Bertín desnuda a Pedro Sánchez
¡Somos iguales, Pedro, nos parecemos mucho, quién lo iba a decir! Repetía una y otra vez Bertín Osborne a Pedro Sánchez, en una especie de abrazo del oso dialéctico que acabó convirtiendo la supuesta entrevista a un supuesto candidato de izquierdas en una charla de “machos” hablando de cómo conquistar a las “tías” y repasando anécdotas de la mili.
¡Qué equivocados estábamos! Pensábamos que Pedro Sánchez iba a aprovechar la dulce entrevista de “En la tuya o en la mía” para triunfar en La1 de TVE en horario de máxima audiencia y, sin embargo, el resultado del encuentro puede ser letal para el candidato del PSOE.
Bertín estuvo en su papel –que lo borda– de señorito espabilado, de ligón profesional, de pícaro de buena familia que tras “trabajar” en un puñado de empresas fraudulentas ¡qué casualidad!, decide dedicarse a cantar. Pedro Sánchez no pudo o no supo (o peor, igual es que no hay otra cosa más que lo que se vio) hablar de nada que le diferenciase de Bertín. Al final, es la trágica verdad, parecían colegas de trilerismos vitales, de banalidades compartidas, de torpezas domésticas que por jaleadas ya, a estas alturas, parecen ofensivas.
El Pedro Sánchez que por miedo se negó a ser entrevistado por Ana Pastor, ha sido devorado sin una sola pregunta complicada por Bertín. No fue capaz de poner la distancia que el respeto a los electores a los que un candidato de su partido representa le demandan. Y al final quedó desnudo ante el encanto hipnotizador de un embaucador profesional.
Estamos a poco más de 23 días del 20D, inmersos en una crisis económica que ha empobrecido a un porcentaje muy importante de los españoles, sometidos a una tensión brutal de inseguridad por el terrorismo yihadista, y los candidatos de los dos partidos hasta hoy mayoritarios o están con Bertín o se dedican a corear los goles de la Champions en la COPE, alimentando la lista de frases para la historia de la banalidad y la tontería: “no hay mejor defensa que una buena defensa”, dijo Rajoy.
“Solo nos falta balar”, titulaba ayer mi admirado Iñaki Gabilondo su comentario en la SER. Así es, todo esto no sucede por casualidad. Algo hemos hecho mal los españoles para sufrir esta plaga de mediocridad. Y algo podemos hacer mejor, espero, el 20 de diciembre para empezar a desembarazarnos de ella. Ojalá el nuevo congreso sea más plural, menos mayoritario, más protagonista, y obligue a los diputados a trabajar, debatir, dar explicaciones, llegar a consensos y, en el mejor de los escenarios, lograr que en las próximas elecciones, en principio en 2019, por fin podamos ver un debate en directo, en una televisión de máxima audiencia (a ser posible pública), en el que estén presentes todos los candidatos con opciones significativas a llegar al gobierno.
Este año, de momento, nos tendremos que conformar con sucedáneos, bailoteos o partidas de pimpón.