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Sánchez afronta una investidura muy ajustada con la incógnita de qué hará ERC tras la inhabilitación de Torra

Pedro Sánchez durante la presentación del acuerdo programático con Unidas Podemos.

Irene Castro

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Pedro Sánchez afronta a partir de este sábado su tercer debate de investidura como candidato a la presidencia. Esta vez llega al Congreso con los apoyos amarrados para sacarla adelante por la mínima tras varias semanas de negociaciones que los grupos minoritarios han apurado hasta el final. Pero cuando el PSOE se disponía a firmar el último acuerdo, con el BNG, la Junta Electoral Central ha asestado un revés a la Generalitat con la inhabilitación de Quim Torra y otro a ERC al oponerse a que Oriol Junqueras sea considerado eurodiputado añadiendo una nueva incógnita a la ya de por sí ajustada mayoría de Sánchez.

Las decisiones de la Junta en la víspera del comienzo del debate de investidura en respuesta a sendos recursos del PP y Ciudadanos han caído como un jarro de agua fría en la cúpula socialista, donde califican como una “vergüenza” el posicionamiento del que es un “organismo administrativo/electoral”. La número dos del PSOE y quien ha encabezado las negociaciones con ERC, Adriana Lastra, ha comparecido de urgencia para cuestionar las decisiones de la Junta Electoral y atacar a la “derecha y la ultraderecha” de intentar “boicotear” la investidura. Ha sido un gesto inmediato para sus aliados de ERC. “La democracia se va a abrir paso. Mañana empieza un nuevo ciclo en este país”, ha avisado Lastra. Los socialistas esperan que la maniobra de la Junta Electoral no haga a ERC cambiar de opinión provocando la tercera investidura fallida de Sánchez.

Lastra ha comparecido tras rubricar el último acuerdo con un grupo minoritario necesario para garantizarse la investidura. Tras ocho meses en funciones, dos elecciones, semanas de negociación diputado a diputado, el candidato socialista obtendrá el próximo martes, salvo cambios de última hora, la confianza del Congreso en segunda votación con un margen de tres votos: 167 síes, 19 abstenciones –ERC, Bildu y Coalición Canaria– y 164 noes. 

Si nada cambia el las próximas horas, la investidura de Sánchez dará paso al primer gobierno de coalición desde la restauración de la democracia en España con una mayoría más apretada de lo que hubieran deseado sus protagonistas. El líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, consigue el objetivo de ser vicepresidente que lleva persiguiendo desde que irrumpió en el Congreso hace cuatro años, aunque lo hace con la mitad de diputados que logró entonces. El grupo confederal tendrá, además, al menos tres ministerios

El hueso más duro de roer ha sido ERC, cuya abstención era imprescindible para que el pacto entre PSOE y Unidas Podemos saliera adelante y por eso los socialistas temen que cualquier movimiento pueda perjudicar la investidura. El grupo que lidera Gabriel Rufián ya había dejado claro tras las elecciones de abril que la sentencia del procés complicaría su respaldo. Las conversaciones con los de Oriol Junqueras se han prologando durante seis semanas en las que ha habido altibajos vinculados al calendario judicial: los republicanos anunciaron la suspensión de las negociaciones hasta conocer el posicionamiento de la Abogacía del Estado ante el fallo del Tribunal de Justicia de la UE sobre la inmunidad de su líder encarcelado. La posición de los servicios jurídicos del Estado, siguiendo la línea que ya mantuvo durante el juicio, fue finalmente bien recibida por ERC. 

El principal escollo de la negociación ha sido, no obstante, la creación de una mesa de negociación entre gobiernos que va más allá de la comisión bilateral que establece el Estatut –que era el marco del que el PSOE quería que dependiera de alguna forma el diálogo para la resolución del “conflicto político” en Catalunya–. Una vez asumidas una serie de exigencias de los republicanos catalanes, como la consideración de la naturaleza política de la crisis territorial o el reconocimiento de Quim Torra como interlocutor de la Generalitat, los socialistas han aceptado también la “bilateralidad” de la negociación así como un diálogo sin vetos donde cada parte pueda plantear lo que le parezca. 

Las conclusiones de esa mesa de negociación entre gobiernos –que Torra no daba ya por válida antes de que este viernes fuese inhabilitado por la Junta Electoral Central – se someterán a consulta en Catalunya. Para ello el PSOE no descarta que se tengan que modificar las leyes actuales para darle encaje, pero ha dejado claro que no supone un “referéndum de autodeterminación”. Ese es, para los socialistas, el punto de partida de ERC, pero creen que tendrán que encontrar un punto de encuentro que cuente con “la mayor adhesión de la sociedad de Catalunya”, según explicó el secretario de organización del partido y ministro de Fomento, José Luis Ábalos. 

Una vez atado el entendimiento con ERC –y a falta de que lo suscribieran sus órganos de dirección–, el PSOE pisó el acelerador con el resto de formaciones necesarias para la investidura. Esquerra había asegurado previamente que la decisión de la Junta Electoral Central –que finalmente ha optado por inhabilitar a Torra antes de que se pronuncie el Tribunal Supremo sobre su condena por desobedecer la orden de retirar lazos amarillos del Palau de la Generalitat– no supondría un escollo puesto que cabe recurso contra ella. Ahora la convocatoria de la Ejecutiva de urgencia a las 10:30 horas de este sábado se ha convertido la principal incógnita para la investidura. 

Negociación in extremis con el BNG

in extremisSánchez e Iglesias se reunieron en Moncloa durante tres horas el domingo para cerrar los flecos del acuerdo programático ante una investidura que se preveía inminente. La literalidad del que será el plan de actuación del bipartito se dio a conocer el pasado lunes por la tarde. Previamente, Sánchez había rubricado el acuerdo con Andoni Ortuzar, que le otorga los seis síes del PNV. A los nacionalistas vascos les prometió completar las transferencias pendientes. El futuro presidente acordó impulsar “las reformas necesarias para adecuar la estructura del Estado al reconocimiento de las identidades territoriales”. 

A continuación llegó rodado el apoyo de los diputados de Más País, Íñigo Errejón e Inés Sabanés, mientras la negociación se iba puliendo con el resto de partidos minoritarios. La víspera de que arrancara el debate de la investidura, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, suscribió los acuerdos con Compromís, Nueva Canarias y Teruel Existe –que logró compromisos para infraestructuras y telecomunicaciones–. Con el apoyo de esos tres diputados, Sánchez amarraba 166 síes, 18 abstenciones –las trece de ERC y las cinco de Bildu tras ratificar sus militantes la decisión de la dirección– frente a 163 votos en contra. 

Al rechazo de PP, Vox, Ciudadanos, JxCat, CUP, y Navarra Suma con el que los socialistas contaban desde el principio, se sumó por sorpresa el diputado del PRC tras la decisión de Miguel Ángel Revilla de votar en contra por el acuerdo suscrito por los socialistas y los republicanos catalanes. El PSOE, por su parte, amenazó con dinamitar el acuerdo de gobierno en Cantabria. Con ese “cambio drástico de posición” (según lo definió Ábalos), la investidura quedaba a la espera de la decisión de Coalición Canaria y BNG. El nerviosismo se apoderó de algunos dirigentes socialistas cuando los nacionalistas gallegos mostraron sus reticencias públicamente. 

No obstante, por la tarde del viernes respiraron con alivio al constatar que su representante en el Congreso, Néstor Rego, no impediría la investidura. El diputado nacionalista gallego secundará la investidura convirtiéndose en el apoyo 167. Por su parte, Coalición Canaria ha decidido abstenerse en el último momento. Así le han salido las cuentas a Sánchez. 

Una derecha enardecida 

A pesar de que la dirección del PSOE ha asegurado que el acuerdo que “en su caso” se alcance a través de la mesa de negociación entre gobiernos tendrá encaje legal, la derecha lleva semanas enardecida contra el futuro Gobierno de coalición. PP y Vox han recuperado el mantra de que se rompe España, habitual durante la presidencia de Rodríguez Zapatero. “El pacto del PSOE y ERC liquida la soberanía nacional”, afirmó el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Montesinos. También preocupado por la unidad de España se mostró Vox, que acusó a Sánchez de “arrodillarse” ante “unos auténticos golpistas”.

La portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, reclamó sin éxito a los presidentes autonómicos socialistas que frenaran la aspiración de Sánchez de seguir en Moncloa a través de pactos con los nacionalistas. Solo Emiliano García-Page y Javier Lambán respondieron al teléfono. A pesar de que en las filas del PSOE el acuerdo con ERC provoca suspicacias, solo el presidente de Castilla-La Mancha ha alzado la voz públicamente para reclamar que la “bilateralidad” debe ser igual para todas las comunidades y que el diálogo incluya a “los representantes del conjunto de los españoles”. 

La ardua negociación que se ha prolongado hasta la última hora de la víspera del debate de investidura anticipa una legislatura costosa para el futuro Gobierno de coalición. “Lo que sí sabemos es que nos va a tocar mucha negociación política con todos los grupos. Los grupos pequeños adquieren mucha relevancia. Los esfuerzos han de ser mayores. Somos rehenes de los 350 diputados”, admitió Ábalos. Sánchez solo ha cerrado los apoyos al gobierno de coalición para esta votación que optó por colocar en el puente de Reyes. El temor a que descarrile el entendimiento con ERC ha sido una constante para los negociadores. 

El camino hasta aquí se ha prolongado siete meses desde las elecciones del 28 de abril, que se convocaron tras el fracaso de los Presupuestos Generales del Estado por la decisión de ERC de presentar una enmienda a la totalidad que echó por tierra, además, el diálogo que se había emprendido entre el Gobierno y la Generalitat. 

A pesar de la victoria electoral, Sánchez fracasó en su intento de seguir en Moncloa en julio por la incapacidad de llegar a un entendimiento con Unidas Podemos. Tras dilatar más de un mes el inicio de las conversaciones, comenzó un tira y afloja entre Sánchez e Iglesias que derivó en una negociación de apenas 72 horas para un gobierno de coalición después de que el líder de Podemos renunciara a formar parte del Consejo de Ministros. Dos meses después, las conversaciones entre ambas formaciones seguían enquistadas derivando en una repetición electoral el 10 de noviembre

Apenas 24 horas después de pasar de nuevo por las urnas, Sánchez e Iglesias alcanzaron un acuerdo para un gobierno de coalición. Evitaban así todo tipo de presiones internas y externas y el ruido general, tras haber empeorado sus resultados. El PSOE, que había aspirado a aumentar su representación a costa de Unidas Podemos y Ciudadanos presentándose como víctima del bloqueo, falló en su estrategia y perdió tres escaños. Unidas Podemos bajó de 42 a 35 diputados. “Está bien escuchar a la ciudadanía”, justificó Sánchez sobre su cambio de posición dado que en septiembre se cerró a negociar una coalición con Iglesias. El 10 de noviembre, Sánchez recibió el mensaje de las urnas“ y supo ”interpretarlo“, según explicó a los periodistas en una conversación informal durante el aniversario de la Constitución. 

Ahora ambos líderes se preparan para enfrentar un proyecto “ilusionante” que tendrán que defender desde la tribuna del Congreso. El primero en intervenir en el debate será Sánchez a las 9 de la mañana de este sábado. No tendrá límite de tiempo describirá “las señas de identidad de la Coalición progresista”, según fuentes socialistas, que apuntan a “la justicia social, la defensa de los servicios públicos, la libertad y cohesión y diálogo territorial”.

Tras un receso, será el turno de Pablo Casado con las consiguientes réplicas y contrarréplicas a Sánchez. A partir de ahí, intervendrán los grupos de mayor a menor representación hasta que se cierre el Pleno para su continuación al día siguiente. Fuentes parlamentarias calculan que la primera votación se produzca al mediodía del 5 de enero. Sánchez irá al día siguiente a la Pascua Militar aún en funciones puesto que no logrará la mayoría absoluta y 48 horas después del primer intento obtendrá la confianza de la Cámara con mayoría simple. Si finalmente dan los números, Sánchez tendrá que prometer entonces su cargo ante el jefe del Estado y dar a conocer los nombres del primer Consejo de Ministros bipartito desde la Segunda República. 

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