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Las mujeres impulsan el libro digital

El sector editorial siempre ha tenido una impronta femenina.

Paula Corroto

“Aunque las mujeres fueron centrales como primeras desarrolladoras de software, después de que se hizo evidente que el software es la parte lucrativa de la tecnología informática fueron cada vez más degradadas a funciones de codificación y keystroking, y no han sido capaces de recuperar su nivel inicial de participación”.

El párrafo anterior pertenece al ensayo Duration performance. The Economy of feminized maintenance Work, de Faith Wilding, publicado en 1998. Es una de las partes que ha recuperado la profesora de Cultura Digital Remedios Zafra en su libro (h)adas. Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean, galardonado con el Premio Málaga de Ensayo 2012.

En él su autora aborda cómo las tecnologías han estado siempre en la vida laboral de las mujeres –desde la lavadora a la máquina de escribir– si bien estos recursos técnicos nunca les confirieron el primer escalafón en las estructuras de poder. De hecho, la llegada del universo digital fue liderada por hombres jóvenes como Bill Gates (Microsoft), Steve Jobs (Apple), Mark Zuckerberg (Facebook) o Jeff Bezos (Amazon).

Pero desde la publicación del ensayo de Wilding, las cosas han cambiado. En estos trece años del siglo XXI, la mujer ha habitado su propio cuarto conectado –metáfora de Zafra parafraseando a Virginia Woolf– para, a través de las nuevas tecnologías, poner en marcha nuevos proyectos. Es casi una constatación del famoso ciberfeminismo del que ya hablaba Sadie Plant a principios de los noventa.

El mejor ejemplo son las nuevas editoriales digitales creadas en España por mujeres, como Sinerrata, dirigida por Amalia López, Rayo Verde, cuya editora es Laura Huerga, 2709books, de Marina Mangado, y la librería digital VisualManiac, que tiene al frente a Teresa de Andrés (aunque hay otros tres hombres en el proyecto).

Los departamentos de marketing y desarrollo digital de los sellos, con todo el trabajo que hoy realizan en las redes sociales, también están dirigidos (en su mayoría) por mujeres. Es el caso, entre otros, de María Cardona en MalPaso o Iria Álvarez en Santillana. Y existe un número cada vez mayor de analistas del sector del libro electrónico, como Arantxa Mellado, en el portal Actualidad Editorial, o Neus Arqués, en Manfatta, asiduas ambas en las conferencias y congresos sobre el ebook.

En cuanto a los datos, también hay algunos paradigmáticos que aluden a las lectoras de libros digitales y su interacción en la red. Teresa de Andrés alega que en su librería tienen más usuarias que usuarios en todas las franjas de edad, un 59,2% frente a un 40,8%. María Cardona, que trabaja con las redes sociales de su editorial, también insiste en que suele encontrar “a las mujeres más participativas que a los hombres, y señala que prácticamente todos los blogs que consulta de libros ”son escritos por mujeres“.

Libertad de edición

El mundo de la edición siempre ha tenido una impronta bastante femenina. Como reconoce Amalia López, “la proporción media en cualquier editorial está entre un 70/30 y un 80/20 de mujeres frente a hombres”. Las estadísticas de lectura también han favorecido siempre a la mujer. Y el acceso a las nuevas tecnologías está posibilitando que por primera vez sean ellas los rostros más visibles de esta industria. Ahora son ellas las editoras, las que mandan y las que deciden.

¿Y qué ha sucedido para que se produzca este cambio? Para Remedios Zafra, hay varios factores a tener en cuenta. Uno de ellos es “la necesidad de gestionar y favorecer el acceso a libros, trabajos y enfoques sobre géneros, mujeres y de mujeres más allá del sesgo a veces rancio y estetizado de la industria más clásica, que ha instrumentalizado a las mujeres como temática banal y como público fiel ofreciendo productos complacientes”.

Otro tiene que ver con cierta actitud de valentía: “Las mujeres son grandes emprendedoras a las que les gusta imaginar proyectos nuevos, especialmente en el ámbito creativo”. Y, por último, está esa cuestión del cuarto propio, ya que “es un incentivo más que habla de condicionantes favorecedores para inventar y gestionar negocios desde casa a través de las redes y el trabajo colaborativo online”.

Son motivos con los que coinciden las editoras consultadas por eldiario.es. “La edición digital me da la libertad que necesito con menos costes y me permite repensar el modelo de negocio”, admite Marina Mangado.

Laura Huerga insiste en el hecho de que la mujer tiene una postura casi biológica de lucha ante la vida: “Si hay más mujeres en la edición de ebooks es porque ante la situación actual han decidido montarse su propio negocio y apuestan por lo digital porque creen que puede funcionar. Las mujeres no tenemos miedo y estamos acostumbradas a luchar mucho. En una gran empresa tienes que trabajar el doble si quieres conseguir algo. Por eso creo que todo esto viene de que estamos acostumbradas a dar mucho”.

La fuerza de la tecnología

La mujer como emprendedora y sin miedo. Y ahora con la tecnología como aliada. ¿Un factor del llamado empoderamiento? ¿Puede el libro digital, y todo lo que él implica en cuanto a transformación de la industria, cambiar a su vez las estructuras de poder que existen en la actualidad? ¿Dejaremos de hablar de los Mario Muchnik y Jorge Herralde, quienes, todo hay que decirlo, nunca han hablado demasiado bien del libro digital?

Para Amalia López, es un hecho evidente que “las tecnologías son una herramienta de gran importancia en el ”empoderamiento“ de la mujer, ya que permiten que cualquiera tenga fácil acceso a información, conocimiento, comunicación, promoción... Todo lo que antes estaba reservado para la élite social, económica o cultural está ahora al alcance de prácticamente todos”.

La visión de Marina Mangado es aún más optimista, puesto que para ella lo más importante es que haya mujeres en espacios visibles e importantes para que las niñas tengan referencias femeninas. “Y en el mundo editorial, además, se puede favorecer esa visibilidad a través de las propias autoras: mujeres que nos cuentan sus historias, sus puntos de vista, sus maneras de vivir”.

No obstante, hay que mirar todas estas transformaciones con calma. “Internet es la mejor herramienta de la que disponemos hoy en día para el empoderamiento. Nos permite gestionar formación, autoformación, producción y trabajo a través de nuestros cuartos propios conectados, con concentración y pasión por un proyecto o idea”, insiste Zafra. Pero cuidado. Todavía las tecnologías de los dispositivos y el ‘cacharreo’ están dominadas por hombres. Los hacedores de ebooks son ellos.

“Cuando quise poner en marcha esta editorial les pregunté a ellos, porque eran los que sabían de esto”, confiesa Huerga. Una cuestión que, según Zafra, tiene que ver, no ya sólo con la estructura de formación formal y las asignaciones estructurales de género en los trabajos, sino que alude a espacios que vinculamos al ocio y al juego y a la creación de aficiones.

“¿Acaso alguien se extraña de que la mayoría de los creadores de las empresas más importantes de tecnología en el mundo, y acaso también la mayor parte de las personas más poderosas en la actualidad, tengan llamativas señas en común? Son hombres, jóvenes que han logrado convertir ”su afición“ en su trabajo”, argumenta Zafra. Pero para ella aún queda una transformación mucho más profunda en nuestros hábitos culturales y educativos: “La programación debiera ser un contenido necesario en la formación de niños y niñas, aprender cómo manipular máquinas es algo que debiéramos aprender a pensar y a hacer”.

Pirámide masculina

A pesar de que muchas hayan tomado las riendas en el sector del libro digital, la pirámide de poder sigue siendo masculina. Las cabezas visibles de los proyectos que conllevan prestigio continúan siendo mayoritariamente hombres y, en la tecnología, el liderazgo sigue siendo masculino. “Puede que haya más mujeres en editoriales digitales, pero ¿qué ocurre en las grandes empresas? Los grandes directivos siguen siendo hombres”, sostiene Huerga.

“No hay que lanzar el mensaje de mujeres digitales frente a hombres analógicos porque tampoco representa la realidad del sector”, resalta López. Eso sí, tampoco hay que desdeñar los planteamientos de Sadie Plant ni las estadísticas de lectura. “Las mujeres siguen siendo las lectoras más activas, y esto puede converger bien con el hecho de que ahora tenemos herramientas y conocimiento disponible en internet que nos facilitan ”programar“ nuevos espacios, tanto los que consideramos que faltan vinculados con las mujeres como otros nuevos escenarios que estén por venir”, reflexiona Zafra. Estos primeros proyectos editoriales pueden ser sólo el principio de un cambio mucho más profundo.

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