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Cuatro historias de profesores interinos que muestran la precarización de las aulas

Mely de la Cruz, en una de sus clases de francés en una escuela oficial de idiomas madrileña.

Laura Olías

Miles de profesores engrosan las listas del paro cuando despiden a los que han sido sus alumnos durante el curso. Dicen adiós, además, sin saber en qué centro trabajarán el próximo curso. O si lo harán. Desde hace tres años los docentes interinos son despedidos durante los meses de verano para que la Administración se ahorre su salario durante las vacaciones. Además, la mayoría sufre una reducción de sus jornadas laborales desde el inicio de la crisis. Según los sindicatos, las comunidades autónomas están abusando de esta fórmula de contratación, cada vez más precaria, mientras reducen el número de funcionarios: las plazas que dejan libres los que se jubilan apenas salen a concurso en las oposiciones.

David Martín, profesor de Matemáticas de Secundaria e interino desde hace 15 años, resume las características de este tipo de docentes: “El trabajo de un interino es exactamente el mismo que el de un funcionario con plaza, lo único que no ha conseguido es esa vacante aunque haya aprobado incluso una oposición”. Mely de la Cruz, docente interina de Francés en diferentes escuelas de idiomas desde 1989, insiste en que el recurso a estos profesionales se debería justificar por “urgencia y necesidad, pero se ha convertido en una forma de tener una bolsa de empleo permanente”.

Lo que debería ser una fórmula temporal para acceder a una plaza fija en el sistema de educación pública se está eternizando con el descenso de oferta de empleo público. Cuando el Partido Popular llegó al Gobierno en 2011 congeló estas ofertas mediante real decreto y dejó la tasa de reposición en Educación y Sanidad en un 10%. “Esto significa que de cada 100 profesores que se jubilan solo se sacan a concurso 10 plazas”, explica Carlos López Cortiñas, secretario general del sindicato FETE-UGT.

Pero los profesores dejan atrás aulas cada vez más llenas de alumnos. Este curso eran casi ocho millones de estudiantes, “por lo que muchas veces no pueden hacer desaparecer esas plazas, así que las están ocupando con profesores interinos”, critica Francisco Javier García, secretario de Enseñanza Pública no Universitaria de CCOO. Según los últimos datos del Ministerio de Hacienda, de enero de 2014, la educación pública no universitaria ha perdido más de 24.000 docentes, de los que casi 20.000 eran funcionarios.

El número de profesores interinos es “prácticamente imposible de calcular”, afirman los portavoces de los sindicatos Comisiones Obreras y UGT. Las cifras oficiales de Hacienda sitúan su número en cerca de 84.000 en las etapas educativas no universitarias. “Ese dato es nominal; cuenta los profesores y no las plazas, con lo que no es un registro válido para hablar de cuántas plazas se han perdido en educación”, afirma Francisco Javier García, secretario de Enseñanza Pública no Universitaria de CCOO.

Una de las dificultades para estimar el número de interinos radica en el aumento de las jornadas parciales. “Un profesor interino puede estar dando tres horas de clase en un instituto y además tener que ir a otro centro a impartir otras clases”, ejemplifica el portavoz de UGT. Según calcula CCOO, “desde 2010 las sustituciones de jornadas parciales se han ido multiplicando hasta representar la mitad de las plazas cubiertas por interinos”.

Ahorrarse profesores

Jorge Yustos, de 58 años, es profesor interino de Electricidad de Formación Profesional desde hace 22 años y ha visto empeorar sus condiciones laborales gradualmente, con un bache sin salida desde el inicio de la crisis. En Formación Profesional (FP), “el experimento que la Comunidad de Madrid se ha inventado con la FTC ampliada, con nueve meses de prácticas, lo que ha hecho es ahorrarse profesores y mandar a los alumnos a trabajar a las empresas”, critica. Lo mismo ha ocurrido con el aumento de horas lectivas por docente, asegura Mely de la Cruz, que se han perdido en horas de apoyo y de actividades complementarias.

Las jornadas parciales, así como las itinerantes (en varios centros), son opcionales. Listas a las que los aspirantes pueden apuntarse para tener más opciones de que los llamen. “En Francés solo había dos plazas vacantes a tiempo completo para este curso en la Comunidad de Madrid. Si no me apuntase a la jornada parcial, no trabajaría”, explica De la Cruz. Este curso, “aunque suene triste”, Mely está contenta porque trabaja “tres cuartos de jornada”. El año pasado solo estaba empleada a un cuarto de jornada. “Me gastaba el dinero en gasolina”, indica la mujer.

Para los profesores, la precarización de sus puestos de trabajo rozó lo inaguantable cuando, desde hace tres años, dejaron de pagarles el verano. “El 30 de junio nos vamos al paro y, a mí que me queda poco para jubilarme, me están rebajando la pensión porque esos meses reducen la base de cotización”, cuenta Jorge Yustos. El profesor de FP tiene compañeros que están gastando sus meses de paro. “Si no te cogen al próximo curso, pues aún más y así”, lamenta. Mely tiene abiertas dos denuncias en la Justicia contencioso-administrativa por este aspecto. “No tengo miedo a reclamar lo que es nuestro”, afirma tajante.

Mercedes, maestra de Primaria, se ha quedado este curso sin trabajar por los cambios que la Comunidad de Madrid ha establecido en las listas de interinos, en las que cuenta menos la experiencia. La maestra acumulaba más de diez años impartiendo clase de matemáticas, lengua y conocimiento del medio. “Han sustituido maestros y profesores expertos por otros sin experiencia para ahorrarse los derechos de antigüedad y que no les protesten, ya que estos profesores nuevos no conocen las antiguas condiciones laborales y les es más fácil tratarlos como a corderitos”, critica.

Los alumnos pierden la continuidad

Las condiciones de los profesores se deja notar en su trabajo. “La Administración está imponiendo criterios economicistas que empeoran el nivel educativo”, señala Carlos López, secretario general de FETE-UGT. David Martín coincide en que esta situación perjudica a sus alumnos. “En septiembre, son otros profesores los que corrigen los exámenes de los alumnos que han suspendido. No saben cuál es su trayectoria ni sus dificultades porque no los conocen”, dice.

La unidad de un equipo educativo también se pierde con esta fórmula, que manda a distintos profesores a los colegios e institutos cada curso. De este modo, no se pueden poner en marcha proyectos a largo plazo. En el caso de David, aficionado a la fotografía, ha pensado en alguna ocasión organizar actividades artísticas con los chavales. “Pero para qué, si no va a dar tiempo a consolidar el proyecto”, lamenta.

Mercedes también deja a sus alumnos con la sensación de abandonar algo a medias. “Siempre te involucras y tienes ganas de continuidad para llevar a sus últimas consecuencias las actuaciones educativas que aplicas y que tendrán su efecto cuando tú ya no las puedes ver. De continuarse podrían conseguir mucho más y llegar más lejos”, piensa.

Al final, los sindicatos y profesores coinciden en que los más perjudicados serán los alumnos con más dificultades. Aquellos que requieren un trato más personalizado y que se encuentran perdidos en aulas con ratios cada vez más elevadas. “Las horas de apoyo se han reducido porque contratan a los interinos en jornadas parciales, solo con las horas lectivas. Antes tenías alguna hora extra en las que se hacían estas horas complementarias”, afirma Jorge Yustos. Carlos López (UGT) recuerda el último golpe para estos alumnos: “Un recorte de casi el 90% en educación compensatoria”.

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