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Sergio Pascual: “Andalucía debe tener en el Congreso grupo tanto como Cataluña o Galicia”

Podemos recalca que está en manos de Sánchez acuerdo que evite otros comicios

Olga Granado / Lucrecia Hevia

Número 1 de Unidos Podemos por Sevilla, una de las cuatro provincias junto con Albacete, Jaén y Vizcaya en las que la coalición electoral ha ganado escaños con respecto al 20D en medio de un fiasco general en las expectativas, Sergio Pascual está convencido que los 11 logrados en Andalucía deben servir para funcionar con grupo propio. O por lo menos, como subgrupo con la misma autonomía que sus compañeros de Cataluña o Galicia la pasada legislatura. Mientras se prepara para el Consejo Ciudadano Estatal (CCE) del sábado 9 de julio, sobre el que no quiere revelar por dónde irá su intervención, hace también su propio análisis de los resultados en las elecciones generales del 26 de junio. 

Tras haberse presentado como Unidos Podemos por Andalucía, ¿qué pretenden con su compromiso de tener voz propia en el Congreso de los Diputados? 

Entendemos que es clave llevar una agenda propia que haga ver a los andaluces que sus diputados trabajan por y para ellos, con prioridades muy concretas, como en materia de empleo, la PAC, el PER, el turismo o la gestión del río Guadalquivir, por poner algunos ejemplos. La constitución del grupo depende del resto de fuerzas y de la interpretación que se haga del reglamento. Los compañeros de Cataluña y Galicia consiguieron en la pasada legislatura el formato de subgrupo. Queremos la misma estructura en la que se organicen estos territorios, lo que también han puesto sobre la mesa los compañeros de Euskadi. 

Pero en ocasiones, compañeros de estas autonomías no hablan de Andalucía cuando se refieren a las comunidades autónomas históricas. No la ponen al mismo nivel. ¿No le llama la atención?

En la lógica plurinacional que preside a Podemos, Andalucía tiene que estar en el mismo listón, cuanto menos, que el resto de comunidades autónomas que hicieron proceso de confluencia en la legislatura pasada, a lo que nos hemos incorporado nosotros para el 26J. Estamos convencidos de que una de las cuestiones que presidirá la siguiente legislatura será el modelo territorial y esto será vital porque afecta a todos los órdenes, desde el modelo de financiación a las competencias.  

En el Consejo Ciudadano Andaluz (CCA) del domingo 10 de julio, ¿se abordará la manera de funcionar en el Congreso de los Diputados?

Sí, queremos discutir la forma concreta para ejecutar esta petición, siempre amparada en el mandato que sacamos de la reunión en Atarfe (Granada), donde se inició esta campaña en torno a la figura de José Luis Serrano. 

¿Y qué ventajas tiene un subgrupo?

En el Congreso de los Diputados se ha visto estos seis meses con los casos de Cataluña y Galicia, donde pese a no tener grupo propio, contaban con un amplio grado de reconocimiento y sus propias portavocías. Funcionaban de alguna manera como el grupo mixto, en términos de reparto de tiempo y demás. Es razonable plantearse que siendo el nuestro el grupo más numeroso junto con Cataluña, tengamos mecanismos para reflejarlo y dar voz a esa agenda a la que me refería. 

También dentro del previsible trabajo parlamentario que les aguarda, ¿cómo van a pelear el espacio para liderar la oposición como alternativa de gobierno con el peso que tiene el PSOE?

Si el PSOE finalmente, por acción u omisión, facilita el Gobierno de Mariano Rajoy, tendrá  más dificultades para dirigirse a la ciudadanía diciendo que son la verdadera oposición. Creo que, en general, hay voces en el sur que apunta a que el PSOE está por la labor de facilitar las cosas al PP. 

De momento el PSOE-A está diciendo que no...

Sí, pero al final la realidad es terca y si por un lado dices que no quieres facilitar un Gobierno del PP, pero que al mismo tiempo el PSOE tiene que estar en la oposición, que es donde lo ha puesto los ciudadanos y dejar que gobierne el que ha ganado las elecciones generales, en términos de la propia Susana Díaz, pues... Las dos tesis son incompatibles. 

¿Y si el PSOE no se abstiene para facilitar el Gobierno de Mariano Rajoy?

¿Si no lo hace porque no le haga falta a Mariano Rajoy? No lo veo posible a día de hoy. Si no, no hubiesen salido voces del PSOE hablando de eso precisamente, como sugiriendo que algunos de sus diputados se hagan los enfermos ese día.

¿Y Unidos Podemos qué va a votar?

No. Pero no sabemos qué va a hacer el PSOE. 

Personalmente, ¿cómo vería que fuera Unidos Podemos el que tuviera que asumir la responsabilidad de evitar unos terceros comicios?

Lo primero es que Mariano Rajoy lo intente, porque lo han decidido los ciudadanos. Si no lo consiguiera, dado que no tiene mucha práctica en acuerdos, entiendo que habría que explorar otras fórmulas y ahí seguiremos planteando lo que ya hicimos tras el 20D.

¿Como la que ha apuntado ya Pablo Iglesias, entre otros, de apoyar a Pedro Sánchez?

Nos parecía entonces, con un panorama mucho más sencillo que ahora, que era posible un gobierno de coalición y progreso. Pues lo volveríamos a plantear, pero hay que dejar que transcurran los acontecimientos. Insisto, hay voces que desde el PSOE parecen traslucir que no quieren que se llegue a explorar esta segunda posibilidad. De hecho, desde la anterior legislatura persisten en esa tesis. Creen que es peor un gobierno con Podemos que con el PP. Por eso decíamos que se habían equivocado de adversario y se ha notado en Andalucía. Nosotros no hemos sacado un buen resultado en Andalucía, es evidente, pero el PSOE lo ha sacado peor. Casi el 65% de los votos que ha perdido el PSOE ha sido en Andalucía. 

Se ha acusado mucho a Podemos de que haya habido segundas elecciones generales, ¿qué parte de culpa asumen?

Cuando llegamos al Congreso de los Diputados, lo hicimos convencidos en acabar con unas políticas muy concretas que habían asfixiado a la ciudadanía. Estábamos dispuestos a hacer presidente a Pedro Sánchez, si se comprometía a ponerle fin a esas políticas. Pero prefirió girar su programa electoral a la derecha de C's y haciéndolo compatible con el PP. Eso hacía imposible que pudiéramos respaldarlo. 

¿Pero hay alguna autocrítica sobre el manejo de los tiempos? Por ejemplo, ese momento en el que Pablo Iglesias presentó una propuesta de ejecutivo con él de presidente. 

Ese análisis en profundidad lo haremos este sábado en el CCE. Pero cualquiera que se mete en una tarea como ésta está expuesto a equivocarse. Seguramente hay cosas que habríamos podido hacer mejor. Pero tengo la sensación de que en el hecho de no haber cumplido nuestras expectativas el 26J no se debe tanto a alguna actuación concreta como que en la suma de los acontecimientos no hemos sido capaces de explicar nuestro posicionamiento con suficiente sintonía con la gente. Me parece que no tiene demasiado sentido centrarse en los momentos puntuales, sino más bien hacer una lectura envolvente de todo el periodo y sobre todo, buscar cómo podemos hacer más útiles para los ciudadanos nuestros 71 diputados.

Un trabajo parlamentario que en su partido han reconocido como poco sexy... ¿Se lo parece?

En el Congreso de los Diputados hay una función clave que es la de control. Los ciudadanos nos han puesto ahí para que determinadas cosas no vuelvan a suceder. Se trata de ver cómo optimizamos el resultado para que la gente entienda que esta herramienta le es verdaderamente útil. 

¿Qué transformación exige eso en Podemos? 

Podemos tiene que mutar de esa maquinaria de guerra electoral, que creo que ha sido bastante eficaz en términos netos, e ir hacia otro formato que permita, amplificando la conexión con la ciudadanía, hacer el mejor trabajo parlamentario posible para resultarle útil a la gente. Sin dejar de mirar a los que nunca nos han votado pero pueden hacerlo, porque seguimos siendo una fuerza que quiere gobernar este país. 

¿Se ha sentido cómodo en la campaña? Especialmente porque en Andalucía IU tiene una fuerte implantación que no se da en otros territorios.

Tal y como veo la confluencia, es parte de una lógica que ha imperado en Podemos casi desde los orígenes: hay que sumar más gente. Dejando de lado determinados elementos identitarios para centrarnos en la agenda común. Con IU ha pasado que cuando dos organizaciones con bastante músculo y con identidades más fraguadas se juntan, conseguir tener una voz única y con un discurso más homogéneo, requiere tiempo, por la pura naturaleza de las cosas, no por voluntades o discrepancias. Pero los tiempos no los hemos puesto nosotros. Por eso es complicado que Unidos Podemos fuera un ente único en lugar de una suma de partes.

¿Y qué continuidad le ve?

Desde mi punto de vista, hay que ver cómo le damos continuidad a ese objetivo de seguir sumando gente, incluyendo a los compañeros de IU, sin dejarnos a nadie en el camino. Yo sí creo que hay que darle continuidad a este proceso, igual que a los que supongan nuevas incorporaciones. Lo bueno es que ahora tenemos más tiempo porque ya no hay un tic tac permanente. 

En las expectativas tan altas que tenían para el 26J, ¿quien ha perdido menos con la confluencia? ¿Podemos o IU?

Creo que a los dos nos hubiera ido peor por la ley electoral. Por poco que sumes, siempre te va mejor. Por ejemplo, en Sevilla hemos ganado un escaño, y se ha logrado con unos miles de votos. No ha sido necesario sumar a toda la gente que votó a Podemos y a IU el 20D. Eso significa que en general nos ha ido mejor a los dos juntos que separados. No sé si nos habría ido exactamente igual que el 20D, mejor o peor. Eso es política ficción, pero está claro que la suma nos beneficia a todos en términos netos. 

Si tuviera que decir tres razones para no haberse cumplido las expectativas de Unidos Podemos el 26J, ¿cuáles apuntaría?

Es evidente que la campaña del miedo ha funcionado, lo que entra en la dificultad que tiene siempre el cambio para imponerse. En segundo lugar, han jugado en contra los tiempos: me parece que con tres meses más la construcción colectiva hubiera fraguado mejor. Y tercera: quizá no hemos sido capaces de trasmitir bien la gestión que hemos hecho estos seis meses de los resultados del 20D, donde a pesar de ser firmes y coherentes con nuestra propuesta inicial, no le ha llegado a la gente y se nos ha dibujado como erráticos en ese proceso. De este último soy también corresponsable porque estaba en la dirección de Podemos.

En la idea de ir sumando a más gente a este proyecto, las voces críticas arremeten precisamente contra la indefinición ideológica. No se puede ser todo a la vez. ¿Cómo lo van a solucionar?

En nuestros orígenes nos planteamos no tanto las etiquetas, sino las tareas que tenemos que realizar. Eso sigue vigente. Cada cual dentro de Unidos Podemos se sentirá como se quiera sentir, pero lo cierto es que no nos reconocemos tanto en las etiquetas como en las propuestas. En los grandes consensos sociales. Forzar una etiqueta a lo mejor lo que hace es separarnos y eso no tiene sentido. 

Sí, pero han sido ustedes los que se han puesto etiquetas: comunistas, socialdemócratas, extrema izquierda...

De forma natural se tiende a buscar etiquetas que simplifican el mensaje que se quiere trasladar, sobre todo en tiempos tan acelerados como los de una campaña. 

Otra de las cosas que se ha visto en campaña es que ya no se ha apostado tanto por el eje arriba-abajo que defendían los emergentes, sino que parece haber vuelto el clásico derecha-izquierda. 

Es posible que eso nos haya sucedido, pero no hemos perdido en ningún momento el eje arriba-abajo en la necesidad de priorizar los consensos sociales, y de hecho, eso es lo que nos llevó a la coalición de electoral con IU, Equo, etcétera. Otra cosa es que el fragor de la campaña uno tienda a las identidades y a utilizar más o menos símbolos y posturas personales. 

¿Qué espera del CCE?

Si hubiéramos tenido el CCA antes, probablemente llevaríamos una voz más unificada, pero es el domingo. Todos los consejeros, pues, tenemos nuestra particular lectura. No creo que, en todo caso, diverjan mucho las posturas. 

¿Y cree que se va a cuestionar la figura de Pablo Iglesias como consecuencia de los resultados?

Honestamente, no creo que vaya a haber un cuestionamiento de la figura del secretario general porque, entre otras cosas, los análisis sobre qué ha sucedido apuntan más bien por otro lado, y por tanto que no creo que haya ningún foco en este sentido. Más bien preguntarle por el planteamiento tras ver los resultados de las encuestas y estudios que se han hecho. 

Y hablando de discrepancias, ¿Se ha equivocado Pablo Echenique con su valoración de las mismas? Hablado de “malas hierbas”, por ejemplo. 

El que se haya convertido en un debate público ese mensaje que era en clave interna hace difícil una valoración en abstracto y sin descontextualizar. Yo, desde luego, creo que nuestra organización se crece con el debate público. También con el debate privado. En clave constructiva siempre. Me abono al que cuantas más críticas constructivas haya, mejor. 

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