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Sáenz de Santamaría renuncia a la 'Operación Diálogo' con Cataluña

Sáenz de Santamaría en una imagen de archivo

Gonzalo Cortizo

Se acabaron los días en los que la vicepresidenta del Gobierno se habilitó un despacho en Barcelona para poder cargar el móvil durante sus visitas para tender puentes con los independentistas. El Partido Popular ha decidido volver a mostrar su perfil más duro frente a los que apoyan el 'Procés'.

La sesión de control del pasado miércoles fue el ejemplo perfecto del cambio de tono en las relaciones entre Moncloa y el mundo independentista. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, se enfrentó en un duro cara a cara con Joan Tardá a quien acusó de tener “la piel muy fina”.

Santamaría respondió así a las quejas del portavoz de ERC, que clamó desde su escaño exigiendo una disculpa por las acusaciones de “xenofobia” que días antes les había dirigido el vicesecretario del PP, Pablo Casado. 

La número dos del Gobierno se ha deshecho del encargo que Rajoy le encomendó: solucionar la crisis catalana y tender puentes con Carles Puigdemont. En el Gobierno no vieron con buenos ojos que el presidente catalán se empeñase en no asistir a la cumbre de presidentes convocar por Rajoy. En ese momento Moncloa dio los puentes por rotos y la vicepresidenta se desentendió del encargo. 

Tras el portazo al diálogo, los conservadores han preferido buscar otro socio en su estrategia con Cataluña: el PSOE. Ambas formaciones han llegado a un acuerdo para renovar el Tribunal Constitucional. El entendimiento permitirá el aterrizaje del exfiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, en el alto tribunal. Se trata de un acuerdo en el que ambos partidos quieren garantizar que cualquier sentencia futura sobre Cataluña sea adoptada por consenso y sin votos particulares. 

El portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando, certificaba este fin de semana el acuerdo entre ambas formaciones al afirmar que los socialistas acompañarán al Gobierno en el frente contra el proceso independentista mientras siga actuando con “serenidad, sensatez y rigor”.

Nada queda de las llamadas al diálogo a las que el Gobierno se encomendó tras el verano. Frente a esa postura, Moncloa desliza a quien le quiera oír que está dispuesto a todo para impedir la convocatoria de un referéndum. En los últimos días el ejecutivo ha insinuado estar supuesto a impedir la apertura de los colegios electorales. 

El discurso de dureza del PP coincide con las semanas previas a la celebración del Congreso en el que Rajoy saldrá reelegido como líder indiscutible de la formación conservadora. La 'Operación Diálogo' es ya cosa del pasado. 

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