Los orangutanes no solo gritan: su forma de comunicarse sigue reglas similares a las del habla humana
Una hembra de orangután se encaramó con agilidad al tronco de un árbol, lanzó una ráfaga de sonidos secos y espaciados, luego se detuvo en silencio total. Diez segundos después, emitió una nueva serie, con el mismo ritmo exacto. Los investigadores se miraron entre sí y volvieron a comprobar los equipos: los tiempos coincidían. Lo que habían grabado no era una casualidad. Esa estructura, repetida hasta tres veces en secuencias independientes, acababa de reventar un viejo supuesto científico.
El trabajo, liderado por Chiara de Gregorio y publicado en Annals of the New York Academy of Sciences, ha revelado que los orangutanes salvajes utilizan patrones vocales con una complejidad jerárquica muy poco habitual fuera del lenguaje humano.
Un sistema vocal con niveles encadenados y pausas exactas según la situación
Lo llamativo no está solo en la variedad de sus llamadas, sino en la forma en la que las agrupan: una triple estructura rítmica encadenada. Cada nivel de estas combinaciones presenta pausas concretas, que varían según el tipo de amenaza percibida, y forman lo que los expertos describen como un sistema recursivo de tercer orden.
El equipo trabajó con siete hembras de orangután de Sumatra, a las que se presentaron figuras camufladas con aspecto de tigre —un depredador habitual en su entorno— y otras con colores artificiales. Las vocalizaciones emitidas fueron analizadas con herramientas acústicas avanzadas.
Así descubrieron que los sonidos no se organizaban al azar. Primero, se agrupan en combinaciones separadas por menos de 0,2 segundos. Después, esas combinaciones forman ráfagas, con pausas de hasta 2 segundos. Y por último, las ráfagas componen series completas, que incluyen silencios de hasta 20 segundos entre una y otra.
Este patrón fue constante en todas las grabaciones válidas. Los investigadores midieron los intervalos entre los sonidos y calcularon relaciones numéricas conocidas como isocronías. Según explican en su estudio, los orangutanes mantienen proporciones exactas entre los tiempos de emisión de cada nivel vocal, lo que constituye una señal clara de organización compleja.
Esta capacidad podría venir de lejos y no ser exclusiva de nuestra especie
De Gregorio apunta que, al revisar los datos acústicos obtenidos en el bosque de Ketambe, el grupo científico comprobó que “su estructura rítmica estaba autoanidada en tres niveles: una recursión de tercer orden impresionante”. En sus palabras, esta propiedad cuestiona que la recursividad sea exclusiva del lenguaje humano.
Otro de los hallazgos relevantes del estudio tiene que ver con la forma en que los orangutanes ajustan el ritmo vocal según el tipo de amenaza. En presencia del modelo que imitaba a un tigre, las ráfagas de sonidos eran más frecuentes y regulares. Ante estímulos considerados irrelevantes, el ritmo se volvía más lento e irregular. Esa flexibilidad sugiere que las llamadas no son simples reflejos, sino que contienen información contextual sobre el entorno.
La hipótesis que plantean los autores es que esta capacidad habría ofrecido ventajas evolutivas a los ancestros de los grandes simios. Poder transmitir datos sobre riesgos externos de forma precisa habría facilitado la supervivencia en entornos con escasa interacción social directa. Es decir, en grupos donde no todos los miembros permanecen juntos, como sucede con los orangutanes en libertad.
Hasta ahora, la idea más aceptada en lingüística era que la recursividad emergió de forma abrupta en los humanos, sin antecedentes claros. Sin embargo, este estudio refuerza un enfoque distinto. El equipo sostiene que estas operaciones podrían haber evolucionado poco a poco en distintas especies, extendiéndose por distintos sexos, zonas geográficas, tipos de vocalización y contextos de uso.
Por eso resulta relevante que estas secuencias se hayan identificado también en llamadas sexuales de machos de Borneo, como ya se había documentado en trabajos previos. Esa diversidad de situaciones refuerza la posibilidad de que la recursividad vocal tenga raíces compartidas entre distintos homínidos.
Además, el análisis ha confirmado que los orangutanes consiguen mantener una estructura de llamada basada en tempos superiores a los diez segundos, algo muy poco común en primates. Según los investigadores, esa duración permite al animal observar su entorno antes de emitir la siguiente secuencia. También explican que una posible razón para estas pausas largas podría ser la necesidad de descanso físico o mental entre ráfagas.
La forma del cerebro podría estar detrás de estos patrones vocales complejos
El estudio abre nuevas vías para comprender cómo se organizan las vocalizaciones de otros grandes simios y si estas también podrían contener estructuras anidadas. Los investigadores sugieren que podría existir una conexión directa entre el modo en que el cerebro organiza la información y la forma en que se articula la voz. En especies como los orangutanes, cuyo cerebro presenta capas estructuradas, esa arquitectura interna podría reflejarse en patrones vocales complejos.
Algunos trabajos recientes en neurociencia apuntan a que el lenguaje humano también se basa en redes que operan en escalas temporales diferentes, donde cada una procesa partes distintas del discurso. De confirmarse esta conexión, los hallazgos en orangutanes podrían servir para reconstruir cómo surgieron las bases del lenguaje a lo largo de la evolución.
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