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ENTREVISTA | Eurodiputado del PSOE

Jonás Fernández: “La propuesta de Bruselas para la recuperación de la pandemia cambia la naturaleza de la UE”

El eurodiputado del PSOE Jonás Fernández, en el Parlamento Europeo.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Jonás Fernández (Oviedo, 1979) es eurodiputado del PSOE desde 2014. Economista de formación, es portavoz del grupo socialista en la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo.

Fernández analiza la última propuesta del Ejecutivo comunitario para un fondo de recuperación ante la crisis del coronavirus, que ha llegado tras el acuerdo francoalemán que ha logrado abrir la puerta a un volumen de medio billón de euros en transferencias para los países financiado a través de deuda emitida por la Comisión Europea. El próximo 19 de junio los líderes de la UE abordarán su aprobación ante la oposición fundamentalmente de los autodenominados frugales: Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia.

¿Cómo ve la propuesta de la Comisión Europea?

En primer lugar hay una reflexión general, que viene a cuenta de las peleas en las que llevamos años para completar la unión monetaria y en la necesidad de tener un pilar fiscal que complemente la política monetaria para ayudar a gestionar los ciclos. Y es un instrumento fiscal que emita un activo libre de riesgo europeo... 

La propuesta –aunque obviamente lo hace con una idea temporal–, para la emisión de 750.000 millones de euros, sostenidos por el presupuesto comunitario y a amortizar a partir de 2028, fundamentalmente a través de recursos propios, cambia la naturaleza de la Unión Europea.

Por una parte, fortalece la irreversibilidad del euro. Por otra parte, parece que podríamos estar en el inicio de ese pilar fiscal, entre otras cosas porque la amortización de la deuda a partir de 2028, en base a unos recursos propios que en sentido estricto todavía no existen, debería ser un incentivo suficiente para acabar de convencer al Consejo de la UE [los gobiernos de la UE] en los dossieres sobre temas impositivos que llevan bloqueados años.

En ausencia de recursos propios, a partir de 2028 tendrán que ser los presupuestos nacionales los que tengan que hacer frente a esas amortizaciones.

Por lo tanto, la emisión de la deuda supone un incentivo poderoso para avanzar en las negociaciones del impuesto digital, de la posibilidad de tener un impuesto de sociedades, el propio ajuste del carbono en frontera [una tasa para frenar la competencia desleal en relación con el medio ambiente]... Y, por lo tanto, una vez que esos recursos propios, que llevan bloqueados años, estén en marcha, condición necesaria para amortizar la deuda, pues tendrías ya una velocidad de crucero sobre la que asentar ese pilar fiscal de manera permanente.

Por lo tanto, la propuesta es trascendente, en mi opinión. Decía el otro día en el pleno del Parlamento Europeo que era histórica, porque viene a complementar la zona euro, aunque en principio solamente de manera temporal. Pero estas cosas generan sus propias dinámicas, y creo que están aquí para quedarse.

Con independencia de los de estos debates más constitucionales o económicos, la segunda reflexión tiene que ver con la propia necesidad del presente.

El fondo y su combinación con el presupuesto, obviamente está en la franja baja de las pretensiones del Parlamento Europeo y del Grupo Socialista, pero estando en la franja baja podría ser suficiente a la espera de conocer la evolución de la negociación de la propuesta en el Consejo.

El Parlamento recibió muy positivamente la propuesta, en el pleno todos los grandes grupos de la Cámara celebraron la propuesta, con lo cual yo entiendo que el Parlamento va a estar cerca de la Comisión para defender este programa y apoyar a la Comisión en la negociación con el Consejo, y a falta de conocer más detalles porque hemos tenido poco tiempo para profundizar en todo, creo que es un paso adelante necesario.

El fondo es temporal, los recursos propios no lo son, ¿qué dinámica puede generar eso?

Ahora mismo, del presupuesto comunitario, en torno al 10%, son recursos propios, fundamentalmente IVA y aduanas; y el 90% son contribuciones nacionales. Entonces, la emisión de deuda por este volumen supone que a partir de 2028 haya que amortizarla.

La Comisión propone que tenemos unos años para acabar de tramitar el impuesto digital, poner una tasa común mínima sobre la base del impuesto de sociedades, aprobar el ajuste en frontera... Y los países que han estado bloqueando todos estos temas impositivos, que van por unanimidad, pueden bloquear porque no se juegan mucho o porque se aprovechan de esta indefinición de las políticas tributarias. Pero cuando tengamos sobre nuestros hombros una deuda de 750.000 millones, los países que están bloqueando tendrán que preguntarse si prefieren amortizarlo a cargo de nuevas contribuciones nacionales o si mueven ficha y permiten la construcción de estos recursos propios.

Y yo creo que van a tener un incentivo poderoso para moverse. Y es verdad que una vez que los recursos propios estén ahí, durante un tiempo la mayor parte de estos recursos propios deberían dirigirse a ir amortizando la deuda, pero es verdad que de aquí a siete años absolutamente nadie puede predecir lo que va a ocurrir, con lo cual es posible que empecemos a ver cómo la Comisión hace roll over de esta deuda, cómo la gestiona a través de un órgano de la propia institución que haría la labor de un Tesoro en cualquier país.

En la propuesta, no son muy prolijos, prevén una especie de impuesto para grandes empresas.

Este impuesto sería el desarrollo natural de las dos directivas sobre la consolidación y armonización del impuesto de Sociedades. En la Comisión anterior, Pierre Moscovici [ex comisario de Finanzas, socialista francés] presentó dos directivas, la primera de ellas dirigida exclusivamente a tener unas reglas contables similares en todos los Estados, de tal manera que lo que es deducible en un país sea deducible en todos o al revés, para evitar que las compañías que operan en varios Estados puedan localizar sus gastos en virtud de las normas contables de uno y de otro país. Lo que evita es el arbitraje contable, el arbitraje regulatorio en términos impositivos.

Y la segunda directiva lo que hacía era, a partir de una contabilidad similar en todos los países para las grandes compañías, el cálculo de los beneficios, ya sin margen al arbitrismo entre normas contables, vamos a asignarlo entre los países en virtud de una serie de criterios objetivos vinculados al porcentaje de ventas que tengan en cada país, el porcentaje de empleados que tenga la compañía o el porcentaje de stock o de inversión fija o de capacidad establecida que tenga en cada país.

Entonces, en virtud de esos criterios, los beneficios computados se distribuirían entre los países y esto haría, por otra parte, que no solamente acabaríamos con ese arbitraje regulatorio, sino que al asignar los beneficios entre países de una manera automática, se eliminaría también el arbitraje impositivo, en el sentido de que sería una norma que te dice donde tienes que aflorar tus beneficios en cada uno de los países, cuál es la parte de tus beneficios que tienes que aflorar en cada país, y las empresas ya no podrían mover los beneficios de un país a otro buscando los tipos impositivos más bajos porque ya estarían fijados por la propia directiva.

Las dos directivas están paradas en el Consejo.

En cualquier caso, la derivada de estas dos directivas una vez que tengas unas normas contables comunes, un reparto de los beneficios objetivos que te evite esa localización de los beneficios por criterios impositivos, sería poner una tasa mínima que alimentara el presupuesto europeo que se justifica por los beneficios del mercado interior único. Así, tendrías un sistema impositivo para sociedades con una tasa mínima, que sería una tasa europea, y a partir de ahí estarían las tasas nacionales o regionales que cada país o comunidad autónoma decidieran. Yo creo que eso es el single levy [el nuevo impuesto esbozado por Bruselas para las grandes empresas], pero todavía no hay propuesta legislativa.

Tenemos propuestas legislativas sobre la consolidación y la armonización del impuesto de sociedades, bloqueada en el Consejo, pero el paso siguiente natural es tener un impuesto mínimo que sea común para empresas con más de 750 millones de beneficios.

¿Cómo cree que se desarrollará el Consejo Europeo del 19 de junio? Además del fondo de recuperación, está pendiente el presupuesto plurianual de la UE, el MFF 2021-2027, con movimiento de algunas partidas.

La Comisión hace una propuesta revisada sobre la que había hecho el año pasado, y  se acerca bastante a la propuesta que había hecho el presidente del Consejo, Charles Michel, a principios de este año.

Las diferencias, si no me equivoco, era que la Comisión proponía un volumen equivalente 1,16% del PIB europeo; el Consejo proponía un 1,06%; y el Parlamento proponía un 1,3%.

Lo que hace la Comisión es coger su propia propuesta del 1,16% y acercarla a la propuesta del Consejo hasta el 1,11% y, por otra parte, complementa esto con el fondo.

Entonces, ciertamente hay menos dinero. Es cierto que en algunos casos esa reducción del presupuesto se complementa en parte con el destino del Fondo de Reconstrucción.

De tal manera que, por ejemplo, he visto que la propuesta de la Comisión rebaja el paquete de política agraria pero, por otra parte, incorpora del nuevo instrumento 15.000 millones para el Fondo de Desarrollo Rural, y además condiciona una serie de políticas al desarrollo de la agricultura ecológica.

Es cierto que el marco financiero se reduce, pero en parte parece que podría complementarse con dinero del nuevo instrumento dirigido hacia los objetivos que se plantea la Comisión de tener una economía ecológica y digital.

Ahí habrá que ver dónde va a haber pérdidas netas y en qué medida esas pérdidas netas se complementan con una orientación de esos fondos a través del instrumento. Hay que verlo.

Sobre la negociación, yo creo que la Comisión hace esta propuesta del MFF, del presupuesto plurianual, acercándose al Consejo para facilitar su negociación. Y, de hecho, cuando uno mira, por ejemplo, los 40.000 millones que se ponen ahora en el fondo de transición justa, los 50.000 y algo más de fondos de cohesión, realmente se ve que la Comisión ha hecho un trabajo de ir ganándose apoyos en el Consejo con distintos instrumentos.

De tal manera que ahora fundamentalmente se quedan cuatro países alejados de esta propuesta, y en ellos hay otras voces. Por ejemplo, ha salido el presidente de la patronal holandesa pidiendo al primer ministro que respaldara la propuesta de la Comisión y una revisión de su posición en las negociaciones europeas porque entendía que le estaba haciendo daño a las empresas holandesas.

Yo creo que esos cuatro países no pueden bloquear la negociación. Habrá que ver si hay algún margen de ajuste en algún tema, pero no veo a estos cuatro países con capacidad de bloquear una propuesta de la Comisión apoyada por el Parlamento, por Alemania, Francia, Italia, España, Polonia, todos los países del Este... Los veo muy solos.

Se habla mucho, también por la sombra del pasado, de la vinculación del fondo de recuperación con las reformas económicas. ¿Tiene algún temor con esa condicionalidad?esa condicionalidad

Primero quiero hacer una reflexión general, abstrayéndonos de la situación del presente. Estamos ante la idea de una Europa más estrecha, con una unión política más fuerte, con una unión fiscal que comienza a andar, donde podamos tener, junto con los distintos niveles de la administración que tenemos en nuestro propio país, sumar los europeos, con su Parlamento, su gobierno, con unos impuestos europeos, una deuda europea y un presupuesto europeo según vaya avanzando este proceso.

La Comisión Europea, que por cierto es algo que ya ha empezado en los dos últimos años, cada vez va a ser más, como ya es de hecho, una institución política y no un secretariado.

Si tienes un Ejecutivo, que es una institución política que responde ante un Parlamento y que maneja un presupuesto que se financia con impuestos de todos los europeos y que emite deuda a largo plazo, las mayorías políticas que se configuren en el Parlamento y en la propia dirección del Gobierno tendrán mucho que decir sobre cómo se gastan los recursos que se obtienen de los impuestos que nacen del soberano europeo.

De la misma manera, en España nadie se cuestiona que si el Gobierno nacional aprueba una renta mínima, al final el Gobierno imprime carácter a la política que ejecuta, y no es lo mismo que lo imprima un gobierno progresista que otro conservador.

Y puedes ser una comunidad autónoma que no quiera la renta mínima porque dice que no hace falta, como hemos escuchado en Madrid,  pero si el Gobierno te hace la renta mínima, pues tú lo aplicas.

Es decir, a medio plazo hay que darse cuenta de que la Comisión es un poder ejecutivo que responde a las mayorías políticas de cada momento y que a veces será más de derechas y otras veces será más progresista dependiendo de los resultados electorales. Y, por lo tanto, ese gobierno, en virtud de esas orientaciones políticas, usará el dinero del soberano europeo como considere oportuno, sujeto a los controles parlamentarios. Esto es una reflexión general que se va a ir abriendo paso.

Después, sobre el presente, los efectos de la crisis de hace una década, la troika y la manera en que se afrontó la crisis de hace diez años, ha dejado huella indeleble en nuestra memoria y es algo que en estos momentos las instituciones europeas quieren evitar. La manera de enfrentarse a esta crisis está siendo muy distinta a la de la crisis anterior.

Entonces, ¿cómo valoro el asunto de la reforma? Si va a haber una emisión de 750.000 millones pagados con impuestos europeos, es razonable que la Comisión, como cualquier gobierno en cualquier país, quiera que ese dinero se destine en base a una orientación que esté alineada con los objetivos estratégicos de la Comisión Europea. Esto parece razonable.

¿Qué significa eso? Pues esto significa que la Comisión tiene una serie de documentos donde elabora su estrategia a medio plazo, muy vinculada ahora a la digitalización y los temas ambientales. Y en virtud de estos planes, supervisado por el Parlamento Europeo, arbitra un marco donde los Estados tienen que responder si quieren hacer uso de la financiación común.

Ahí, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, los Estados van a diseñar sus programas nacionales de reforma. Y esos planes nacionales pueden ser conservadores o progresistas. Una reforma es una reforma laboral como la que hizo el PP para abaratar el despido, pero también es una reforma ver qué hacemos con el sistema educativo de nuestros países.

Que los niños sigan sin ir al colegio es un drama, y si hay que acondicionar la red de centros educativos, revisar la red de residencias, si hay que mejorar la expansión de 5G o de las redes en las zonas rurales, si queremos más competencia en no sé qué mercado... Eso, en mi opinión, son reformas progresistas. Y, por lo tanto, cada gobierno, en virtud de sus sus mayorías y orientaciones políticas, presentará un programa de reformas que en cualquier caso esté sobre el paraguas de las orientaciones estratégicas de la Comisión, y la Comisión lo evaluará y ofrecerá la financiación.

Yo creo que es una manera muy distinta de trabajar. En la anterior vez, los créditos, que no eran no eran transferencias directas, sino que eran créditos, tenían una condicionalidad fundamentalmente justificada para maximizar la probabilidad de devolución.

Si uno ve lo que ocurrió en Grecia, es cierto que Moscovici, cuando intentó negociar el tercer rescate antes de la convocatoria del referéndum por parte de Alexis Tsipras [julio de 2015], pues ahí sí ya hubo un cambio de orientación de la condicionalidad. La condicionalidad de los dos primeros rescates en Grecia iba dirigida fundamentalmente a garantizar su devolución, y la que empezó a negociar Moscovici, que después no pudo acabar de negociar porque se convocó un referéndum y el ambiento político se torció, pues iba dirigida a que Grecia tuviese un sistema de catastro, una agencia tributaria, de hacer reformas, no solamente a recortar para que me devuelvas el dinero.

Y yo creo que ahora va a ir por ahí. Me parece legítimo que en una unión cada vez más estrecha, con una política fiscal común, con impuestos comunes y deuda común, la Comisión quiera orientar el dinero en virtud de sus objetivos, que no son objetivos tecnocráticos, que son objetivos que nacen del propio proceso de investidura de Ursula von der Leyen en el Parlamento hace seis meses. Y que dentro de ese paraguas de los objetivos generales, en ese potencial menú, cada gobierno decida qué reforma impulsa y en qué medida esa reforma va alineada con los objetivos estratégicos de la Unión.

Lo que es cierto es que, en mi opinión, el procedimiento del Semestre Europeo [gobernanza económica de la UE vinculada al Pacto de Estabilidad que marca unos límites de deuda y déficit] tiene una reforma pendiente. Este año ya incorpora indicadores ambientales e indicadores sociales, una serie de exigencias que el Grupo Socialista le pidió a Von der Leyen en la investidura, de tal manera que el marco de indicadores no sean sólo los del pasado [fiscales], sino que sean también los indicadores sociales y medioambientales, y lo que nos queda por hacer es que el Parlamento legitime democráticamente, con una mayor profundidad, todo este proceso de supervisión.

Es cierto que este último semestre no es el de otras veces, hablaba de los déficits sanitarios, por ejemplo.

Esto nos lleva a la reflexión de la Europa política. Siempre he combatido mucho la idea de que en Europa había una dictadura de los tecnócratas. Y si hay una Comisión que surge de un Parlamento de derechas, hará políticas de derechas. Las orientaciones políticas son claras. 

Cuando haya otras elecciones europeas, hay que tomárselo más en serio, porque al final dan las orientaciones sobre las cuales los gobiernos pueden hacer uso de esa financiación, de este presupuesto comunitario.

El otro día Sassoli decía que era el día D día de la Europa del siglo XXI, alguien hablaba también de momento hamiltoniano, ¿podemos estar ante algo así?alguien hablaba también de momento hamiltoniano,

El momento hamiltoniano fue muy particular, fundamentalmente porque se mutualizaron deudas pasadas. En este caso no estamos hablando de mutualizar deudas pasadas, sino de de mutualizar deudas futuras. En cualquier caso, sí es cierto, como te decía al inicio, que en mi opinión es un cambio trascendente. Porque una emisión de este tamaño, aunque nos gustaría que fuese más, a devolver con recursos propios, genera una dinámica que queda ahí.

Y si uno mira el propio proceso de construcción europeo, la historia de que no será un proyecto de una vez, la metáfora de la bicicleta de Monnet... Sí que estamos en un momento donde sí pueden cambiar las dinámicas hacia una Europa más estrecha, y en términos económicos si tienes un presupuesto lo puedes usar para hacer políticas de derechas o de izquierdas. Pero al menos vas adquiriendo un cuerpo institucional que te permita viabilizar el propio proyecto europeo y el euro. Emitir esta deuda supone un paso más y trascendente en la irreversibilidad del euro, aunque no sea sólo para los países del euro.

Es un paso, un paso trascendente, porque además, una vez que Reino Unido está fuera, el resto de países tienen la obligación de entrar en el euro, con la excepción de Dinamarca. Por lo tanto, es un paso importante que cambia la dinámica del juego y nos quedan años para consolidar este cambio. No es una cosa de un día concreto.

En la crisis pasada, no hubo apetito político para tener un instrumento fiscal común, ni instrumentos para que no hubiera austeridad. Entonces no hubo mayoría política ni apetito para construir esos instrumentos, Y en esta ocasión hemos logrado que sí haya ese apetito político, con la presión de muchos gobiernos, del Parlamento, para construir ese instrumento. Y una vez que tengamos ese instrumento ahí, nos va a ayudar a superar esta crisis y genera unas dinámicas que son imparables.

Habla de las presiones de los países. España jugó su papel, con su documento en las negociaciones, que se ha rebajado en la propuesta del Comisión Europa, aunque tenga un concepto similar y la reacción está siendo positiva. Pero, ¿qué es aquello que España no pueda permitirse en las negociaciones del Consejo el día 19 de junio?con su documento en las negociaciones,

En estos momentos hay una propuesta de la Comisión apoyada por el Parlamento y por 23 Estados miembros: la relación de fuerzas es clara. Incluso dentro de los estados que están más distanciados de esta propuesta, hay voces que piden una flexibilidad de su propia posición. Yo no creo que tengamos que estar en esta negociación buscando en qué no hay que ceder, hay que ir a la negociación a ver dónde vamos a poder ganar. Y teniendo en cuenta que tienes muchas cartas en tu mano para ir con una posición ambiciosa a la negociación.

La relación de fuerzas claramente está a nuestro favor desde todos los puntos de vista. Pero no sé exactamente qué hay que hacer para que Dinamarca y Suecia acaben aceptando, pero la relación de fuerzas es tan a tu favor que hay que ir a la negociación pensando cómo podemos ganar y poco mas, aunque al final después no lo ganemos, pero no pensando qué vamos a ceder.

Y en la familia socialista, ¿cómo se vive eso que el gobierno de Suecia esté con los frugales o los daneses?

Pues muy mal. Es cierto que son pocos, el número cuantitativo de suecos y daneses son poquitos. Y es verdad que la opinión de los diputados aquí no es exactamente la misma que la de su gobierno. Esto ocurría también con el Brexit, cuando la mayoría de los tories eurodiputados hacían campaña por el remain. 

Es una situación difícil, porque es difícil de explicar. Y un poco triste, sobre todo teniendo teniendo en cuenta la referencia histórica que para muchos socialdemócratas y sobre todo para los españoles que pasaron tantos años bajo la dictadura de Franco, Olof Palme, todas las referencias a esa socialdemocracia nórdica tan avanzada... Pues es un poco triste.

Sobre todo porque uno puede entender ciertas reticencias, como en el debate federal y que los países pequeños no quieran que no haya un comisario por país. Hay ciertas consideraciones sobre la estructura política que los países pequeños, y estos lo son pues tengan cierta prudencia y es razonable. Pero en términos de solidaridad financiera, tener esta posición es más triste.

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