Un Stradivarius de más de 300 años que se perdió tras la caída de Berlín podría haber cambiado de nombre y de continente

Nimura no quiere saber nada de esta búsqueda

Héctor Farrés

27 de julio de 2025 15:00 h

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Cremona se convirtió en el corazón mundial de la artesanía musical gracias a un hombre que supo convertir cada violín en una pieza irrepetible. La figura de Antonio Stradivari marcó un antes y un después en la historia de la construcción de instrumentos, no solo por la calidad acústica de sus creaciones, sino por la manera en que redefinió los estándares de excelencia que aún hoy se consideran insuperables.

Su forma de trabajar, detallada y minuciosa, combinaba técnicas familiares transmitidas por generaciones con soluciones propias que elevaban cada violín al rango de obra maestra. A lo largo de más de seis décadas de actividad, dejó un legado que ha fascinado a músicos, coleccionistas y estudiosos, convirtiéndose en el referente absoluto del virtuosismo luthier. Aunque sus violines han estado vinculados históricamente a grandes solistas y salas de concierto, uno de ellos, fechado en 1709, terminó desapareciendo en mitad del caos tras la caída de Berlín.

La desaparición de un instrumento histórico se produjo en plena retirada del ejército alemán

El instrumento pertenecía a la familia Mendelssohn-Bohnke, un linaje con fuertes lazos con la música y las finanzas alemanas. Durante los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial, el Stradivarius quedó almacenado en una caja fuerte del banco familiar, bajo amenaza de expolio tras la disolución forzada de la entidad por parte del régimen nazi. En 1945, mientras las tropas soviéticas tomaban Berlín, el contenido del banco desapareció y, con él, el violín.

Varios miembros de la familia emprendieron una búsqueda que se prolongó durante décadas. Publicaron avisos en revistas especializadas, contactaron con instituciones culturales y presentaron informes ante el Ministerio del Interior de Alemania, pero no obtuvieron resultados. El instrumento seguía sin aparecer, aunque su fotografía permanecía archivada entre los documentos del legado familiar.

Todo cambió cuando Carla Shapreau, investigadora de la Universidad de California y responsable del Lost Music Project, examinó imágenes tomadas en una exposición celebrada en Tokio en 2018. En ellas aparecía un violín conocido como Stella, que pertenecía al intérprete japonés Eijin Nimura. Al comparar las fotos con las del Stradivarius desaparecido, detectó coincidencias en el veteado de la madera, la curvatura del cuerpo y una serie de pequeñas marcas repartidas por la superficie.

Los descendientes de la familia quieren recuperar el instrumento

La investigadora lleva más de 15 años rastreando instrumentos robados durante el periodo nazi. Según publicó el New York Times, las similitudes entre ambos violines llevaron a Shapreau a plantear la posibilidad de que el Stella y el Small Mendelssohn fueran en realidad el mismo objeto con distinto nombre. Varios expertos apoyaron esa tesis, entre ellos Jason Price, fundador de la casa de subastas Tarisio, que conservaba imágenes del Stella tomadas en el año 2000.

Uno de los descendientes de los Mendelssohn-Bohnke, David Rosenthal, nieto del propietario original, explicó en Le Monde que, tras revisar las imágenes, llegó a una conclusión inequívoca: “Es el mismo violín. Las mismas dimensiones, la misma veta de la madera, decenas de arañazos idénticos”.

La familia original reclama su restitución mientras el actual dueño se desmarca del conflicto

El violín Stella apareció por primera vez en el mercado en 1995, cuando un violinista ruso lo puso a la venta en París asegurando que lo había comprado en Moscú en 1953. El lutier Bernard Sabatier lo llevó a Londres, donde fue autenticado como un Stradivarius de 1707. Ese desfase de dos años con respecto a la fecha del Mendelssohn es uno de los elementos clave del caso. Shapreau sostiene que pudo deberse a una lectura errónea de la etiqueta interna o a una manipulación intencionada.

En 2005, el violín estaba en manos de Nimura, según consta en un certificado emitido por Machold Rare Violins. El documento afirmaba que la pieza había pertenecido a una familia noble holandesa desde los tiempos de la Revolución Francesa. Sabatier, sin embargo, aseguró al New York Times que no fue él quien redactó esa versión del origen del instrumento.

Nimura ha evitado cualquier colaboración con la investigadora. A través de su abogado, Yoshie Tsuruta, respondió en una carta enviada a Shapreau que “no tenemos información sobre esto, incluyendo ninguna base fáctica que dé validez a sus afirmaciones”. Los descendientes de los Mendelssohn-Bohnke esperan poder resolver la situación con algún tipo de acuerdo. Para ellos, el valor del instrumento va más allá de lo económico. El propio Rosenthal señaló que “el violín forma parte de nuestra familia, igual que la música”.

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