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Primo de Rivera puede salir antes del Valle de los Caídos que las víctimas trasladadas por Franco: “Sería indigno”

Cuadro que representa a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange.

Marta Borraz

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Ya está puesto el contador a cero para la exhumación del Valle de los Caídos de José Antonio Primo de Rivera. Desde este viernes, la ubicación de los restos del fundador de la Falange es contraria a la Ley de Memoria Democrática, que acaba de entrar en vigor. No hay calendario ni todavía una fecha prevista para el traslado, pero se atisba un proceso despejado de obstáculos dado que cuenta con el apoyo de la familia. Todo lo contrario a las exhumaciones de los republicanos represaliados, que, de momento, han quedado encalladas en la Justicia tras décadas esperando.

La cuestión es que estas últimas obras dependen ahora del Tribunal Supremo. El pasado junio el Tribunal Superior de Justicia de Madrid levantó las cautelares que hasta ese momento habían frenado el proceso, pero este dictamen fue recurrido y un juez ha dictado que la licencia de obras debe esperar a que haya sentencia firme. Si el Supremo acepta el recurso, los plazos pueden alargarse e incluso llegar al año hasta que se pronuncie sobre el fondo del asunto. Si no admite el recurso habrá luz verde, informa Alberto Pozas.

Por eso, la primera opción puede derivar en que uno de los principales inspiradores del golpe de Estado de 1936 que originó la guerra y la dictadura acabe saliendo de Cuelgamuros antes que sus víctimas. O que también antes abandone la basílica de la Macarena de Sevilla Gonzalo Queipo de Llano, definido como uno de los mayores criminales de guerra que llevó el terror a los pueblos andaluces. Se calcula que bajo su mando se ordenaron unos 40.000 asesinatos. Ambos deben ser exhumados de los lugares de enterramiento destacados que ocupan, según la nueva norma.

El artículo 54.4 del texto establece que en el Valle de los Caídos solo podrán yacer los restos de personas fallecidas en la Guerra Civil, pero ninguna podrá ocupar un “lugar preeminente en el recinto”, como es el caso de Primo de Rivera, enterrado a los pies del altar mayor de la basílica. Y el 38.3 dictamina que los restos de dirigentes del golpe militar tampoco podrán estar en “lugares preeminentes de acceso público” distinto a un cementerio, como es la basílica sevillana en el caso de Queipo de Llano.

“No se puede saber”

Sobre si estos dos traslados serán antes que los de los republicanos represaliados, el abogado especializado en memoria histórica Eduardo Ranz asegura que “ahora mismo no se puede saber”. En el caso del fundador de la Falange, Patrimonio Nacional debe autorizar los trabajos como propietario del Valle de los Caídos y el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial emitir la licencia de obra. “Lo previsible es que nadie se opondrá, esa es la diferencia y la ventaja en este caso”, añade Ranz, que recuerda que la familia se ha mostrado dispuesta.

Por su parte, la Secretaría de Estado de Memoria Democrática no apunta a ninguna fecha y remite a Patrimonio Nacional, que no ha respondido a la consulta de este medio. Aún así, la ley establece para el cumplimiento de lo dispuesto en la norma un procedimiento que debe iniciarse con acuerdo del Consejo de Ministros y que estipula distintas fases que pueden alargarse unos dos meses para resolver el lugar al que se llevarán los restos. En total, el texto específica que el procedimiento caducará, en su caso, a los doce meses.

Sin embargo, nadie espera que se alargue tanto. Al contrario de lo que ocurrió con Franco, la familia de Primo de Rivera quiere que sus restos sean trasladados a un camposanto “sagrado”, ya que la Ley de Memoria Democrática convierte Cuelgamuros en un cementerio civil. Los descendientes han pedido que se haga “dentro de la intimidad” y que el traslado “no pueda convertirse en una exhibición pública propensa a confrontaciones de ninguna clase entre españoles”. Primo de Rivera fue juzgado por la República por sublevación, fusilado en 1936 y enterrado en una fosa común. Al terminar la guerra, fue trasladado al Monasterio de El Escorial y en 1959 a su ubicación actual por decisión de Franco.

“Ciudadanos de tercera y de cuarta”

En otra situación muy distinta están las más de 100 familias que esperan poder recuperar a sus seres queridos, víctimas de la Guerra Civil y la dictadura que fueron llevados al mausoleo franquista sin su autorización ni conocimiento. Llevan mucho tiempo aguardando y transitan un camino plagado de obstáculos, a pesar de que incluso una de las familias, la de los hermanos Lapeña, tiene una sentencia judicial desde 2016 que autoriza la exhumación. Pero los retrasos primero y ahora los recursos de sectores profranquistas y la decisión del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial siguen sin posibilitarlo.

“Estamos convencidos de que antes que nuestros familiares van a salir Primo de Rivera y Queipo de Llano y que nos quedaremos, de nuevo, para lo último. Nos sentimos ninguneados y ciudadanos no de segunda, sino de tercera y cuarta clase”, denuncia Silvia Navarro, presidenta de la Asociación de Familiares Pro Exhumación de los Republicanos enterrados en el Valle.

Cuando las exhumaciones parecían ya encarriladas y el Gobierno ya había iniciado los trabajos, los recursos en cascada contra la decisión lograron frenar el proceso. Una jueza impuso su paralización como medida cautelar, que después fue levantada por el TSJ de Madrid. Sin embargo, la alcaldesa de San Lorenzo de El Escorial no reactivó la licencia argumentando que debe esperar a que haya sentencia firme. Un juzgado le dio la razón hace un mes y, por eso, la decisión recae ahora sobre el Tribunal Supremo, que debe estudiar los recursos presentados contra el levantamiento de las cautelares.

Algo más optimista se muestra Joan Pinyol, cuyo abuelo murió siendo prisionero de las tropas franquistas en marzo de 1939. “Esperemos que se imponga la sensatez y lo que es digno y humano”, señala. Su abuelo nunca llegó a participar en batalla, estuvo en una retaguardia hasta que los sublevados le apresaron. Falleció de tifus “por las condiciones nefastas” en las que estuvo. Fue inhumado en una fosa común de un cementerio de Lleida. “Durante muchos años íbamos a llevar flores allí”, recuerda Joan, que en 2008 descubrió que le habían trasladado al Valle de los Caídos en 1965.

“Cuando iban a exhumar a Franco yo ya dije que los primeros tenían que ser los que nunca tuvieron que llevarse allí, como mi abuelo y tantos otros”, lamenta. Joan pronostica “vía libre” para el traslado de los restos de Primo de Rivera, pero cree que es “paradójico” que ellos sigan esperando. Algunas familias llevan desde el año 2000 reclamando los restos de sus seres queridos. “Sacarle tendrá sentido político, pero luego está la lucha humana que defendemos nosotros. La familia lo ha solicitado y probablemente se producirá, pero sería indigno que pasara antes”, añade.

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