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“España es el país que dedica más tiempo a reuniones y más tiempo pierde en ellas”

Ignacio Buqueras, durante una conferencia pronunciada recientemente en Jaén.

Concha Araújo

Los horarios nos diferencian a España del resto de Europa. Es una singularidad, como la paella o la siesta, pero no una ventaja. Al contrario. Los españoles pasamos más tiempo en el trabajo que, por ejemplo, los alemanes. 277 horas más en 2012. Pero eso no nos ha hecho más productivos y además, nuestra vida familiar se resiente. Llegamos tarde a casa y dormimos 53 minutos menos que la media europea, lo que tiene consecuencias sobre el rendimiento y la siniestralidad laboral, entre otras cosas. Hace diez años que la Comisión Nacional por unos Horarios Racionales en España combate para conseguir una organización del tiempo que haga conciliables la vida personal y la familiar. Porque todavía hoy “nadie se va del trabajo hasta que no se va el gerente”, explica Ignacio Buqueras, presidente de esta comisión.

¿La cultura del “presentismo” es típica de España?

Bastante. Es una cultura más del siglo XIX y XX. Aún luce ese profesional que dice “yo estoy once horas, doce”. En otro país extranjero dirían: “pobre hombre, es una persona que no se sabe organizar, tiene que estar mucho rato, no atiende a su pareja o a sus hijos, si los tiene”. Estamos en un mundo cada vez más globalizado, difícil, complejo y, encima, con una crisis profunda. Lo importante es buscar eficiencia, la excelencia en el trabajo bien hecho.

¿Eso es viable en estos momentos, teniendo en cuenta cómo es la situación laboral para millones de personas?

Sí, sí, sí. Es necesario que los empresarios, la sociedad civil y los políticos pongan los pies en el suelo. Hemos demostrado que todas las empresas que han cambiado la cultura del “presentismo” por la de la eficiencia han logrado tres cosas de singular importancia: han aumentado la productividad, han reducido el consumo energético y, lo más importante, el capital humano ha mejorado. Lo malo es que no sepas cuándo te podrás ir, que eso dependa de si el jefe decide que a las siete hay una reunión. Eso es tercermundismo. La primera empresa del Ibex 35 que pegó un salto importante fue Iberdrola, en noviembre de 2007. Ha conseguido mejorar la productividad, reducir los gastos y la gente está mucho más satisfecha. En el Ayuntamiento de Madrid, a las cinco de la tarde, todo el mundo está fuera.

Pero muchos ayuntamientos, en el marco de los planes de ajuste, lo que están haciendo es ampliar el horario.

Se lo hemos dicho al presidente del Gobierno: es un error. El Gobierno tiene que cumplir el Plan Concilia ¿Qué dice este plan? Que todos los ministerios, a las seis de la tarde tienen que tener una política de luz apagada. Lo aprobó el Gobierno de Zapatero, a los tres meses ya lo estaba incumpliendo y todavía se sigue incumpliendo ¿Este qué país es? Un país tercermundista.

En el caso de las administraciones, a los funcionarios, a los profesores, se les ha aumentado la jornada laboral.

Es una contradicción. A los trabajadores hay que empujarlos a tener un mejor rendimiento no a estar más horas en el trabajo. Más horas significa más gasto en un momento en el que hay que recortar. Tenemos comprobado que en la Administración Pública no se está rindiendo lo suficiente ¿Qué estamos pidiendo? Por ejemplo, el tiempo que se marca para el desayuno: hay que desayunar en tu casa, como en otros países. Con media hora para el desayuno, hora y media para almorzar… vamos prolongando absurdamente la jornada. Nosotros decimos que no hay que parar más de 40 ó 45 minutos que es tiempo más que suficiente para una sana dieta mediterránea. Parar a mediodía una hora y media o dos horas no pasa en ningún país europeo.

Esa optimización del tiempo ¿puede llevar a la creación de empleo?

Lleva a dos cosas. Por una parte, a lograr una mayor productividad, porque siendo uno de los países donde más horas pasamos en el trabajo, la productividad está a la cola de Europa. Y en segundo lugar, reduce los gastos de la empresa de manera considerable ¿Puede crear más empleo? Eso dependerá de si las cosas van mejor. Nosotros consideramos que en estos momentos las personas no están bien utilizadas. Para estar bien utilizadas tiene que haber un cambio de mentalidad tanto del trabajador como del directivo, marcando pautas, objetivos… lo contrario es primar al que es lento, al que se entretiene hablando el lunes del partido y el jueves de los planes del fin de semana… El centro de trabajo es para estar trabajando.

¿Propone eliminar las relaciones entre compañeros de trabajo? Eso puede afectar al entorno laboral.

No. En el lugar de trabajo tiene que haber una buena convivencia y una buena comunicación, pero para hablar con los amigos, se puede quedar en una cafetería. Aquí lo mezclamos todo y luego añadimos media hora más entre el cigarrillo, ir siete veces al servicio, cuatro veces a hablar con un pariente o un amigo… lo mezclamos todo. Mire, este es el país de Europa que más horas dedica a las reuniones y más tiempo pierde en ellas. Cuando asisto a una reunión y me piden los diez minutos de respeto para empezar, yo siempre digo que son los minutos de falta de respeto a quien es puntual.

¿Tiene datos concretos?

ESADE hizo un estudio hace unos años que demostraba que España es el país europeo donde más reuniones se celebran, a diario, y más tiempo se pierde en ellas. Y seguimos siendo menos productivos.

¿Por dónde hay que empezar? ¿A quién hay que cambiarle la mentalidad a los empresarios, a la Administración…?

A todos los ciudadanos. Esto nos afecta a los 46 millones de españoles. Hoy mismo, intenté ser puntual en todo. Si usted queda con alguien, llegue a la hora. Y quienes tienen más responsabilidad son las personas que tienen más autoridad y liderazgo: las administraciones, los líderes políticos, los líderes empresariales… Me he reunido con todos ellos y se lo he transmitido.

¿Y le han hecho esperar?

Sí. En el Gobierno anterior, un ministro me hizo esperar, no diré quién. A los siete minutos me levanté y dije “o me recibe o me marcho”. Él estaba cobrando como ministro; yo, como presidente de la comisión, nada. Por otra parte iba a hablar con él sobre horarios. Y me había citado a las once y media, no a las doce. Puedo comprender sus cosas, pero la puntualidad debemos tenerla todos.

¿La mejor fórmula es empezar en el día a día?

Claro. Hay dos cosas que nos tenían que haber enseñado en la escuela: a dar valor al tiempo y a saber utilizarlo. El tiempo es valioso. El IESE o ESADE están haciendo cursos para aprender a usar el tiempo, porque el español medio no se sabe organizar.

¿Por qué, por la cultura mediterránea?

Puede ser, pero también son mediterráneos los griegos o los italianos. Y en Nápoles o Sicilia se almuerza entre las 12 del mediodía y la una de la tarde, y se cena entre las siete y las ocho. Y son tan mediterráneos como nosotros y con tanto sol como puede tener Andalucía. Si vamos a cualquier hemeroteca, comprobamos que entre los años 30 y 40 del siglo pasado, España tenía unos horarios similares a los del resto de Europa.

Entonces, ¿la ruptura se produce durante la dictadura?

En los años anteriores y posteriores a la guerra. Y por muchas causas, entre ellas, el pluriempleo. En esa época las mujeres asumían todas las responsabilidades domésticas, había un índice de natalidad más alto y era imposible mantener la casa con un sólo sueldo. Así que por las mañanas, el hombre tenía un empleo y otro por la tarde. Para llegar a ambos, se fueron aplazando las horas de la comida y la cena. Pero hoy no pasa esto, normalmente trabajan ambos y lo lógico es que se apliquen los horarios europeos y que terminemos de trabajar sobre las cinco o cinco y media de la tarde.

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