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España inyecta las primeras vacunas contra la COVID-19 entre la emoción y la incertidumbre por el futuro

Vicente Mirón ha sido el primer vacunado en Extremadura.

Mónica Zas Marcos

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La jornada del domingo y primera de la campaña de vacunación contra la COVID-19 en España se puede definir con una palabra: expectativas. En primer lugar, por la emoción de los trabajadores y los internos de las residencias de ancianos al recibir las primeras dosis de Pfizer. Elegir a estas personas ha sido una forma de resarcir al sector más azotado en la primera ola de la pandemia, que sigue reportando demasiados casos en la segunda, y de comenzar con ellas el “principio del fin”. Pero también queda un espacio de incertidumbre, pues el que acaba de arrancar es un proceso largo al cual rodean todavía algunas incógnitas.

La llegada a España de la nueva cepa del Reino Unido, el temor al impacto de las fiestas navideñas y las dudas acerca del puntual suministro de las dosis van en paralelo al ambicioso plan de Sanidad. La primera incidencia se ha producido este lunes. Pfizer ha comunicado de madrugada un problema logístico por el cual se retrasarán 24 horas la segunda remesa de vacunas. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha asegurado que el problema ya está resuelto y que esta tanda llegará a España en las próximas horas. Las dosis estarán listas para utilizarse mañana martes.  

Illa advirtió ayer desde Barcelona, su provincia natal, que era “un día de esperanza, pero no podemos bajar la guardia”. “El fin es la vacunación de todos los españoles. Nos queda un tiempo complejo y no podemos relajar las medidas en los próximos meses”, declaró, aprovechando la ocasión para agradecer a la ciencia y a la industria farmacéutica su implicación en conseguir un suero eficaz. Estos mensajes de prevención se fundieron durante todo el domingo con las palabras de agradecimiento de quienes recibían la vacuna, de tranquilidad por parte de los sanitarios y, sobre todo, de ánimo para que se convierta en un acto del que participe toda la población posible.

Así lo ha dicho Araceli, que a sus 96 años se ha convertido en la primera vacunada de España. “Tenemos que conseguir que el virus se vaya”, ha expresado cuando le han preguntado acerca de posibles dudas o miedos hacia la inyección. Muy al contrario, lo considera “importante” al igual que Mónica, la auxiliar de enfermería que ha escoltado en todo momento a la interna en su residencia de Guadalajara y se ha convertido en la segunda mujer y primera sanitaria en recibir su dosis. “Tenemos que dar ejemplo, porque es la única manera que existe de superar esto”, ha sostenido.

Unas horas más tarde, la primera madrileña recibía el suero de Pfizer en Vallecas después de Nicanor (72) y José Antonio (78). María, de 86 años, expresaba que ella no se la ponía por “miedo a morir”, sino por “miedo a contagiar”. Por su parte, José Antonio, experiodista natural de Zaragoza, le daba este titular a Telemadrid: “Esperanza”. La emoción seguía en Palencia, Castilla y León, donde Áureo López, de 88 años, se emocionaba después del rápido pinchazo. “Estoy muy satisfecho y muy contento por haber sido elegido el primero, y además he confiado siempre en ella”, decía en referencia a la sanitaria que le ha inyectado el fármaco.

Estas profesionales han sido también un rostro clave en el primer día de vacunación. “Nos ha tocado el Gordo”, expresaba Domitila Bilbao, la primera sociosanitaria vacunada de Castilla y León. Un poco más al norte, las cámaras captaban la emoción de Socorro Mancebo, técnica auxiliar de cuidados, que se ha contagiado por toda la residencia de Asturias donde trabaja. Allí, la interna que ha estrenado jeringuilla es Pepita, de 80 años: “Le tengo terror al virus. Pido a la gente que se vacune”, ha reclamado.

En Extremadura, tras más de 40 años siendo maestro de escuela, a Vicente Mirón le ha tocado ponerse la vacuna antes que sus compañeros de profesión. A sus 72 años ha aparecido frente a las cámaras con una camiseta del grupo de rock andaluz Triana y lo único que le ha salido decir es “¿Ya está?” y levantar un pulgar hacia arriba. En Catalunya, Josefa Pérez, de 89 años, ha animado a “no preocuparse tanto” por los efectos de la vacuna. Una opinión que compartía María Dolores Luzuriaga, de 72 años, exsanitaria de Santander y “muy concienciada” con la importancia de vacunarse, por lo que ha animado al resto de sus compañeros de residencia a que lo hagan también.

En Zaragoza, Emilia Najera ha compartido con los medios su opinión respecto a la vacuna y ha afirmado que las personas mayores tienen que ser los primeros: “Además es una cosa buena para todo el mundo porque nos va a curar”. Esta mujer de 80 años solo piensa en reducir poco a poco la distancia de seguridad. “Estamos faltos de abrazos y besos”, ha manifestado. La esperanza y la conmoción de todos los residentes y sanitarios que han mostrado hoy su confianza hacia la vacuna representa una nueva etapa en la pandemia. Sin embargo, también llega ahora la parte más difícil: mantener controlada la transmisión de la COVID-19 hasta que el 70% de la población sea inmune, lo que los epidemiólogos y expertos en Salud Pública marcan como mínimo para volver a una nueva normalidad.

Solo el principio del fin

El ritmo que se ha vivido este domingo, en el que la foto y la emoción eran lo primordial, no será el que marque las siguientes semanas desde este lunes. España pretende vacunar a 2,3 millones de personas para marzo gracias a las 4.591.275 dosis apalabradas con Pfizer. Además, Salvador Illa ha marcado un nuevo horizonte a finales de mayo, con un total de 10 millones de personas inmunizadas. Lo que se desconoce aún es cuántas dosis de otras vacunas comprará Sanidad durante este tiempo además de la de Pfizer, empezando por la de Moderna, ya que la Agencia Europea del Medicamento prevé darle luz verde el próximo 6 de enero.

Aunque tampoco ha habido titubeos a la hora de inocular la vacuna, los médicos de Atención Primaria han pedido formación debido a su alta complejidad. Los sueros de Pfizer conllevan pasos precisos de descongelación y dilución de viales para extraer cinco dosis de vacuna que se deben inocular en cinco personas distintas. Además, el mantenimiento de las bajas temperaturas −entre -60º y -80º− supone una labor titánica no solo en cuanto a conseguir los ultracongeladores necesarios, sino también para no romper la cadena de frío en sus traslados.

Por último, aunque la nueva variante del SARS-CoV-2 surgida en el Reino Unido, y que ya se ha propagado por más de 10 países, no parece afectar a las vacunas en curso, los microbiólogos están estudiándola con cuidado por si esa certeza pudiera mutar. Y, aun así, lo que sí se sabe es que es más contagiosa que la variante que conocemos, lo que resulta un riesgo ya que aún quedan meses para que la población pueda considerarse inmune y protegida.

Por lo pronto, lo que recomiendan en Sanidad y en los círculos de expertos es no dejarse llevar por la euforia de las imágenes de las primeras vacunas, que aunque suponen un hito histórico, también son solo un pequeño paso. Sobre todo animan a tenerlo presente en las dos semanas que quedan de fiestas navideñas y con la sombra de una tercera ola a la vuelta de las vacaciones.

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