Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda busca reconstruirse ante el nuevo ciclo político
El PP de Ayuso bloquea la investigación de los negocios de su pareja
Opinión - 'Un español cuenta algo muy sorprendente', por Isaac Rosa
Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Comunicar ciencia hoy

Arte y ciencia: dos mundos conectados por el biólogo pintor Fernando Bolívar

Antonio Heredia Bayona

Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora (Málaga) —

0

Fue Ortega y Gasset en su Misión de la Universidad quien definió la cultura como el sistema vital de las ideas en cada tiempo. El lema del II Congreso de Comunicación Social de la Ciencias, “la ciencia es cultura”, ha tratado de recordar que la ciencia forma parte importante de las ideas de nuestro tiempo. El Congreso, que ha tenido como sede la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, magnífico edificio de conciliador nombre, ha efectuado una apuesta por una cultura integral, por el patrimonio de conocimientos históricos, sociales, literarios y artísticos en general y, lo que más ocupó a los asistentes, por el patrimonio intelectual de la ciencia. Dentro de este contexto sirvan una serie de reflexiones efectuadas desde el punto de vista del científico. En éstas se aboga por la definición de un nuevo de un modo de acción y participación del científico en la emergente sociedad de comunicación de este nuevo siglo que podría sustentarse en los cuatro puntos siguientes.

En primer lugar, el profesional de la ciencia y la sociedad de la que procede, deben asumir, de una vez por todas, que la ciencia es una actividad creadora de primera magnitud. Esta peculiar poiesis está fundamentada en una actitud; el mundo que nos rodea es inteligible, y un método: no hay ninguna verdad absolutamente establecida. Esto que parece tan obvio a algunos de nosotros, no es tan evidente para el hombre de la calle. Hay que mostrar que esa creatividad se lleva acabo a partir de unos principios y una metodología que apenas han cambiado en los últimos 400 años. Por encima de corrientes ideológicas, de revoluciones industriales y sociales y de tendencias o modas artísticas. Quizás porque la ciencia tiene como meta crear la verdad, como dice José Antonio Marina, mientras que la meta del arte es crear la belleza. Pero, no lo dudemos, aceptemos de una vez para siempre que ambas, la verdad y la belleza, son frutas magníficas de una inagotable y fantástica poesía.

En segundo lugar, el científico, en la mayoría de los casos sujeto público, debe rendir cuentas a la sociedad. Se podría tratar de una sentencia o amenaza velada de cualquier comisario político actual. Pero sólo se pretende decir que el científico tiene que devolverle a la sociedad lo mejor que ha conseguido como consecuencia del esfuerzo y confianza que ésta depositó en él. Una forma poco habitual de hacerlo, pero indisoluble de su trabajo, radica en la divulgación y comunicación, en estrecha colaboración con otros profesionales, de los resultados de su trabajo. Aunque sea utópico sería bueno recordar las palabras del Libro de la Sabiduría (7, 13): Sin engaño la aprendí y sin envidia la comunico y a nadie escondo sus riquezas.

Esta labor de divulgación científica ha de actuar como generadora de una imagen social de la investigación y del progreso científico diferente de la hasta ahora generada. A propósito del anterior congreso, celebrado en Granada, indiqué que era preciso eliminar la imagen mítica de una ciencia capaz de transformar casi todo lo que toca. Hay que eliminar ciertas imágenes de la ciencia. Apartar lo oscuro, lo tedioso, lo mágico, lo superficial y espectacular de la misma e incorporar lo humano y la alegría que supone la creatividad que planea alrededor de ella. Por el contrario debemos de hablar de ciencia con rigor, con fidelidad, con valentía, teniendo siempre presente la advertencia que nos dice Spinoza en su Ética: Las ideas inadecuadas y confusas se siguen de otras con la misma necesidad que las ideas adecuadas, es decir, claras y distintas. En este sentido, podríamos formularnos algunas preguntas adicionales: ¿Son válidos todos los científicos para llevar a cabo esta tarea? Probablemente no. Pero es una tarea que debe hacerse junto con otros profesionales y, en este sentido, como dice Ortega y Gasset, siempre actual, hay que criar y depurar un tipo de talentos específicamente sintetizadores que lleven a cabo el trabajo, también científico, de concentración y simplificación del saber. Sin duda los hay. Los grandes medios de comunicación tienen el reto de buscarlos.

La investigación científica hoy día tiene, más que nunca, una incidencia inmediata en el mundo en torno y sobre los seres humanos y no humanos que lo pueblan. Es por ello que el científico e investigador debe de ser absolutamente responsable de sus investigaciones y de las posibles consecuencias de las mismas. Este tercer punto requiere especial discusión. La ciencia es poder. La ciencia moderna está mayoritariamente aliada con el poder. En este sentido se está desoyendo el séptimo precepto de S. Alberto Magno, el patrón de la ciencia en nuestras facultades, quien ya advertía al alquimista de depender de los príncipes y poderosos. La situación apenas ha cambiado hoy día. Nos podemos preguntar ¿quién marca las líneas prioritarias de investigación?, ¿a qué intereses sirven?, ¿se evalúan los riesgos de ciertas investigaciones de igual modo que se evalúan sus objetivos científicos? Grandes líneas de investigación actuales centradas en la manipulación genética de organismos vivos incluyendo la reciente y controvertida clonación humana, la energía nuclear o el desarrollo de fármacos apropiados podrían ser buenas dianas de esas preguntas. Demasiadas preguntas quizás. Las posibles respuestas a ellas nos han de conducir decididamente hacia una nueva ética, esa peculiar poiesis que tiene como meta crear la bondad, que contemple los denominados derechos humanos de tercera generación aquellos, que tienen que ver con los individuos que vivimos aquí y ahora y los que vivirán después de nosotros: nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

En cuarto lugar, el científico, en cuanto sujeto público, debe de participar activamente en la política de la sociedad de la que forma parte ejerciendo públicamente una crítica intelectual sobre aquellos temas que afectan a la sociedad y que tienen que ver con su disciplina científica. También en este punto tenemos algunos ejemplos por todos conocidos. Cabe citar por su entereza y trabajo, aun poco reconocido, el llevado a cabo por la agencia especial de la ONU sobre el cambio climático .

En esta sociedad global que nos ha tocado vivir, en esta sociedad de la que emergen grandes problemas y cuestiones derivadas, por ejemplo, del SIDA, de la modificación genética de plantas y animales o de la escasez de agua, nuestra sociedad y nuestras vidas estarán cada vez más afectadas. Los políticos han de enfrentarse a dichos problemas y tratar de gestionarlos adecuadamente. Pero necesitarán, cada vez más, la información científica más exacta y objetiva para ayudar a encontrar la solución o soluciones adecuadas.

Si hay algo que distingue al científico en todo el complejo problema que estamos enunciando es que aprende a lo largo de su vida profesional a mirar el futuro; el científico, forma parte de su trabajo, pronostica, predice. Puede valer la pena usar esa capacidad. Esta reflexión no deja de ser una declaración de intenciones que sirva de punto de partida y discusión para un mayor compromiso futuro del científico con la sociedad. Es una tarea tan dura y difícil cómo la que tienen, dentro de este complejo contexto, los profesionales de la información y los políticos de buena fe. Para animarnos a encontrar el camino adecuado vale la pena recordar, para terminar, las últimas palabras de Spinoza en su Ética: Todo lo que es hermoso es tan difícil como raro.

Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

stats