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No pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió

El líder de VOX, Santiago Abascal.

Lourdes Lancho

Pues ya somos europeos. Parecíamos la aldea gala, el país en el que la ultraderecha no había enseñado todavía la patita. Quizás alguien pudo pensar que en España teníamos muy presente la dictadura franquista, que era demasiado pronto... Pero justamente por eso, a la que alguien ha encendido la cerilla, ha prendido como en un pajar.

Vox ha conseguido entrar en el parlamento andaluz nada más y nada menos que con 12 escaños. No caigamos en el error de pensar, como se ha hecho con Trump, que sólo los catetos votan a la ultraderecha. O sólo los pobres. O sólo los que viven en las zonas rurales. La realidad es mucho más compleja.

Tomemos dos extremos: el barrio de Los Remedios en Sevilla, bastión del PP hasta ahora, y que se ha pasado a mayoritariamente a Vox. Imagino que allí vivirán personas con carrera, profesiones liberales, que leen... Y en el otro extremo Almería. Almería ha sido tradicionalmente una de las zonas más pobres de este país, una tierra de la que la gentes se iba porque no se podía ganar la vida. Pobreza de siglos, hambre, emigración. Una combinación terrible que, sin embargo, se transformó con la llegada del plástico y los invernaderos. Ahora el Ejido es uno de los pueblos más ricos de Andalucía, uno de los que tienen más sucursales bancarias y coches de lujo por sus calles.

Así de loco es este mundo que hemos construido: en un desierto, bajo una extensión interminable de plástico, está la huerta de Europa. Y literalmente el infierno para quienes trabajan en esos invernaderos por las temperaturas en las que trabajan, y las condiciones de vida que tienen. En una o dos generaciones, muchos campesinos o pescadores pobres de necesidad han pasado a ser empresarios que manejan mucho dinero. Justamente ahí, en El Ejido, se produjeron los primeros incidentes serios, en el año 2000, de racismo y xenofobia. Ataques organizados de vecinos “a la caza del moro”, como los llamaron entonces. Y justamente ahí VOX ha arrasado.

Juan Goytisolo caminó por esos Campos de Níjar en los años 60 y denunció la miseria de la zona: “Recuerdo muy bien la impresión de violencia y pobreza que me produjo Almería viniendo por la N-340, la primera vez que la visité, hace ya algunos años”. Mucho más tarde, ya en siglo XXI, regresó el poeta a esas tierras, ahora plastificadas, y encontró la misma miseria, pero con otro color de piel. Y declaró horrorizado, en una entrevista, que los magrebíes y subsaharianos viven en condiciones de explotación peores que las de las plantaciones de azúcar del siglo XIX. Por decir esto le declararon persona non grata.

Como dice Hannibal Lecter a Clarice en 'El silencio de los corderos', sólo una generación nos separa del hambre  -y deberíamos añadir, aquí, del franquismo- el problema es que algunos lo han olvidado y ahora votan a VOX. Mi madre tiene una frase demoledora para estos casos: “No pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió”.

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