Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

A las mujeres se nos pueden decir muchas cosas

Manifestación feminista en València (imagen de archivo).
24 de septiembre de 2023 22:10 h

33

Llevamos meses en los que la frase “ya no se os puede decir nada” se está convirtiendo, paradójicamente, en una de las sentencias más dichas del panorama nacional. La han repetido recientemente varios hombres de renombre en canales propios o en entrevistas a medios nacionales con respecto a las mujeres. El caso Rubiales ha terminado por desbordar el hartazgo. Y el ya no se os puede decir nadismo avanza firme e imparable, focalizado en la recuperación de un status previo de supuesta libertad de expresión arrebatada. 

No creo que la frase en cuestión sea siempre una exhibición de machismo explícito. A veces el emisor simplemente teme ser malinterpretado cuando habla con una mujer. Y si el “ya no se os puede decir nada” se emite desde la duda a resultar molesto puede convertirse en un ejercicio saludable de reflexión. Estos son los casos más extraños, eso sí. Lo habitual es que el “no se os puede decir nada” venga impregnado por la convicción de que la mujer actual es un ser amargado, que se toma todo demasiado en serio y con el que ya no se puede bromear. La convicción de que las feministas del ahora son cofrades del imbatible templo de la moral. Ya, ni siquiera, son capaces de recibir un piropo bienintencionado sin llevarse las manos a la cabeza y las dagas voladoras a Twitter. Esto antes no pasaba, claro. 

Lo cierto es que normalmente se nos puede decir de todo salvo si es algo soez, grosero o machista. Y he pensado en justo lo contrario, en todo lo que no os hemos podido o querido decir nosotras, en todo lo que no podemos o no queremos seguir diciendo ahora por temor a la reacción ajena. En todo lo que nos hemos callado, vamos. Porque casi todas hemos tenido miedo en algún momento a resultar excesivas. No solo en entornos laborales, también en nuestras relaciones personales. Temor a hablar demasiado. A agobiar. A ser pesadas. A parecer demasiado vulnerables.

La consecuencia es que en aras de la tregua o tranquilidad con el otro, o con la sencilla intención de agradar, a veces nos asfixiamos con silencios auto impuestos. Y, en caso de decidirnos a hablar y no obtener la respuesta esperada (algo frecuente), hasta llegamos a pensar que mejor teníamos que haber permanecido calladas, que quizá hemos dicho o hablado demasiado. Incluso nos llegamos a culpabilizar de reacciones externas que no podemos controlar. Mantenemos una vigilancia excesiva sobre todo lo que sale de nuestras bocas.

Aquí hay, por tanto, un sinfín de vulnerabilidades de un lado y del otro. Y a nadie le gusta sentirse vulnerable o fuera de lugar, como un Quijote desubicado pilotando una nave espacial. El “no se os puede decir nada” actúa, por tanto, como escudo protector de la vulnerabilidad masculina frente a un tiempo que está cambiando y en el que cada vez nos cuesta menos elevar un poquito la voz. Lo cierto es que el feminismo no es un movimiento de autoayuda, a veces tiene que causar cierto malestar. 

Sería ideal, en aras de esa tregua o tranquilidad antes mentada, que los hombres fueseis conscientes de vuestro poder y lo utilizaseis, no para quejaros de nuestras quejas, sino para acompañar a las mujeres. Hablando con otros hombres y, por supuesto, hablando con nosotras. Porque sí, se nos pueden decir muchas cosas.

Etiquetas
stats