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España redobla su ofensiva anti tabaco al estancarse el descenso de fumadores

Una persona fuma en un coche, a 9 de diciembre de 2021, en Madrid (España).

Sofía Pérez Mendoza

11 de diciembre de 2021 22:35 h

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El endurecimiento de la ley antitabaco está cada vez más cerca. Tras la remisión por parte del Ministerio de Sanidad a las comunidades autónomas y a las sociedades científicas del borrador del nuevo Plan de Prevención y Control del Tabaquismo, España retoma su ofensiva contra una epidemia que mata a ocho millones de personas en el mundo cada año, según la OMS, once años después de que el Congreso de los Diputados, a las puertas de la Navidad de 2010, diera el sí definitivo a una norma que vetó para siempre el consumo en los espacios interiores.

El documento, todavía en fase de trabajo y abierto a aportaciones, da un plazo de dos años para que su contenido se haga ley. Lo más destacado de esta nueva hoja de ruta es la ampliación de espacios sin humo a exteriores, el aumento del precio a los productos, limitaciones a los cigarrillos electrónicos y nuevas formas de combatir la publicidad que induce a los jóvenes a consumir. Como novedad el plan plantea por primera vez buscar “alternativas al cultivo de tabaco” en España -concentrado en Extremadura- y tiene en cuenta el impacto medioambiental de los residuos que genera.

Avanzar en la lucha contra el tabaquismo es un paso de gran trascendencia por la dimensión que tiene todavía el tabaco en la sociedad española y el problema de salud pública que ocasiona: siete de cada diez personas lo han consumido alguna vez en su vida y una de cada tres entre 15 y 64 años fuma a diario, según los últimos datos de la encuesta EDADES. El consumo activo o pasivo está vinculado al fallecimiento de 56.000 personas al año en España.

Pese a que el porcentaje de consumidores habituales ha caído del 34% de 2017 al 32,3% en 2019, es casi idéntico al que se registró en 2005, año que entró en vigor la primera ley antitabaco en España, lo que ha alertado a los expertos sobre el desgaste de la norma en su objetivo: reducir el número de fumadores. El Instituto Nacional de Estadística aporta el mismo dato de fumadores diarios, pero no acota la edad por arriba, de manera que el porcentaje es algo más reducido. La última cifra, de 2017, es un 22,08%.



Sociedades médicas y asociaciones coinciden en que la propuesta de Sanidad es un plan integral “bastante completo” que recoge la mayoría de las líneas del Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS. Y que era urgente aprobar. “Con la primera ley hubo una reducción de la prevalencia, no muy potente, pero la hubo. En los últimos años, sin embargo, vemos que estamos estancados e incluso se ha producido un repunte. Lo que tenemos en vigor no está dando los resultados que debería”, señala el doctor Carlos Jiménez, expresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). La coordinadora del Grupo de Abordaje al Tabaquismo de la SemFYC, Vicky Güeto, comparte que la norma “que nos puso en primera fila se ha quedado obsoleta” y se emplaza a “ver cómo se materializa” el plan en la ley.

También hay algún pero. La asociación Nofumadores.org considera, pese al balance positivo en general, que España debería ser más ambiciosa y empezar a plantear ya la restricción paulatina a la venta a los más jóvenes, como anunció esta semana el Gobierno de Nueva Zelanda. “Hay más puntos de venta que farmacias, en cualquier momento se puede comprar y eso lo pone difícil a las personas que quieren dejar de fumar, que son el 70% de los fumadores”, explica Raquel Fernández Megina, portavoz de la asociación. Sanidad está abierta a recibir sus aportaciones hasta el 15 de diciembre.

Los especialistas insisten en que lo primordial es atajar el consumo desde el origen, es decir, que los más jóvenes no caigan en la adicción. La edad media de inicio se sitúa en 16,6 años. Ha mejorado: en 1994 los adolescentes comenzaban a fumar de media a los 13,9 años. “El gran reto que tenemos por delante es este, cortar que los jóvenes se inicien. ¿Cómo? Evitando que les llegue publicidad -a veces encubierta- a través de Instagram o TikTok, que las cajetillas sean feas, que no tenga olores ni sabores y haciendo que el precio sea más alto para que les cueste más acceder”, enumera Güeto.



Desde SEPAR propondrán al Ministerio ser más claros en los plazos y concretar mejor en el plan los lugares exteriores que finalmente quedarán libres de humo en la actualización de la ley. El documento que ha trascendido, adelantado por Efe, contempla que estará prohibido fumar en el interior de los vehículos privados y en las playas -en este caso, entre otras cosas por el impacto de las colillas-. “Queremos que se explique claramente que los espacios al aire libre comprenden las terrazas, los estadios deportivos, los parques... Se entiende, pero no se explicita”, indica Jiménez. El Ministerio de Sanidad ya avanzó hace unas semanas que el veto a fumar en las terrazas -que solo algunas comunidades cumplen- por la COVID-19 había abierto un “camino importante” que había que “aprovechar” para convertir la prohibición en permanente.

La prohibición salta a espacios privados

Otro asunto son los coches. Hay un amplio consenso desde hace tiempo en que fumar es peligroso para la seguridad vial. Encender un pitillo distrae durante unos cuatro segundos, según la DGT. Pero también existe un enfoque de salud pública. “Aunque se esté con la ventanilla bajada, la concentración de partículas dentro del coche, por ser un espacio pequeño, es muy alta”, explica Raquel Fernández. Un estudio financiado por la Unión Europea y liderado por el director de la Unidad de Control del Tabaco del Institut Català d'Oncologia, Esteve Fernández, coloca al coche como uno de los lugares más peligrosos para los fumadores pasivos. Solo es comparable, según la investigación de la que informó La Vanguardia, con la exposición cuando estaba permitido fumar en las discotecas. Habrá que esperar para ver cómo se redacta esta prohibición en la ley y si puede plantear algún problema jurídico.

Las sociedades científicas esperan, a falta de concretarse en una ley, que las nuevas restricciones al tabaco sean bien aceptadas por la mayoría de la población. Esta coyuntura, allanada por la pandemia, dista bastante de lo que ocurrió hace una década. Partidos como el PP alertaron del enorme impacto que tendría para los hosteleros la prohibición de fumar en el interior de sus locales y trató, a través de una enmienda en el Senado, que casinos, bingos y salas de juego pudieran reservar el 30% de su espacio a los fumadores.

Los conservadores tampoco reunieron los apoyos suficientes para conceder beneficios fiscales a los empresarios que hicieron obras en sus locales para adaptarse a la ley de 2005, que permitía separar zonas de consumidores y no consumidores en los interiores con mamparas y peceras. Sanidad, en todo caso, buscará un acuerdo nacional en torno a la modificación legal para que sea apoyada por todos los partidos.

"Está aumentando el empoderamiento de la sociedad a la hora de pedir que no le fumen encima y es importante dar herramientas legales para que los ciudadanos puedan defender su derecho a no respirar aire contaminado

Raquel Fernández, portavoz de Nofumadores.org

Parece que hay un buen caldo de cultivo para el consenso. “Antes de la pandemia era más impensable llamar la atención a alguien por fumar, creo que ahora se reivindica más la protección de la salud. La gente está más concienciada y le da más importancia a la salud pública”, opina Güeto, sobre la “oportunidad de oro” que supone el momento actual para endurecer las normas contra el tabaco. Fernández, de Nofumadores.org, lo ve parecido: “Está aumentando el empoderamiento de la sociedad a la hora de pedir que no le fumen encima y es importante dar herramientas legales para que los ciudadanos puedan defender su derecho a no respirar aire contaminado”.

La OMS recuerda que “no hay un nivel seguro de exposición al humo de tabaco ajeno, que provoca anualmente más de 1,2 millones de muertes prematuras y graves trastornos cardiovasculares y respiratorios”.

Es más, los especialistas consideran que las medidas van a ser incluso abrazadas por los propios fumadores. “Muchos de los que vienen a mi consulta las apoyarían porque lamentan la decisión de haberse iniciado en el tabaco”, comparte Güeto, médica de familia en un centro de salud de Navarra. Según una encuesta realizada por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC), un 40% de los consumidores ve bien la prohibición de consumir cigarrillos en las terrazas.

El impacto de la pandemia en la prevalencia del tabaco está aún por cuantificar. El Ministerio de Sanidad ha explorado preliminarmente la situación con una encuesta, que concluye que un 15% de los fumadores disminuyeron su frecuencia de consumo durante el confinamiento y un 10,8% la aumentaron.

Subir el precio, lo más “urgente” y eficaz

Subir el precio de las cajetillas es uno de los grandes objetivos del plan, el más “urgente” para SEPAR. En España el paquete cuesta unos cinco euros, frente a los 10 que se cobra por el mismo producto en Francia. “Es lo más eficaz, puesto que muchos fumadores se plantean el abandono y otros no acceden por primera vez”, apunta Jiménez. La OMS estimó en 2017 que un aumento del 10% en el precio de venta podría reducir un 4 % el consumo en países de ingresos altos y alrededor de un 5 % en los países de ingresos medios y bajos.

El gravamen actual sobre los cigarrillos en España representa el 80% del precio final, según Altadis, la multinacional del sector del tabaco que nació de la fusión de la española Tabacalera y la francesa Seita. En todo caso, para aprobar este punto Sanidad tendrá que ponerse de acuerdo con el Ministerio de Hacienda. El empaquetado neutro, que ya está en vigor en países del entorno, también se contempla en el plan para evitar vincular a los consumidores con una marca y eliminar cualquier estética en los paquetes.

Otra de las patas más importantes de la estrategia es la que comprende a los productos relacionados con el tabaco, como el cigarrillo electrónico. Sanidad quiere “equiparar por ley la publicidad, promoción y patrocinio de productos relacionados y nuevos productos a la existente para productos del tabaco” para evitar que sean una puerta de entrada al consumo para los jóvenes, sobre todo. “Las empresas tabaqueras se han ido colando, trampeando y salvando la legislación que prohíbe la publicidad y el patrocinio, vuelan”, resume Güeto.

"El 60 o 70% de fumadores que usan el cigarrillo electrónico para abandonar el consumo no lo dejan, sino que se convierten en fumadores duales

Carlos Jiménez, expresidente de SEPAR

Los cigarrillos electrónicos, con una solución líquida que lleva entre 0 y 20 miligramos por mililitro de nicotina según la normativa europea, estuvieron en un limbo legal total hasta 2014. Entonces una reforma de la ley del Consumidor prohibió su uso en centros pertenecientes a la administración pública –edificios públicos, colegios, hospitales–, medios de transporte y parques infantiles, y su venta a menores. Pero no están incluidos en la Ley Antitabaco de 2010, ya que esta se refiere a “productos del tabaco y sus derivados”, y éstos no contienen tabaco ni emiten humo.

Un decreto del año 2017 también acabó con su publicidad aunque las marcas han buscado resquicios para seguir anunciándose. Sobre estas promociones encubiertas, la mayoría de las veces en redes sociales, pretende actuar Sanidad. “Estos dispositivos no ayudan a dejar de fumar, sino todo lo contrario. El 60 o 70% de fumadores que los usan para abandonar el consumo, se convierten en fumadores duales (es decir que consumen ambos productos)”, explica Jiménez, cuya organización va a solicitar también a Sanidad que los tratamientos financiados contra el tabaco sean accesibles a cualquier persona que esté “motivada” a dejarlo, sin que tenga que fumar una cantidad diaria necesariamente.

Asociaciones y sociedades médicas están convencidas de que el endurecimiento de las leyes contra el tabaco es “lo más efectivo” para acabar con esta otra epidemia, que “mata a la mitad de las personas que lo consumen y reduce una media de una década la esperanza de vida”, recuerdan desde SemFYC. El nuevo plan de Sanidad se dirige a una meta, marcada por la Organización Mundial de la Salud: reducir un 30% el consumo para el año 2025 en comparación con los datos de 2010. A finales de 2019, antes de la pandemia, la OMS dijo que solo 32 países estaban en vías de llegar al objetivo a tiempo.

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