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La discográfica Warner firma su primer contrato... con un algoritmo

Endel

David Sarabia

Queen no volverá. Ni los Beatles, The Clash o Frank Sinatra. Pero hay un algoritmo que quizá sí sea capaz de emularlos: no en carne y hueso, sino a través de los patrones de su música. Todavía es pronto para saberlo, pero por si acaso, la discográfica Warner Music ya ha firmado a Endel, una app alemana que es capaz de crear música en base a las necesidades del usuario. Entre sus accionistas está Jillionaire, el DJ y productor del grupo Major Lazer.

El algoritmo de Endel puede inferir el estado de ánimo del usuario a través del lugar donde se encuentre, la hora que sea y el tiempo que haga. En su página web se definen como “un ecosistema de audio multiplataforma” capaz de crear paisajes sonoros dependiendo de lo que el cliente busque: estar más relajado o más activo. La app se puede descargar desde Google Play y la App Store; además de estar disponible a través de Amazon Echo.

El contrato, que comenzó el 22 de enero, durará el tiempo que tarde Endel en editar 20 álbumes. De momento ya ha lanzado cinco, con títulos tan diversos como Duerme - Noche clara, Duerme - Noche lluviosa, Duerme - Tarde nubosa, Duerme - Noche nubosa y Duerme - Mañana de niebla. Están disponibles de forma gratuita en Spotify y suenan como la típica música que uno se pondría para estudiar o mientras hace algo in the background.

Endel no es el mejor poniendo nombre a sus creaciones: cada disco (que dura en torno a 55 minutos) está compuesto de 23 temas y en cada uno de ellos se incluye el número de pista junto a más palabras. Por ejemplo: Diecinueve nubes de caricias, Siete leches blandas u Once pozos de almohadas. Quizá por eso los títulos han sido generados por una tercera empresa contratada por los alemanes.

600 canciones “apretando un botón”

Mientras que los primeros cinco discos están orientados a conciliar el sueño, los 15 siguientes serán “cinco álbumes para meditar”, “cinco álbumes de relajación” y “cinco álbumes en movimiento”, tal y como explica el comunicado que emitieron ambas compañías el pasado enero.

Warner Music no ha comprado Endel, sino que repartirá los royalties al 50% con la compañía, según explica The Verge. En el acuerdo han firmado que el algoritmo producirá 600 canciones cortas en 20 álbumes, que serán publicadas en varios servicios de streaming. Los alemanes no recibirán ningún dinero por adelantado y conservan la propiedad de las grabaciones maestras.

Dmitry Evgrafov, el compositor y jefe de sonido de Endel asegura que las 600 canciones se hicieron tan solo “apretando un botón”. La única intervención humana ha sido a la hora de editar el sonido, cortarlo y masterizarlo para que suene bien en las plataformas de streaming. Por su parte, Kevin Gore, el presidente de Warner Music, dijo estar “seguro de que los oyentes que disfruten de estos nuevos álbumes se beneficiarán de una reducción de la ansiedad y un mejor estado de ánimo”.

La clave de sol inteligente (y artificial)

La firma entre Endel y Warner Music abre un mundo de posibilidades y sienta un precedente: el de la primera discográfica confiando en ganar dinero a partir de una máquina. No es la primera que crea música, pero sí es la pionera en hacerlo en una gran multinacional.

De la misma forma que algunos sistemas de Inteligencia Artificial (IA) ya son capaces de crear obras basándose en el estilo de un pintor en concreto (o en el de muchos), AIVA por ejemplo es capaz de generar música clásica a partir de autores como Mozart, Beethoven o Bach.

En el 2017, la startup australiana Pop Gun lanzó otrá IA que era capaz, tras escuchar una pieza musical a piano, de continuar con la canción. Un año después, ya podía componer sus propios temas incluyendo bajo, piano y batería. Hay muchas parecidas desarrolladas por pequeñas empresas: Jukedeck, WaveAI, HumTap...

Y tampoco hay que olvidar a las grandes: Google con Magenta, Sony con Flow Machines, IBM a través de Watson Beats e incluso Facebook, que ya está experimentando con silbidos para convertirlos en música de orquesta. Y aún se puede ir un paso más allá: si ya tenemos IAs que crean música, ¿qué ocurrirá cuando les digamos que creen música usando el estilo de los grandes grupos ya desaparecidos o los compositores muertos?

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