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Ana Garrido, denunciante de Gürtel: “Hay muchos kamikazes como yo cuyos principios están por encima del miedo”

Ana Garrido, extrabajadora municipal y denunciante de corrupción en Boadilla del Monte por el caso Gürtel

Raquel Ejerique

Ana Garrido era técnico de Juventud del Ayuntamiento de Boadilla del Monte, en Madrid, cuando empezó a recibir presiones y a ver cómo se adjudicaban contratos y servicios de manera irregular en este consistorio gobernado por Arturo González Panero (PP). Empezó a recopilar información y, en 2009, pasó su investigación a la Fiscalía. Aunque ella entonces no lo sabía, estaba denunciando una parte sustancial del caso Gürtel, cuya primera sentencia propició el desalojo de Mariano Rajoy de la Moncloa en 2018. La pieza de Boadilla está, diez años después, a la espera de juicio. Ella dejó el Ayuntamiento tras denunciar acoso y recibir denuncias y llamadas amenazantes. Ahora se dedica al activismo contra la corrupción.

¿Ha mejorado en algo la corrupción desde que usted, y antes José Luis Peñas, denunciaron el caso Gürtel?

Lo único bueno que ha pasado es que parte de lo que estaba ocurriendo ha salido a la luz. Todos sabíamos que había corrupción en España, pero no teníamos idea de hasta qué magnitud. La percepción de la sociedad ha cambiado y ahora se da cuenta de que vivimos en un país donde está instaurada la corrupción. Lo malo es que los juicios suponen mucho esfuerzo en comparación con las condenas.

¿A usted también le pilló de sorpresa la magnitud de la corrupción?

Fui consciente cuando terminé el trabajo de investigación y antes de pasarlo a la Fiscalía. Recibía presiones, como todos los técnicos de Boadilla. En la medida que te vas negando ya no son sugerencias, sino órdenes. Cuando empecé, pensaba que afectaba a mi Ayuntamiento, pero al cruzar los datos de empresas y personas detrás de esas adjudicaciones, y ver que afectaba a otros municipios de la Comunidad de Madrid, fui más consciente. Sobre todo, cuando me fui a Costa Rica con una excedencia, tuve claro, al verlo desde fuera, el problema de España y la crisis estaba provocada por el saqueo y expolio del patrimonio de las arcas del Estado. 

¿Encontró comprensión y empatía en ese camino?

Soy hija de militar y recuerdo que cuando ETA mataba a militares, la gente lo veía como una cosa de militares. Lo de la corrupción es igual, la gente lo ve desde fuera hasta que te toca a ti. Pero cuando te das cuenta de que tu pensión no va a ser la que imaginabas, te desahucia un fondo buitre, no tienes trabajo… La corrupción es la causa de todos los recortes y la ausencia de servicios básicos necesarios para vivir dignamente. Hay personas que hasta que no les toca, no se dan cuenta de la importancia de la corrupción. Y a eso hay que sumar la ausencia de medidas políticas y la dependencia del poder judicial al poder político. 

¿Sale barato gestionar el dinero público con intereses espurios?

Hay jueces, y funcionarios, que miran para otro lado, lo cual puede ser más o menos lícito porque cada uno tiene que mirar sus fuerzas. No es lo mismo una persona con hijos que una que no tenga. Si yo hubiera tenido hijos, no hubiera llegado hasta aquí. Luego hay personas que forman parte de la rueda porque se vive muy bien. Yo podría estar forrada, como compañeros míos que no están imputados y firmaron cosas ilegales. Y luego estamos los kamikazes, como yo, que somos muchísimos, y cuyos principios están por encima del miedo. Quienes están luchando contra la corrupción no son los gobiernos, sino los ciudadanos. Y al igual que ellos tejen sus redes, nosotros tejemos las nuestras, es la única manera por ahora. 

¿Es posible erradicar así la corrupción?

No. Pero lo que no se pelea no se consigue. Es una satisfacción cortar esa red, aunque luego se reproduzca como las esporas, pero de momento le pones palos en las ruedas, igual que ellos nos los ponen a nosotros.

¿Cuáles son esos palos?

Para mí lo peor fue cuando estuve imputada. El objetivo del poder es arruinarle la vida a esa chinita en el zapato que hace que el engranaje no funcione. En mi caso lo han conseguido en lo económico y laboral, porque tuve que renunciar a mi puesto. Intentan acorralar tu vida. De hecho, voy a interponer demandas contra varios medios de comunicación por cosas que se han dicho de mí, porque nadie tiene derecho a hacer que desconfíen de ti.

Hay quien defiende que un trabajador, cuando ve indicios de corrupción, debe denunciarlo primero a su jefe, porque si no le acusarán de revelación de secretos.

¡No! Al contrario. Primero hay que preservar el anonimato. Yo cometí el error de confiar en Miguel Bernard de Manos Limpias y fue mi mayor error porque salió a la luz mi nombre. En mi caso, a mi jefes no les podía decir nada porque estaban pringados. Le mandé cartas a Esperanza Aguirre avisando de lo que pasaba en Boadilla, y nunca me contestó. Lo que hay que hacer es utilizar canales de denuncia seguros, encriptados. Y si tienes una información que conocen pocas personas, ingéniatelas para que esa información se diluya por todas partes desde el anonimato, porque así será más difícil dar con el denunciante. Hay que denunciar pero sin inmolarse.

Ciudadanos presentó una ley de protección del denunciante. No se aprobó, pero ¿había medidas interesantes que se podrían retomar?

Ha quedado en nada y denunciar corrupción sigue siendo asumir un riesgo personal. No estamos protegidos físicamente, y hay gente que entra en estado de psicosis, ni tampoco en las comunicaciones. Yo misma he visto conversaciones mías publicadas en medios de comunicación. Otra cosa que da risa es cuando te dicen que te van a dar asesoramiento jurídico y cobertura psicológica, porque te ves inmerso en pleitos en los que denuncias tú y además los que te llueven encima, como me pasó a mí. Pero lo que tienen que darnos es la cobertura legal gratuita, no asesoramiento, porque ese tipo de pleitos son complejísimos. 

Ha habido un avance con la nueva directiva de la UE, que establece que todos los organismos públicos, desde colegios a ayuntamientos, tienen que tener un canal interno de denuncia gestionado por un órgano independiente. Esa última parte es el eslabón que falta, porque esos organismos deberían ser agencias antifraude que realmente funcionen. Todo esto son ventajas para la ciudadanía, excepto para los políticos corruptos. En el fondo creo que estamos en el camino. ¿Quién se hubiera imaginado una propuesta de ley de protección del denunciante o una directiva europea? En el caso de la corrupción debería haber juzgados especializados, que es lo que pedimos nosotros. Pienso que yo no lo voy a ver, pero futuras generaciones lo verán. 

¿La corrupción va por partidos?

Los partidos que llevan más años gobernando son los más afectados por corrupción, por tiempo. Pero también hay partidos de nueva creación que tienen casos de corrupción. Unos toman medidas para expulsarlos, otros se hacen los locos y otros pactan con los corruptos.

¿Se refiere a Ciudadanos en Madrid?

O como Podemos. Me da igual. No soy de ningún partido, y no me metería en política, porque la mayoría de ellos no tienen vocación de servicio público. Tienen una desconexión total de la sociedad. Hay políticos que entran y quieren cambiar las cosas, pero el sistema les arrastra y la debilidad humana, también. Yo les pasaría una prueba psicológica, porque a veces no son conscientes del dolor y la miseria ajena. Estoy muy descontenta con nuestros gobernantes, porque para ellos el tiempo no es importante, y que se repitan las elecciones dice mucho. No siento que nadie me represente, me identifico más con asociaciones de la sociedad civil.

Dice que le han puesto muchos obstáculos. ¿Quién le ha dado las gracias?

Son diez años de mi vida. Si a alguien le debo algo es a la sociedad civil, gente que me escribía correos y me ha dado dinero incluso para pagar abogados. Sin ellos no hubiera podido. Debería decir que fui idiota por meterme en este lío, pero intento imaginar cómo me sentiría si no lo hubiera hecho, y me daría asco de mí misma. En mi cabeza no cabe otra cosa. Lo haría de otra manera, pero lo volvería a hacer.

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