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Que pase Vox

El líder de Vox, Santiago Abascal

Antón Losada

Las razones de Vox y Santiago Abascal para aceptar un debate a cinco donde los otros cuatro candidatos, con millones de votos reales y decenas de escaños reales detrás, le traten como a un igual resultan obvias. Cuando te hacen un regalazo semejante, lo más caritativo que puedes hacer es dar las gracias y lo más inteligente será aprovecharlo hasta el último segundo convirtiendo ese debate en un todos contra ti por cargar contra las feministas, los migrantes o los gais; exactamente la estrategia de campaña de la derecha extrema. Además de marcar la agenda, ahora le regalan la oportunidad de marcar el debate electoral.

Resulta irónico escuchar a Pedro Sánchez acusar a la derecha una y otra vez de querer volver al pasado. Gracias presidente por redifundir el mensaje de Vox, por si alguien no lo había pillado. Efectivamente, eso es exactamente lo que quieren. Volver a ese pasado imaginario donde España era una nación unida y feliz, donde había orden y las cosas estaban claras, todos éramos blancos y católicos, los niños eran niños y las niñas eran niñas. Es su mensaje y quienes les votan saben que lo es. No votan equivocados o confundidos. Cuánto más se lo repita, más claro van a tener su voto.

Puedo entender las razones de Podemos para aceptar ese debate. Si tu mensaje va a ser que encarnas el único dique de contención seguro frente “a los fachas”, cuanta más visibilidad se conceda al peligro, mejor. Puedo entender las razones del Partido Popular y de Pablo Casado para querer fotografiarse con Santiago Abascal y debatir junto a él. Si tu mensaje para detener la sangría de votos se centra en recordarle al electorado que la agenda de Vox siempre ha sido tu verdadera agenda, cuantas más ocasiones tengas para demostrar ante audiencias amplias que sois lo mismo y defendéis lo mismo, mejor.

Puedo entender también las razones de Ciudadanos para aceptar debatir a cinco. Si la estrategia naranja pasar por mostrarse como la derecha sensata y europea, cuantas más ocasiones tenga para juntar al PP y a Vox y que la gente vea cómo compiten por ocupar el extremo, más oportunidades para hacerse con la derecha y el centro derecha. Incluso puedo entender las razones del PSOE y Pedro Sánchez para acceder a ese debate. Si una de tus grandes esperanzas reside en que división de la derecha amplifique y potencie su victoria, a pesar de la evidencia andaluza de que puede suceder exactamente lo contrario, cuantas más veces se las vea juntas y peleadas, mejor; quién sabe, la fe mueve montañas.

Seguro que tienen estas razones y muchas más que, en mi torpeza, desconozco o ni siquiera se me ocurren. Seguro que la mayoría suenan muy razonables y rebosan audacia y sabiduría estratégica. Seguro que, si nos las explican despacio y con palabas sencillas, podemos llegar a entenderlas casi todas. Lo que no tengo tan claro es que entiendan bien todas las consecuencias de lo que están haciendo y qué supone exactamente abrir esa puerta. El refranero, que no es estratega ni sabe de campañas electorales pero sí tiene mucho sentido común, resume con precisión este tipo de dilemas: nunca pelees con un cerdo en el barro, tú te ensucias y él se divierte.

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