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La acumulación del permiso de maternidad y paternidad para las madres solteras empieza a abrirse paso

Dos madres con carritos de bebé pasean en Madrid Río.

Marta Borraz

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Aún llegan a contarse con los dedos de una mano, pero en los últimos meses se han acumulado varios pronunciamientos judiciales sin precedentes en España: todos reconocen el derecho de madres solteras a disponer de las mismas semanas de cuidado de sus bebés recién nacidos que los hogares de dos progenitores. Acumular el permiso de paternidad y maternidad parece empezar a ser una realidad incipiente para estas familias, que llevan tiempo reclamando un cambio en la ley y que se están movilizando y acudiendo a los tribunales amparadas por diferentes sindicatos y asociaciones con la intención de abrir una brecha ante lo que consideran “una discriminación” por su tipo de hogar.

A la sentencia que lo reconoció por primera vez en España en noviembre, dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Euskadi, se sumó otra en Galicia hecha pública a primeros de mayo y el pasado viernes otra en Valencia. El Juzgado de lo Social nº16 de esta comunidad falló que una mujer tiene derecho a disfrutar de ambos permisos en contra del criterio de la Seguridad Social, que hasta el momento ha denegado estas peticiones. Y entre fallo y fallo, se produjo otro pronunciamiento más hace tres meses, en este caso del Consejo General del Poder Judicial, que movió ficha y avaló la acumulación de permisos para una magistrada de Catalunya que es madre monoparental.

En todos los casos se concede a las mujeres el derecho de disfrutar de semanas adicionales al permiso de maternidad, en algunos incluso el tiempo completo que correspondería a la suma de ambos permisos, sin restar las semanas que la ley obliga a que se disfruten tras el parto para los dos progenitores, y por lo tanto simultáneas. Así ocurrió con la sentencia de Euskadi: 16 semanas de permiso de maternidad más ocho del permiso de paternidad que en 2019, año en el que nació la hija de la mujer demandante, le correspondía al otro progenitor. La otra opción que también están reconociendo algunos jueces, como el caso de Valencia, es la de conceder el número de semanas que pueden alargar como máximo el cuidado del bebé los hogares biparentales: desde el pasado 1 de enero, cuando entraron en vigor las 16 semanas para cada progenitor, son 26 –16 de maternidad y diez de paternidad, ya que seis son obligatorias tras el parto–.

Y en todas las situaciones, los pronunciamientos apuntan al mismo principio como argumento clave: el interés superior del menor. “Lo que hacen es tratar de interpretar la ley de una manera amplia y protegiendo a los niños porque entienden que sus derechos no pueden verse mermados por pertenecer a un tipo de familia”, cree David Molina, abogado del sindicato CSIF que ha representado a la mujer valenciana. El fallo, al igual que el de Euskadi, determina que negar la opción implica “una conculcación del derecho de igualdad que consagra la Convención sobre los Derechos del Niño” debido a que “la atención, cuidado y desarrollo del menor sufriría una clara merma respecto a aquellos otros que en situación semejante, encuadrados dentro de un modelo familiar biparental, van a recibir”. Una línea similar siguió el CGPJ, para el que lo contrario “vulneraría el derecho a la no discriminación” de los niños y niñas “al impedirles que se beneficien del mismo tiempo de cuidados y atención directos que habrían tenido al nacer en una familia de dos progenitores”.

Este es el enfoque que han defendido en los últimos años las familias monoparentales, que celebran la ampliación de los permisos de paternidad para ahondar en la igualdad de género, pero al mismo tiempo lamentan que ellas sigan en la misma situación. Zuriñe Quintana, la mujer que reclamó por vía judicial en Euskadi y abogada del sindicato ELA, cree que la norma actual “es totalmente discriminatoria” e “implica que se han olvidado de nosotras” –según el INE, la inmensa mayoría de las familias monoparentales en España son mujeres–. “Quedamos en un segundo plano”, recalca Quintana, cuyo hija nació en junio de 2019.

A la espera del Supremo

Aún así, y a pesar de que las resoluciones de los últimos meses comienzan a abrir la puerta a esta opción, es previsible que el punto de inflexión venga con la decisión del Tribunal Supremo, que si admite a trámite el recurso interpuesto por la Fiscalía contra el fallo del TSJ vasco, deberá pronunciarse y unificar doctrina al respecto. Preguntado por el caso, el Ministerio Público explica que la intención del recurso es “la necesidad de que el Supremo fije doctrina respecto a un tema tan novedoso como este”, mientras que el Alto Tribunal aún no ha dictaminado si lo admite. Para Quintana, sin embargo, el recurso “es irresponsable” y “significa que la Fiscalía está intentando que las familias monoparentales no tengamos los mismos derechos que las biparentales. Es incomprensible que recurra algo así”. Con todo, de admitirlo, será el criterio del Supremo el paraguas en el que se ampararán los posteriores pronunciamientos y puede significar un antes y un después para estas familias.

Porque son cada vez más las mujeres que están acudiendo a los tribunales; las últimas han sido dos profesoras de Zaragoza defendidas por el sindicato CGT. Desde el CSIF apuntan a que una vez hecha pública la sentencia el pasado viernes, “otras tres o cuatro mujeres se han puesto en contacto con nosotros” en los últimos días para iniciar la batalla legal. Otras han sido acompañadas por la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS), una de las primeras organizaciones que empezó a visibilizar esta cuestión. Su presidenta, Carmen Flores, califica de “muy importantes” los últimos dictámenes porque “es una cuestión de derechos”, pero lamenta al mismo tiempo “que seamos nosotras una a una las que tengamos que denunciar en función de nuestros propios recursos”, por lo que reclama una reforma en la ley, puesto que la argumentación de la Seguridad Social para denegar las peticiones de quienes lo han reclamado se basa en que no es una posibilidad contemplada en la normativa vigente.

En este sentido, el Consejo General del Poder Judicial se agarró a una de las excepciones que sí atiende la norma. Lo cierto es que los permisos por cuidado de hijo no permiten el traspaso de las semanas de uno a otro progenitor, pero hay una única salvedad: si la madre biológica fallece, el otro progenitor asumirá las semanas porque se entiende que su muerte “no puede limitar el tiempo total que los dos progenitores habrían podido dedicar al menor”, esgrime el organismo, que considera que esto puede aplicarse “de forma análoga” al caso de las monoparentales puesto que su finalidad es “el beneficio del menor y su interés superior”.

“No se puede ignorar su realidad”

En el centro del asunto, explica Libertad González, catedrática de Economía especializada en brecha de género y ámbito laboral, está el equilibrio entre las diferentes consideraciones que entran en juego a la hora de hablar de permisos parentales: “La cuestión es si estos derechos son derechos del individuo, del menor, de la familia y hogar...Y esto depende de cuál sea el objetivo que persigue, y que normalmente son varios: el bienestar del niño en los primeros meses tras nacer, la conciliación de la vida familiar y laboral y factores relacionados con la igualdad de género. La clave será analizar qué impacto tendría facilitar que las madres solteras acumulen ambos en estos elementos”, considera la experta.

La reivindicación no es nueva; ya en la tramitación en 2019 del decreto que amplió los permisos fueron varias las formaciones políticas, entre ellas Compromís, Ciudadanos, PNV o ERC, las que reprocharon al Gobierno que obviara la posibilidad de que los progenitores que críen solos a sus hijos pudieran acumular las semanas de ambos permisos o elegir a otra persona de su familia o de su entorno cercano para que disfrutara del segundo. Esto es algo que plantea la profesora de Derecho del Trabajo en la Universidad de Barcelona (UB), Núria Pumar, que señala la “escasa flexibilidad” del régimen español para estos casos. “No se puede ignorar la realidad de estas familias y ahora mismo es dar un trato igual para situaciones desiguales. Eso para mujeres que deben hacer frente a responsabilidades familiares en un mercado laboral muy agresivo”, cree la experta.

Al mismo tiempo hay voces que ponen sobre la mesa otro factor: el riesgo de que estas mujeres se vean penalizadas en el trabajo por una ausencia prolongada. Libertad González apunta a que la medida “facilitaría la conciliación de las madres y la cuestión sería ver si tendría impacto en el desarrollo de su carrera profesional. Hay que tener en cuenta que son dos meses y medio más, no es tanto tiempo, y que las familias monoparentales son un grupo heterogéneo”. Flores, por su parte, considera que “siendo cierto que las mujeres son sancionadas en el mercado laboral por la maternidad, si esta está protegida, debería estarlo en todos los casos” y más allá de las semanas iniciales de permiso, señala que para que esto, en general, no ocurra “hay que cambiar la mirada hacia el propio mercado laboral y las empresas, pero no perjudicar a nuestros hijos”.

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