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De lo local a lo universal

El alcalde electo de la ciudad de Nueva York, Zohran Mamdani.
31 de diciembre de 2025 20:00 h

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Si ahora estoy escribiendo este artículo es porque estoy vivo, y si ustedes lo están leyendo es porque también están vivos. No es una constatación baladí. A falta de pruebas concluyentes en sentido contrario, soy de los que piensan que esta es la única vida de la que disponemos y, en consecuencia, hemos de sacarle el mejor partido posible.

Puede que ustedes y yo estemos más cascados, más pobres o más solos que hace un tiempo; seguro que estamos muy preocupados por la quiebra de la razón y la humanidad a la que asistimos urbi et orbi, pero, bueno, aquí seguimos. Y esto ya es una victoria: no todos nuestros familiares, amigos y compañeros lo han conseguido, hemos tenido que despedirnos de muchos de ellos.

Jamás he sido de los que hacen propósitos de vida nueva con motivo del Año Nuevo, y tampoco lo voy a hacer esta vez. Mi propósito para 2026 es seguir vivo y coleando. Ojo, en esta fórmula, lo de coleando es importante, como ustedes bien saben. Queremos que la cita con la muerte nos pille vivos, esto es, disfrutando de las muchas cosas maravillosas de la existencia y combatiendo a la par sin tregua ni cuartel a los malvados. A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar, ¿no?

Atravesamos ahora el solsticio de invierno, la época más dura del año, cuando los días son más cortos y los fríos más intensos. Pero ya nuestros sabios ancestros romanos festejaban estas fechas, que llamaban Saturnalia, como el comienzo del regreso del Sol Invicto. Sí, amigas y amigos, estas jornadas, las más oscuras del año, marcan el nacimiento de un nuevo período de luz.

Es significativo que algunos de los más escritores más vitalistas de la historia de la humanidad fueran enfermos crónicos. Quizá su enfermedad es lo que les hacía valorar superlativamente la existencia, como tantos supervivientes de un cáncer apreciamos ahora con gozo el despertar de un nuevo día.

Tal fue el caso de Nietzsche, que escribió La Gaya Ciencia “en el lenguaje de un viento de deshielo”, insistiendo desde el prólogo en “la victoria obtenida sobre el invierno, esa victoria que viene, que debe venir, que tal vez haya venido...”. Y tal fue asimismo el caso de Albert Camus que, en Retorno a Tipasa, sentenció esta maravilla: “En medio del invierno aprendí que en mí habita un verano invencible”.

Sí, Javier, pero estos son malos tiempos para la lírica, no lo olvides, me dirán algunos de ustedes. No lo olvido, no. Soy muy consciente de que el oscurantismo y la barbarie están muy de moda en este comienzo del segundo cuarto del siglo XXI. De que triunfan a uno y otro lado del Atlántico proponiendo a las masas la ley del más fuerte como alternativa a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de 1789. De que las Luces de la Ilustración se han ido apagando en los últimos lustros, siendo reemplazadas por el brilli brilli de los videos descerebrados en Tik-Tok. Todo esto es cierto y lo sufrimos ustedes y yo. ¿Pero quién ha dicho que la partida ha acabado, que este gélido invierno va a ser eterno?

Permítanme recordar que este primer día del año 2026 es también el de la toma de posesión de Zohran Mamdani como alcalde de Nueva York, una de las metrópolis más importantes del planeta. Creo que el hecho de que un joven inmigrante de origen musulmán e ideales socialistas haya ganado las elecciones locales en la Gran Manzana es una de esas buenísimas noticias del año 2025 sobre las que ha escrito aquí mismo Isaac Rosa. ¿Y si nos lo tomáramos como el comienzo del regreso del Sol Invicto, como un ejemplo exitoso de que, si los partidarios de las Luces lo hacemos bien, podríamos vivir una nueva primavera?

No soy leninista, soy libertario y federalista. No creo que los cambios relevantes y duraderos se hagan de arriba abajo, sino al contrario, de abajo arriba. En el corazón de este frío invierno, intuyo que la reconquista de la hegemonía cultural y política por parte de los progresistas debe comenzar por las ciudades. Convirtamos los barrios de las metrópolis y los pueblos de las comarcas en bastiones de la resistencia a la barbarie. Y a partir de ahí vayamos creciendo. Olvídense del asalto al Palacio de Invierno de los zares, aquello terminó mal. ¿Por qué no explorar el nuevo camino de Mamdani? De lo local a lo universal.

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