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La arqueología vuelve a Nubia para explicar por qué se tatuaba la cara a los hijos y qué papel tenía esa decisión

Las comunidades del valle del Nilo construyeron una identidad propia a través del cuerpo

Héctor Farrés

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Los nubios fueron un antiguo pueblo del valle del Nilo que desarrolló una cultura singular marcada por la mezcla entre influencias africanas y egipcias. Habitaron las regiones que hoy corresponden al norte de Sudán y al sur de Egipto, donde establecieron reinos organizados y una tradición artística, religiosa y funeraria muy rica. En sus comunidades, las costumbres relacionadas con el cuerpo desempeñaban un papel muy importante: el peinado, las cicatrices, las pinturas o los tatuajes servían para indicar estatus, edad o pertenencia a determinados grupos.

También mantenían prácticas consideradas extrañas desde la perspectiva actual, como modificar el cráneo en los primeros años de vida o tatuar el rostro a los niños pequeños. Estas costumbres, documentadas en contextos arqueológicos, revelan un modo de entender el cuerpo como vehículo de identidad y espiritualidad. Con ello se explica por qué los investigadores actuales buscan comprender cómo y por qué el tatuaje llegó a tener tanta importancia en la sociedad nubia.

Un estudio arqueológico documentó tatuajes faciales en bebés y niños muy pequeños

El equipo dirigido por la arqueóloga Anne Austin publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) un estudio que analizó más de 1.000 restos humanos procedentes de tres yacimientos del valle del Nilo. El hallazgo confirmó la existencia de tatuajes faciales en 27 individuos, muchos de ellos niños muy pequeños. Los investigadores documentaron casos tan extremos como el de una niña de tres años con dos tatuajes superpuestos y el de un bebé de siete meses y medio con pigmentos visibles en la frente. El estudio plantea que estas marcas pudieron formar parte de rituales cristianos de protección o de iniciación.

La adopción cristiana transformó prácticas anteriores sin hacerlas desaparecer

El trabajo se realizó con técnicas de imagen multiespectral que permiten observar trazos invisibles al ojo humano en piel momificada. Gracias a ese método, el equipo internacional localizó diseños geométricos repetidos en las frentes y sienes de varios individuos. La mayoría de los motivos eran grupos de puntos y líneas dispuestos en forma de rombo, un patrón que algunos especialistas interpretan como una representación de la cruz. Las herramientas empleadas, probablemente punzones metálicos o cuchillos afilados, dejaron incisiones limpias y profundas, diferentes de las que producían las agujas vegetales o de hueso utilizadas en épocas anteriores.

El contexto religioso de la Nubia cristiana entre los siglos VII y X d.C. es necesario para comprender el sentido de esos tatuajes. La región fue un importante centro del cristianismo africano, con contactos intensos con Bizancio y Egipto. Marcar el cuerpo de los niños con símbolos sagrados podía entenderse como una forma de asegurar su protección espiritual o su integración en la comunidad cristiana. Las tasas de mortalidad infantil eran altas y este gesto ritual habría simbolizado la pertenencia a una fe que ofrecía consuelo y salvación.

La expansión del cristianismo influyó en la forma de marcar a los menores

El hallazgo de estos tatuajes infantiles se suma a otros descubrimientos que muestran cómo el cristianismo no sustituyó las tradiciones locales, sino que las transformó. En lugar de desaparecer, las prácticas corporales se adaptaron a los nuevos códigos religiosos. En Kulubnarti, una de las necrópolis estudiadas, el 19% de los cuerpos presentaban tatuajes, un porcentaje sin precedentes en la región. De ese modo, el tatuaje pasó de ser un gesto reservado a las mujeres a convertirse en una señal pública de fe que incluía también a hombres y niños.

Fenómenos similares se conocen en otras partes del mundo. En la Europa medieval, por ejemplo, los padres marcaban la frente de los recién nacidos con aceite o ceniza en forma de cruz como símbolo de protección. Estas coincidencias muestran que las fronteras culturales eran permeables y que distintas sociedades usaban el cuerpo para expresar pertenencia religiosa o pedir amparo frente a la enfermedad y la muerte. En el caso nubio, los tatuajes conservados en la piel momificada constituyen una prueba de esa antigua relación entre fe, infancia y cuerpo.

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