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El Orgullo toma la calle y planta cara al retroceso en derechos LGTBI que impulsa la ultraderecha global

Manifestación del Orgullo LGTBIQ+ 2025

Marta Borraz

5 de julio de 2025 19:23 h

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Celebrar quienes son, pero también advertir de lo que no están dispuestos a perder. Con esta doble convicción ha salido este sábado a las calles de Madrid la manifestación estatal por el Orgullo que cada año congrega en la capital a miles de personas y que esta vez hace memoria y quiere plantar cara a la ofensiva ultra que se extiende globalmente. Porque lo que desde hace años se dibuja como una amenaza para los derechos LGTBI ya no es solo una advertencia: está aquí y desmantela avances legislativos en una arremetida coordinada en pleno ascenso.

Bajo el lema “20 años avanzando en derechos: ni un paso atrás”, la marcha ha arrancado pasadas las 7 horas de la glorieta de Atocha bajo un cielo nublado pero un intenso calor. Lo ha hecho a ritmo de la canción “A quien le importa”, de Alaska y Dinarama y bajo el grito unánime de “Ni un paso atrás.

Poco rato antes de que diera comienzo la marcha, la organización –COGAM y la Federación Estatal LGTBI+– han recordado que hace tan solo una semana las calles de Budapest se llenaron de miles de personas en el Orgullo de la capital húngara frente a la prohibición del ultraderechista Viktor Orbán. Un veto que forma parte de la corriente ideológica que en muchas partes del mundo está cercenando derechos LGTBI.

“La ola reaccionaria de odio crece año a años y nos quiere ocultas y en el armario”, ha empezado señalando Ronny de la Cruz, presidente de COGAM, que ha rememorado cómo en Budapest “toda la población civil llenó las calles de diversidad frente al odio y a Orbán le pasó por encima el arcoíris. Este debería ser el ejemplo para todos los gobiernos que quieren prohibirnos y devolvernos al armario”. “Nos quieren hacer creer que somos una minoría amenazante, pero somos una mayoría que cree en la diversidad y el respeto y eso lo vamos a demostrar hoy en Madrid”, ha añadido Paula Iglesias, presidenta de la FELGTBI+.

Un grupo de personas portan una gran bandera LGTBI

De la Cruz ha aprovechado que el Partido Popular celebra este fin de semana su congreso para reclamarle que pida disculpas por el “infame” recurso contra el matrimonio igualitario ante el Tribunal Constitucional: “Ya es hora: pidan perdón”, ha exclamado. Precismente, uno de los leitmotiv de la marcha es reivindicar la reforma que permitió las bodas de parejas del mismo sexo, que acaba de cumplor 20 años.

El mensaje a los populares, que no han acudido a la manifestación, ha sido secundado por la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que acompañaba a las entidades organizadoras desde el inicio. “El PP tendría hoy una grandísima oportunidad para rectificar”, ha afirmado la líder de Sumar, que ha insistido en la advertencia sobre la ofensiva reaccionaria: “La extrema derecha viene por los márgenes pero apunta al centro, quiere colonizar la esencia de la democracia. Hago un llamamiento a defender los derechos humanos en todo el mundo porque van a por todas pero no lo van a conseguir”.

Los ejemplos se reproducen en varios países del mundo, de Hungría a Estados Unidos, pero también en comunidades y ayuntamientos en los que gobiernan Vox y el Partido Popular, que han vuelto a negarse un año más en muchos de ellos a colocar banderas arcoíris este mes y que capitanean el recorte de leyes LGTBI en Madrid o en la Comunitat Valenciana. “Ni un paso atrás”, han vuelto a corear los manifestantes a su paso por Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid, que sido uno de los consistorios ha rechazado de nuevo hacer ondear la bandera LGTBI en su fachada.

La cabeza de la manifestación del Orgullo

A lo largo de un recorrido que este año estaba completamente vallado, miles de personas atestaban los márgenes del madrileño Paseo del Prado observando la marcha pasar y esperando a las carrozas de empresas, colectivos y partidos políticos que llegarían después. Muchos curiosos buscan la foto de Yolanda Díaz o la ministra de Sanidad, Mónica García, ambas en la cabecera. Junto a ellas, sujetaba la pancarta principal el diputado del PSOE, Víctor Gutiérrez, el director general de diversidad del Ministerio de Igualdad, Julio del Valle, y varios concejales y diputados en la en el Ayuntamiento y la Asamblea de Madrid. Entre ellos, los socialistas Reyes Maroto o Santi Rivero, la portavoz de Más Madrid, Manuela Bergerot, Eduardo Rubiño, Jimena González y la también senadora Carla Antonelli. Les acompañaba la exdiputada de Izquierda Unida Marisa Castro, que defendió el matrimonio igualitario a principios de los 2000.

Dos personas en la manifestación del Orgullo

Desde una hora antes de que diera comienzo la marcha, numerosas personas, colectivos y grupos de amigos se daban cita en los alrededores de Atocha. Dentro de la marea arcoíris iban Isabel y Ana, dos amigas de 55 y 49 años que han venido al Orgullo aunque no son LGTBI “porque los derechos humanos hay que reivindicarlos igual”. “Hoy es quizá más importante y tenemos más razones que nunca”, describe Isabel, que cuenta la experiencia que han vivido acudiendo a la manifestación y que les hace convencerse “todavía más de que hay que estar aquí”. “Mientras veníamos un hombre nos ha empezado a gritar si no nos daba vergüenza, que estamos enseñando en los colegios a los niños de cuatro años a masturbarse”, explica Isabel ataviada con abanico, pulsera y vestido arcoíris.

Una persona en la manifestación del Orgullo

“No nos podía echar para atrás el calor”

Precisamente la instrumentalización de la infancia para restringir derechos LGTBI es uno de los elementos comunes a la ultraderecha en todo el mundo. La supuesta proteccion de niños y niñas es, de hecho, el pretexto que usa Orbán en Hungría para aprobar sus leyes homófobas. “Viendo lo que está pasando en otros países da mucho miedo”, dice Raquel, de 30 años, que ha venido junto a su novia Tania. “Este año no nos podía echar para atrás el calor. Mucha gente ha empezado a tener miedos que antes no había sentido, hemos retrocedido en muchos aspectos”, resume esta última. La pareja, que se casa el año que viene, cree también que es “fundamental” recordar el 20 aniversario del matrimonio igualitario. “Creo que en nuestra generación hemos crecido dándolo por hecho pero hay que valorarlo”, afirman.

Les siguen las familias LGTBI agrupadas en la organización Galehi. Tania, de 37 años, empuja un carrito de bebé y camina junto a su mujer y sus dos hijos de 8 meses y 7 años, que se manifiesta con ellas. El niño tiene claro por qué estaba en las calles: “Para que las familias de dos mamás y dos papás sigan existiendo”, dice entre vergonzoso y decidido. “Lo que está pasando nos preocupa, sobre todo pensando en el futuro de ellos, en cómo va a ser cuando crezcan y quieran ser lo que quieran ser”, sostiene Tania, que explica que desde que los niños nacieron pasaron de ver el Orgullo como espectadoras a manifestarse.

Un grupo de personas posan con la bandera trans

“Diversidad rural, Orgullo universal”, corean detrás de la pancarta de la asociación castellanomanchega Bolo Bolo. Los colectivos vienen de diferentes provincias y pueblos de España que ya han celebrado sus Orgullos en las semanas previas. Banderas trans, arcoíris, no binarias o bisexuales llenan de color la calle mientras varias batucadas animan el trayecto. Desde la barrera, un hombre moja a quienes van dentro de la marcha con una pistola de agua. “Sale de la armario la I de intersex”, clama a su lado un grupo que también viene de Castilla-la Mancha. Detrás, llegan el colectivo de mayores LGTBI Fundación 26 de diciembre o la asociación por la diversidad en la ciencia PRISMA.

"El odio nos señala, pero no nos borra"

Muchos jóvenes pero también mayores han asistido a una manifestación que demuestra que aún queda mucho por lograr y que los derechos “no pueden darse por logrados”, dice Liam, de 14 años, que se define como de género no binario. Pero ella, que utiliza todos los pronombres, está aquí principalmente por un motivo personal: “He venido porque los padres de mi pareja no nos dejan vernos y tenemos que hacerlo a escondidas”, dice. Su pareja es también una persona no binaria, pero Liam, que ha venido con su abuela y lleva una bandera trans atada al cuello, explica que para los progenitores de su pareja “ambas somos leídas como mujeres, por lo que es una relación que no aceptan”.

Un grupo de personas con pancartas por los derechos trans

La cabecera de la manifestación ha llegado a Colón, el final del recorrido, donde dentro de un rato comenzarán los conciertos. Antes, el Orgullo quiere dejar claro con la lectura del manifiesto que detrás hay también reivindicación: “No volveremos al miedo, al silencio ni a los márgenes. 20 años después seguimos aquí. Más fuertes, más visibles, más orgullosas. Porque no nos esconderemos. Porque no daremos ni un paso atrás. Porque somos el futuro que soñamos”.

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