado por una treintena de delitos e instigador de alguna manera del asalto al Capitolio cuando perdió las elecciones, el tipo reaccionara como lo está haciendo. Pero es demasiado que Trump opere con total impunidad cuando maniobra con violencia en otros países, tritura los derechos humanos de miles de personas y se comporta como un viejo desesperado al que se le escapa la vida y quiere convertir su rabia en tiranía. Y, con todo eso, que reciba el respeto de los gerifaltes de la política internacional. Sumen su apoyo a un genocidio por todo lo alto, que sigue impune y a la autorización, de hoy mismo, para que Israel ataque Irán, con lo que implicaría para el mundo entero. Y además ha comunicado a Médicos Sin Fronteras y a casi 40 ONG más que les prohíbe seguir operando en Gaza en 2026. Alguien ha dicho que Netanyahu y Trump han conseguido la comprensión de la que hubiera querido disponer Hitler. Y es muy mal augurio.
El caso es que ahí está Trump mandando en el mundo a su antojo sin que nadie le pare y menos que nadie una Unión Europea cuya deriva también era previsible. Bajo la tibia presidencia de Ursula von der Leyen no hace sino acatar lo que mande el jefe estadounidense. Hasta rebajando controles a la contaminación del aire en contra de nuestra salud, por orden de la ultraderecha. Juntos y actuando cada uno por su cuenta erráticamente, tenemos además a Macron, Starmer y el alemán Merz. La UE nació para luchar contra la barbarie de los fascismos y se ha llenado de las nuevas caras de la misma perversa ideología. Mucho mejor organizadas ahora que hace ya casi un siglo y tras haber idiotizado a grandes masas de la sociedad para que lo acepten sin problema.
Todo esto ya lo sabemos y nos toca muy de cerca y nos condiciona, pero más directamente lo que ocurre en España. Llegamos a finales de 2025 con una insoportable crispación en el ambiente, creada por las derechas políticas, mediáticas y judiciales para tumbar al presidente del gobierno Pedro Sánchez. Ya hemos hablado de una década completa que lo llevan intentando desde fuera y tambien desde dentro de su partido, el PSOE. Añaden ahora por cierto en sus dardos a José Luis Rodríguez Zapatero. Le atribuyen la creación del “frentismo” que padecemos, dicen. Ley del Matrimonio Igualitario (2005), Ley de Dependencia (2006), Ley de Igualdad (2007), Ley de Memoria Histórica (2007) Reforma de la Ley del aborto (2010), fue demasiado para una derecha conservadora como pocas. Ese fue el frentismo. Unilateral, porque le pusieron tibio a insultos también y a zancadillas.
Ahora están impacientes. Se incorporan plumas sorprendentes, pidiendo a Sánchez que se rinda, que es mucho y duro el enemigo y hay que tragar (porque es eso lo que piden ¿no?) y que pacte con este PP. Con el de la vomitiva conducta con la Dana de Valencia, los cribados de cáncer de mama de Andalucía, los ancianos de las residencias de Madrid en pandemia, los incendios con toreros y cazadores en lugar de bomberos de Extremadura o Castilla y León. El que miente y manipula como si la sociedad fuera absolutamente imbécil al completo, toda ella. La que lidera, con datos, la corrupción en España, aun con la complaciente mirada de algunos jueces. Sin ir más lejos, nunca quisieron investigar quién era M.Rajoy, beneficiario de apuntes contables en los papeles de Bárcenas. El partido en el que anidan los mismos execrables abusos sexuales de algunos de sus miembros que en el PSOE y otros, obviándolo con todo descaro. En fin, son los últimos en poder denunciar a nadie que haga lo que ellos acreditan practicar con solera.
El mismo PP que metió a la ultraderecha en los gobiernos y ha perdido toda dignidad para desdecirse de por qué convocó elecciones en Extremadura: fue para librarse de Vox, y ahora se ofrece a tragar lo que pidan. Que cada vez es más con lo crecidos que están. En Extremadura y en toda España si se da el caso, lo ha anunciado el propio Feijóo.
Ya no podemos jugar a hacer bromas con el futuro que deseamos, como hacíamos antes en estas fechas. Han helado hasta la sonrisa. Pero tenemos memoria… y archivos. En 2012 nació elDiario.es y es una buena fecha para ver trayectorias dado de dónde veníamos y adónde fuimos. Tras el año del 11M seguíamos de ida, salvo por el “pequeño” detalle de que Rajoy era el presidente triunfador en todas las elecciones. Fue el Año de Atila, escribí. El general de los Hunos y los otros que comandó un ejército desplegado por el gobierno central, el parlamento, la administración, comunidades autónomas, ayuntamientos y la Unión Europea. Y así -y con la ayuda de sus CCAA- mermó los presupuestos y adaptó a sus intereses sanidad, educación, justicia, ciencia e investigación, cultura, la ayuda a la Dependencia, al Desarrollo, los transportes… No se ha valorado todavía lo eficaz que fue en ese empeño. En cabeza el empleo, con 800.000 mil parados más que dieron en 2013 la cifra más alta desde que se tienen registros: seis millones de personas (6.278.200 en concreto). Reducción de sueldos y subsidios, facilidad de despido. Cierre de negocios por el -consecuente- bajo consumo. Subida brutal del IVA, del IRPF. Copagos. Y bajada del poder adquisitivo de las pensiones.
Los comentaristas de la prensa económica internacional describían a Rajoy como el capitán de un barco con vías de agua que era arrastrado de forma imparable hacia el remolino de la bancarrota estatal. España aparecía como el niño problemático número uno de la UE. Y la corrupción le pasaba una enorme factura también. TVE, hasta en un Informe Semanal degradado por Jenaro Castro, aseguraba que todo era culpa de la herencia recibida de Zapatero. Las tijeras debían ser del utillaje de Fraga Iribarne, el fundador del partido. Luego una manita de Draghi al frente del BCE por aquí, la prensa amable y la cosa se calmó un tanto.
Campofrío, en su segundo anuncio de buenismo social, exhortaba a pensar en lo mucho que valemos los españoles -ya saben, nos lo dicen los reyes sucesivos cada Navidad: somos un gran país-. Teníamos un currículo común, que invitaba a presumir de Premios Nobel y campeonatos de fútbol, de los jóvenes que se iban de España a trabajar movidos por su espíritu de aventura y afán de superación o de lo que ayudaban los abuelos jubilados con sus pensiones a los nietos y a toda la economía familiar. Qué paradoja. Entonces había que presumir de ellos, ahora insultarles y rebajarles la pensión, Feijóo y Vox lo ven eso con buenos ojos. Quizás el mayor contraste se encuentra en los participantes del anuncio: el de 2012 tenía a Iñaki Gabilondo y éste a Ana Rosa Quintana llamando hijo de puta al presidente del gobierno de España como hace su amiga Ayuso. Vaya cambio. Vean:
Santiago Abascal estaba a punto de dejar el PP, de cuyos chiringuitos vivía gracias a Esperanza Aguirre en la última etapa, para fundar Vox. En las elecciones de 2015 cosecharon un total de 57.753 votos sumadas las 31 circunscripciones a las que concurrieron, un 0,23% del total de votos en España. Luego llegó Trump, con Bannon, la internacional ultraderechista con mucho dinero a invertir, Aznar dando sus toques, reuniones de los ultras europeos, y zas en 2019 consiguen 24 diputados. Ahora, ya están hasta “normalizados”, según leemos con espanto en muchos medios.
Nunca debemos olvidar -y el caso es que se recuerda poco- que Rajoy fue expulsado del gobierno por la corrupción del Partido Popular que presidía, probada por sentencias judiciales. Fue la que le llevó a una moción de censura apoyada por una mayoría más que sobrada de diputados. El PP nunca lo ha perdonado.
Lo que están haciendo con Sánchez no es limpio, ni justo. Ha cometido errores sin duda pero, dado que los del oponente son mucho mayores en similares parámetros, no se entiende éticamente esa brutal campaña para cargárselo. Porque, aunque le odien muchos -que eso está claro-, no es ni siquiera por él, es por lo que quieren hacer sin él. Apoyar a este PP o al diálogo con este PP, el PP -insisto- de la DANA, el cribado de cánceres de mama, los ancianos de Madrid, los chanchullos de Madrid con aportaciones millonarias extra a Quirón, la empresa con la que trabaja el novio de la presidenta y tiene un correo corporativo, no se entiende. Ni lo del Zendal, el dinero que se metió ahí para nada, mientras se dejaba hasta sin respiradores a los ancianos asfixiados por el virus covid.
En un país decente, no estaría pasando esto. Es como si se hubiera puesto de acuerdo mucha gente con poder para decirle a Sánchez: “ríndete de una puta vez, que tenemos otros planes”. Hasta los más tontos y menos creíbles comparecen a soltar su mierdecilla. Incluso resucitando viejos agravios reconcomidos, en un espectáculo tan vomitivo que no hace sino corroborar la degradación a la que han llevado a España los del que pudiendo hacer, lo hacen. Todo lo que está lanzando Feijóo desde este jueves pone los pelos de punta al mostrar su ínfima calidad humana: es un puro ataque del fascismo genuino que va directo a la yugular del enemigo al que quiere deshumanizar y destruir. Y ahí andan replicándolo todos.
¿No se les revuelve el estómago al ver todo esto? Que lo de Ábalos y Cerdán es fuerte, pero el PP ha tenido a un vicepresidente del gobierno, Rodrigo Rato, en la cárcel, entre otros condenados. Y lo de Begoña Gómez, el hermano de Sánchez y García Ortiz no se sostiene y nunca se ha sostenido, a pesar de rumores iniciales sórdidamente filtrados en contrario.
Trump ya ha demostrado lo que dijo: que podría ir disparando por la quinta avenida (o por el Mar Caribe) sin que le sucediera nada. En España tenemos algunos ejemplos similares sobre todo en el PP de Madrid. La vuelta de los Hunos a todos los poderes del Estado que aún no controlan por la puerta de atrás o la delante, es suicida.
Comenté hace poco que siento tal rechazo visceral a la injusticia, desde siempre, desde lo mucho que he visto tal vez, que no puedo con ello. Creo que por ahí se pudren las democracias. Las sociedades completas con la mentira que es un valor emergente y ni siquiera pasa factura. Decía el historiador estadounidense Timothy Snyder, que tanto ha escrito sobre la libertad y la tiranía, que la verdad muere por «la hostilidad declarada a la realidad verificable». O por «la fe que se deposita en quienes no la merecen». Luchar contra el fascismo y la corrupción -tanto económica como la ética que la fundamenta- es una prioridad insoslayable.
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