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La “Gran Deuda” seguirá colapsando la economía real

Economistas Sin Fronteras

Rodolfo Rieznik —

Las deudas públicas descontroladas colapsan la salida de la crisis

La deuda pública de más de 35 billones de dólares de las economías del G7, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EEUU, en conjunto supone un 100% del PIB, equivalente a la mitad del PIB mundial. Sólo la deuda americana comporta el 24% del total, parecida al 23% de la zona euro. Por cada 1% de intereses que se pagan de la deuda, los países de la eurozona y EEUU transfieren al sistema financiero 350 mil millones de dólares, más o menos el total de la deuda griega. Desde el año 2000 se multiplicó por 2. Creció desde entonces a un ritmo del 8,5% anual

En América Latina y Asia desarrollada la deuda supone el 50% y 44% del PIB respectivamente. Son los países y las regiones avanzadas de la economía mundial, y no los emergentes, las más colapsadas por las deudas. Más sangrante es el problema para los países periféricos vinculados a las economías centrales, que como Grecia están atrapados en la deuda y en la unión monetaria. El 2,5%, entre comisiones e intereses, que Grecia paga a los mercados financieros supone unos 8 mil millones de euros, dos veces su déficit anual. Con la mitad, esto es si los intereses bajaran el 1% Grecia podría cuadrar y renegociar la condicionalidad del rescate con la Troika y frenar la sangría de ajustes que atenazan a la empobrecida población griega. El alivio de la deuda permitiría al gobierno aplicar el programa con que se presentó a las elecciones y ganó.

En España el segundo capítulo de gasto, después de la sanidad, es el pago de los intereses de la deuda. Según el último informe del ministerio de economía las deudas están en el entorno del 100% del PIB: un billón de euros. El tipo de interés medio del saldo vivo de la deuda pública española es aproximadamente del 3,5%. Se pagan unos 35 mil millones de euros al año en intereses. La vida media de la deuda española es de 6 años y medio, y si los tipos de interés suben, EEUU ya lo ha hecho este último mes de diciembre, los gastos financieros crecerán inmediatamente. No hay margen presupuestario para reducirla, todos los años se emite deuda para renovar la que vence y los inversores exigirán más rentabilidad.

La acumulación financiera originaria

La “exuberancia irracional” según Alan Greenspan, antiguo gobernador de la Reserva Federal de EEUU, de los mercados financieros los han transformado en una amenaza sistémica. Esta vez la crisis financiera impactó en el corazón de la economía capitalista globalizada y no en las periféricas. La tradición era que las economías subdesarrolladas, hoy eufemísticamente llamadas emergentes, se declararan en quiebra ante la imposibilidad de atraer las divisas necesarias para los pagos de amortizaciones e intereses del endeudamiento derivado de las importaciones de capitales o de bienes y servicios que carecían por su condición de economías atrasadas y dependientes.

La bancarización incontrolada de la economía mundial, inicialmente de bancos estadounidenses, se originó al final de la segunda guerra mundial. Varios argumentos explicaron este proceso. Primero, fue la expansión internacional de las empresas multinacionales americanas de bienes de equipo y de consumo duraderos. Intensivas en capital recurrieron a la financiación bancaria para la ejecución de las inversiones de mediano plazo. En segundo lugar, la inversión extranjera directa promovió el crecimiento del comercio mundial general e intraempresas en porcentajes hasta entonces desconocidos del 20% anual acumulativo, multiplicando las operaciones de compra venta de divisas mediadas por la banca. En tercer lugar, el Plan Marshall de ayuda americana a la reconstrucción europea, que movilizó, con la mediación de la OCDE, unos 13 mil millones de dólares.

La crisis de la deuda externa latinoamericana. Primer gran rescate público de la banca

El petróleo fue la materia prima energética en el que se sustentó el modelo de crecimiento industrial de los años 70. Su precio se cuadruplicó después de las guerras árabes israelíes de aquella década. La subida creó un curioso circuito de dólares. Primero entre Estados Unidos y los países árabes, después pasaron a Europa en forma de depósitos en sucursales de bancos de EEUU y acabaron finalmente como créditos otorgados a las economías latinoamericanas con balanza de pagos deficitarias por el encarecimiento del petróleo. En la década siguiente, la región se declaró insolvente para el repago de la deuda y la moratoria generó la primera gran crisis de la deuda externa a nivel mundial. EEUU tuvo que acudir al rescate de su banca privada, obligando a los gobiernos latinoamericanos a canjear bonos no avalados por otros garantizados. Es decir, salvó al sistema bancario con dinero público.

El ritmo de aumento medio anual del capital financiero en los años 70 fue del 25%. A finales aquella década la banca internacional controlaba una masa monetaria 10 veces mayor que al inicio de la misma. El saldo se aproximó a los 600 mil millones de dólares. Hoy el saldo de contratos de “derivados” financieros en los mercados “no organizados” es de unos 700 billones de dólares.

Además contribuyó a la expansión financiera la declaración de inconvertibilidad del dólar en 1973 que quitó el blindaje de valor en oro a la moneda de reserva por antonomasia. El riesgo de operar con un dólar sin respaldo obligó a desarrollar seguros para la cobertura del tipo de cambio de las operaciones de comerciales y de inversión: swaps y forwards. Fue el origen de los llamados derivados financieros: activos financieros vinculados a otros llamados primarios o subyacentes. Los bonos de la deuda externa latinoamericana también generaron derivados: seguros para la cobertura del riesgo de impago: los CDS o Credit Default Swaps. Los derivados comenzaron ser comercializados abusiva y especulativamente por el sistema bancario en mercados “no organizados”

La proliferación de esa masa de activos monetarios significó una pérdida del control del crédito en circulación por parte de las autoridades monetarias a la vez que supuso la conformación y consolidación de un poder financiero autónomo de los gobiernos. Ahí está el origen del predominio del capital bancario financiero sobre la economía mundial globalizada.

Las políticas neoliberales de los 90. Una nueva vuelta de tuerca de las finanzas sobre la economía real

En los años 90 se produjo un nuevo impulso a la circulación financiera internacional con el “Consenso de Washington”: un decálogo de propuestas desde “el Centro” de políticas económicas neoliberales para las endeudadas economías latinoamericanas. Esta vez la expansión provino de las emisiones de acciones originadas por las privatizaciones del capital de las empresas estatales de servicios de los países latinoamericanos.

Otros argumentos que explicaron la “exuberancia financiera en los 90 fueron la aparición de los nuevos negocios de las tecnologías de la información y la comunicación: las TIC y las ”puntocom“, el derrumbe de la Unión Soviética, y de las economías del ”socialismo real“ de la Europa del este. China irrumpió en aquellos años en el mercado capitalista. Una enorme cantidad de empresas de propiedad pública se transfirieron a la esfera privada generando más emisiones de acciones en bolsa, más comercio exterior y más transacciones en divisas.

Simultáneamente se desarrollaron instrumentos de inversión colectiva para facilitar ese crecimiento de la liquidez financiera. El depósito de ahorro tradicional en cuentas bancarias no facilitaba las transacciones de los nuevos activos financieros en circulación. Los bancos y otras instituciones financieras comenzaron a gestionar fondos de inversión con recursos propios de clientes y con préstamos de otros bancos. Los llamados Bancos de Inversión, a su vez se especializaron en crear fondos de alto riesgo para capturar los activos derivados y especulativos: los hedge funds, los buitres o holdouts, especializados en comprar bonos basura, de deuda soberana de países o corporativos de empresas, a precios devaluados, para recuperarlos después a su precio original en litigios posteriores con los emisores.

El avance de la informática y la automatización computacional sirvió para dotar de liquidez a los mercados secundarios de compra venta de participaciones en los fondos de inversión. Se desarrollaron modelos para conocer diariamente el valor liquidativo de las participaciones en los fondos según se produjeran cambios en variables que afectaban al precio de los activos emitidos. En los mercados secundarios, una subida o bajada del tipo de interés cambia el precio de los activos financieros de renta fija, ajustando el rendimiento al tipo de interés vigente.

La titulización de activos, esto es el empaquetamiento, agrupamiento de activos para revenderlos, en particular de las hipotecas subprime, fue una de las últimas innovaciones expansivas del sector financiero antes del estallido de la crisis bancaria en y la posterior Gran Recesión en 2009.

La Gran Deuda ¿Impagable?

La expansión del sistema financiero mundial de las últimas cuatro décadas acabó en un extraordinario colapso entre 2007 y 2008. La quiebra bancaria de EEUU y Europa trajo la Gran Recesión y ésta condujo a la Gran Deuda pública. Los bancos al quebrar generalizan un efecto contractivo, “dominó”, de pánico financiero descontrolado y de alarma social. El salvataje público de la banca tradicional o comercial de los países desarrollados fue para no provocar una crisis sistémica. La Gran Deuda fue el resultado de las ayudas dispuestas al rescate del sistema financiero y de la consiguiente caída de ingresos fiscales. La “tormenta perfecta” se consumó con la “Gran Recesión” que incrementó los gastos en seguros de desempleo y otras ayudas sociales, y el aumento del gasto en pensiones provenientes de masas ingentes de trabajadores prejubilados.

Las ayudas a los bancos y las recapitalizaciones han estabilizado los balances de los grandes bancos “sistémicos”. Sin embargo, la industria financiera no ha dejado de crecer y concentrarse: 10 empresas financieras gestionan una cartera de fondos de inversión de 19 billones de dólares, el 25% del PIB mundial y el mercado de derivados alcanzó un saldo, astronómico de 700 billones de dólares, casi 7 veces el PIB mundial.

Ni la aplicación de políticas de austeridad y de estímulos cuantitativos a través de inyecciones de liquidez vía compra de deuda pública podrá relanzar el crecimiento económico sostenido. Al contrario, las políticas de “quantitative easing” están alimentando especulativamente el mercado bursátil y de emisiones corporativas de bonos empresariales. El recorte de la deuda y el control de las finanzas son ineludibles para que la economía capitalista pueda funcionar. La economía real, la que demanda trabajo y paga salarios, crea consumo y actividad productiva sólo podrá activarse si se aplican políticas redistributivas entre el capital y el trabajo, o lo que es lo mismo: que recorten drásticamente el volumen y el poder del capital financiero en circulación.

Este artículo refleja la opinión y es responsabilidad de su autor. Economistas sin Fronteras no necesariamente coincide con su contenido.

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Notas al pie

1 Grecia negoció, entre 2010 y 2012, dos programas de rescate con la Unión Europea. La troika prestamista concedió a Grecia una moratoria en el pago de cuotas de amortización de los préstamos, período de gracia en el lenguaje propio de las finanzas, de 10 años, pero no prorrogó el pago de los intereses y comisiones.

2 A esos depósitos de los llamó eurodólares y eran los dólares reciclados por las países árabes de venta del petróleo que se depositaban en sucursales de bancos americanos en Europa y que se prestaban desde allí a los países de América Latina para eludir la normativa de riesgo bancario de EEUU.

3 Son los que escapan al control de los bancos centrales.

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