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Cospedal y Casado aparcan sus reproches de campaña en busca de un pacto para destronar a Santamaría

María Dolores de Cospedal y Pablo Casado, durante la presentación de avales en Génova. / Efe

Sofía Pérez Mendoza

María Dolores Cospedal y Pablo Casado cesaron las hostilidades la noche del jueves tan pronto como se abrieron las urnas y se fueron conociendo los escrutinios que dieron la victoria por la mínima a Soraya Sáenz de Santamaría. La posibilidad de sumar sus fuerzas para destronar a su enemiga íntima, la exvicepresidenta, se puso de inmediato sobre la mesa. Ambos dirigentes, que habían protagonizado altercados entre ellos durante la recta final de la campaña y defendieron siempre la lista más votada y atacaron los pactos en los despachos, aparcaron sus discursos en busca del liderazgo del PP. 

Desde su primera comparecencia, Casado ha evidenciado que dará la batalla contra Santamaría y lanza guiños a Cospedal, que la noche de las primarias volvió a ser “una compañera y amiga”. La secretaria general del partido es menos explícita pero se abre a un “periodo de reflexión”. Los mismos que ahora tienden puentes estaban hace 48 horas lanzándose ataques cruzados en una recrudecida recta final de campaña.

La llama la prendió María Dolores Cospedal tres días antes de la votación de primera vuelta. Cargó contra la juventud de su contrincante y le señaló por “querer llegar ya incluso antes de lo que muchos piensan que le corresponde”. “La edad por sí sola no supone regeneración. También se tiene menos experiencia y menos conocimiento de cómo funciona un partido político, cómo se ganan elecciones o cómo se gobierna”, dijo la exministra de Defensa en una entrevista en la Cadena Ser

Lo viejo frente a lo nuevo

La misma candidata recuperó las referencias que Casado había hecho al pasado del PP y al expresidente José María Aznar para evidenciar sus vínculos con el aznarismo y desenterrar el fantasma de un dirigente que cada vez causa menos simpatía entre las bases. “Parece que es la candidatura de Pablo Casado [la más próxima] porque así lo traslada en muchos de sus actos e intervenciones”, apuntó. 

La que fue la mujer más poderosa del partido hasta hace dos días pasó a la ofensiva al ver que se desayunaba cada día con Casado como imagen de lo nuevo frente a lo viejo en el partido, que ella misma y Santamaría representaban. Como valedor de “un cambio de etapa” que solo Casado puede encarnar. “La gente quiere un cambio de etapa en el PP transformando lo que se ha hecho mal”, señalaba el candidato La Sexta Noche

En una entrevista en El Confidencial, Cospedal quiso poner negro sobre blanco que Casado no acababa de aterrizar en el PP. “Habrá interés en mostrarlo así porque obviamente uno de los candidatos ha sido el vicesecretario de comunicación, antes fue presidente de Nuevas Generaciones de Madrid y antes ayudante de Aznar y jefe de gabinete de Esperanza Aguirre”.

Y ante esta baza, el vicesecretario optó por reivindicarse con más fuerza en la última fase de la campaña -en la que reapareció el propio Aznar durante una entrevista en Onda Cero- como unido a las esencias de la historia del Partido Popular y empezó a hablar de “refundar” en lugar de “regenerar”.

Casado también se quiso desligar, precisamente por su juventud, de la baja participación. Su argumentario: que no haber depurado los censos no tenía nada que ver con él porque no estaba en el “aparato”, pese a ser miembro de la Ejecutiva de Rajoy y una de las caras del partido y tras haberse comprometido ante los medios a “centralizar y coordinar las altas y las bajas” y a establecer una cuota mínima para todos los afiliados.

En esta ocasión, Casado señaló a Sáenz de Santamaría y a Cospedal por no hacer autocrítica con la escasa movilización de las bases para votar. Solo lo hicieron finalmente 58.305 personas de más de 66.000 que se habían apuntado y frente a los más de 868.000 afiliados de los que presumía el PP.  Ambas candidatas se han quejado en alguna ocasión, especialmente la exvicepresidenta, de la “agresividad” de su compañero en la campaña. 

Quién ha defendido más al PP

Si por algo se han peleado Cospedal y Casado en campaña ha sido por venderse como los más acérrimos defensores del PP cuando han venido mal dadas, frente a Santamaría a la que una parte del partido ataca por refugiarse bajo el paraguas de la vicepresidencia del Gobierno. La expresidenta de Castilla-La Mancha apostó fuerte, desde la misma presentación de su campaña: #primeroelPP. “Mi partido está lleno de gente honrada que se merece que dé la cara por ellos. Eso ha perjudicado mi imagen y la cara me la han partido varias veces. Pero alguien tiene que dar la cara por la mayoría que trabajan y se esfuerzan mucho por sus vecinos”, afirmó en una entrevista a La Razón

Casado, desligado del partido para unas cosas sí y otras no según el día, se ha reivindicado también como la persona que “bajaba a dar las ruedas de prensa” cuando nadie quería hacerlo en medio de la sucesión de escándalos que azotaron al PP. “Cuando perdíamos elecciones autonómicas y municipales o de otra clase y había que bajar, bajaba yo; cuando se ganaba bajaban otras personas”, defendió el exvicesecretario en su parada en Zamora.

Sabiendo que su juventud y su menor experiencia en el partido podría tener doble filo y volverse en contra, en la campaña explotó la “legitimidad” que le da, a su juicio, “haber defendido al partido en las peores circunstancias”, cuando tenía que hablar de “casos de corrupción de personas que ni siquiera conocía”. 

Acusaciones de pucherazo

Los roces entre los dos precandidatos continuaron hasta bien entrada la tarde de la jornada electoral. Las últimas acusaciones nacieron a cuenta de supuestas presiones el día de la votación y procedían de interventores de las candidaturas de Cospedal y de Casado.

Los primeros acusaron a personas próximas al vicesecretario de “graves irregularidades” en Barcelona e impugnaron los resultados de dos mesas; los segundos señalaron a dos diputadas, Rosa Romero y Carmen Quintanilla, por intentar dirigir el voto de los inscritos en Ciudad real, según publicó El País. El equipo de Casado también protestó porque se permitiera votar, según el mismo periódico, porque se permitiera votar a afiliados en Orihuela que no se habían inscrito. Si hubo irregularidades, el Comité Organizador las despejó como cuestiones menores.

En el día después ninguno habla de ellas. Casado y Cospedal están en la siguiente batalla y ahora la rival a batir es Soraya Sáenz de Santamaría y a esa corriente interna que todavía aboga por la candidatura única.

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