En esta isla griega, de tamaño parecido a la de El Hierro, sus habitantes suelen vivir 100 años
La historia de Grecia está frutada de historias, mitos y leyendas, imposibles de recoger en un solo libro. Las batallas y los héroes se han ido sucediendo a lo largo de la historia del país mediterráneo, del que son piropeadas muchas de sus más de dos mil islas de atardeceres imposibles de olvidar. Se come bien y de manera muy sana y, además, los anfitriones suelen ser amables con los agradecidos turistas, por mucho que abarroten algunas de sus islas más conocidas. Pero, ¿también se vive más que en otros rincones del planeta?
La respuesta es afirmativa si uno se fija en la edad de los habitantes de Icaria, una isla situada concretamente en el mar Egeo, a medio camino entre las islas de Samos y la de Naxos. Y es que muchos de los nueve mil vecinos de esta apacible isla, cuyo tamaño, 254 kilómetros cuadrados, recuerda al de la isla canaria de El Hierro (de, en este caso, 268 kilómetros cuadrados), superan con creces los 90 años. Y no son pocos los que viven más allá de la mítica barrera de los 100 años. ¿Mera casualidad?
Vida tranquila
Los estudiosos de la idílica isla de Icaria aseguran que una de las razones que explican tanta longevidad es, precisamente, la calidad de vida que ofrece la isla, lo que provoca que sus habitantes lleven una vida armónica y sosegada. Dicen los expertos en la materia que, por ejemplo, en Icaria siempre ha habido una tendencia al intercambio de bienes, de manera que cuando alguien necesita algo recurre a sus vecinos, en un clima de plena confianza. Hay incluso quien asegura que si entras en una tienda y no está el dueño puedes coger lo que necesites y dejar el dinero en el mostrador. O que hay poca presencia policial.
La fama de la isla y su longevidad comenzó en torno al año 2002, cuando un grupo de investigadores buscó los lugares del mundo en los que la gente vive más tiempo y así poder estudiar sus hábitos. Y ahí descubrieron que los que viven en Icaria lo hacen más tiempo que sus propios compatriotas griegos y mucho más que los del resto de Europa. Se trata de una isla que también ofrece muchas opciones para realizar senderismo, práctica que evidentemente va también ligada a la longevidad.
El alto porcentaje de ciudadanos nonagenarios y centenarios también lo genera una buena dieta, cuyos protagonistas principales son las verduras, el vino casero, la miel de brezo, el aceite de oliva o lácteos producidos con leche de animales del lugar. Y poca carne. Una de las esperanzas de vida más altas del mundo también tiene que ver con los paisajes preciosos de la isla, como por ejemplo las playas de Nas, Yialiskari, Iero, Seychelles, Messakti, Livadi o Ammoudaki, además de los pueblos de Evdilos, Akamatra, Armenistis o Gialiskaris.
Otra de las razones que podrían explicar por qué viven tantos años los habitantes de esta isla, además de que no suelen llevar reloj, es la cantidad de lugares donde brotan aguas termales subterráneas. Uno de estos “santuarios” de aguas saludables es la ciudad balnearia de Therma, centro turístico de hidroterapia conocido por sus aguas calentadas por radiación. Y otro sería el manantial Athanato Nero. La oferta para darse un baño relajante es tan amplia en toda la isla que es lógico pensar que dichas aguas también colaboren a la longevidad de quienes viven todo el año en este paraje heleno, al que acuden viajeros en búsqueda de tratamientos contra diversas enfermedades y afecciones.
Si lo que uno busca, en cambio, propiedades curativas al margen, son rincones de la historia y la cultura de la isla, toca entonces visitar los museos arqueológicos de Fourni y Agia Irini, las ruinas del Odeón romano en Kampos o las de Drakano, donde aún se pueden contemplar la acrópolis, la muralla y las viviendas de épocas anteriores. La capilla bizantina de Theoskepasti, construida con piedras dentro de una cueva, es otro aliciente, ya que en ella se pueden encontrar íconos bizantinos que se cree fueron esculpidos en madera en el siglo XIX. En el monasterio de Moni Theoktistis, construido en el siglo XV, se pueden contemplar frescos y otras piezas de arte rodeadas de la naturaleza más griega.
Icaria, por último, hay que recordar que debe su nombre por creer que el héroe Ícaro cayó en este lugar. En el mismísimo aeropuerto de esta isla de Grecia hay una escultura en homenaje a uno de los primeros accidentados aéreos. El hijo de Dédalo escapó del laberinto de Creta volando con alas de cera que, asegura la historia, se derritieron al acercarse demasiado al sol. El atrevido joven cayó al mar ahogándose, y dicho mar y dicha isla fueron denominados con el nombre del héroe fallecido.
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