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Lloret de Mar: una novela negra sin ficción

La Guardia Civil registra domicilios y lugares de trabajo en Lloret de Mar (Girona) en el marco de la operación contra la red de blanqueo de capitales procedentes de Rusia.

Jordi Mumbrú

Pasan unos minutos de las siete de la tarde cuando dos motoristas, tapados con sus cascos, abordan a un coche que circula por una carretera de la urbanización Els Pinars de Lloret de Mar. Todavía es de día. Estamos en septiembre de 2012. En medio de la maniobra, el motorista que circula de paquete saca un arma y acribilla a la familia que viaja en el turismo. La mujer, embarazada de ocho meses, sale ilesa de la emboscada pero su marido y su hijo no tienen tanta suerte.

El padre de familia recibe tres tiros en el tórax y su hijo, de sólo tres años, un balazo en la cabeza. Los dos son hospitalizados y, gracias a la intervención de los médicos, pueden salvar sus vidas. Son italianos y residentes en Lloret de Mar (Girona). Los asaltantes nunca fueron detenidos. Sólo se sabe que huyeron con la moto, de gran cilindrada y sin matrícula, y que luego la abandonaron para desaparecer con un Audi robado. Nada más. Pero las sospechas eran tan evidentes como la realidad. La firma del ataque no dejaba dudas: eran asesinos a sueldo de la mafia.

Después de los hechos, la policía comprobó que la víctima era Gabriele Biondo, un conocido traficante que tres años antes había sido detenido en Benalmádena (Málaga) por tráfico de drogas y extraditado a Italia donde lo reclamaban acusado de formar parte del crimen organizado. Diez días más tarde de la emboscada, en un camino de tierra, la policía encontró el cuerpo de un hombre que había recibido cinco disparos en la nuca. El cuerpo estaba tendido en el suelo junto a su todoterreno. Parecía una venganza, quizás relacionada con el tiroteo a la familia italiana. O quizás no.

Podría ser la escena de un libro de Mario Puzo pero, desgraciadamente, es una novela sin ficción y uno de los ejemplos de que la mafia, ya sea rusa o italiana, se ha asentado en algunas poblaciones españolas. Se podría escribir otro capítulo con el asesinato del empresario alemán Helmut Diekmann, en 2003. Lo encontraron tendido en el suelo de su lujosa casa de la urbanización Roca Grossa, también en Lloret. Había recibido un fuerte golpe en la cabeza y 15 puñaladas. Fue un episodio extraño porque los asaltantes ni siquiera se llevaron el Rolex que la víctima llevaba puesto. Apenas unos meses antes, en una casa de la misma urbanización, la policía encontró el cadáver de un ciudadano ruso de 46 años. Había sido degollado. Se podrían escribir muchos más capítulos de esta novela negra con casos recientes de tráfico de personas para someterlas a la prostitución.

Yates y chalés lujosos

Además de crímenes que nada tienen que ver con la delincuencia común, en Lloret de Mar también es posible encontrar multimillonarios de los que sólo salen en las películas. Es el caso de unos vecinos de Kazajistán, que se han construido un chalé de lujo en medio de un bosque en primera línea de mar con 13 suites y 19 baños, entre otros detalles. A pesar de ser una zona protegida, se han construido también una bonita escalera de piedra que comunica la casa con el mar, para acceder a la playa y al lujoso yate que también poseen. Toda esta aberración medioambiental, que fue denunciada por SOS Lloret y que está en manos de la justicia, se hizo con una licencia de obras del entonces alcalde Xavier Crespo, hoy diputado de CiU.

Lloret de Mar tenía apenas 20.000 habitantes en el año 2000 pero la población se ha doblado en 13 años. Y gran parte de los nuevos vecinos son inmigrantes, hasta el punto que representan el 41% del total. Pero aquí en esta novela no hay problemas de racismo. Cerca de 2.000 nuevos residentes son rusos y la cifra va en aumento ya que la mayoría de las compras inmobiliarias las hacen los rusos.

Según vecinos del municipio, se trata de personas que pasan “muy desapercibidas” y muy poco tienen que ver con los turistas que visitan Lloret de Mar buscando fiesta, drogas y alcohol. Se da la particularidad de que la proporción de inmigrantes rusos del sexo femenino es mucho más alta que la de inmigrantes de otras nacionalidades. Esta diferencia con los demás colectivos ha alimentado el rumor de que Lloret se está convirtiendo en el retiro de las esposas o viudas de mafiosos. Esta sospecha no tiene ningún fundamento ni se puede probar.

Lo que sí que va a intentar la Audiencia Nacional es probar que la empresa Development Diagnostic Company S.L. ha blanqueado cerca de 56 millones de euros del crimen organizado. Todo este dinero sucio se ha invertido sin que casi nadie alzara la voz.

La difícil lucha contra la mafia

Si la empresa rusa que está siendo investigada ha blanqueado 56 millones de euros en la zona en pocos años, parece increíble que la justicia haya tardado tanto en actuar. Los responsables de la lucha antimafia de Italia están hartos de avisar de que el crimen organizado se está instalando en España, pero son muy conscientes de que, más allá de promesas electorales, luchar contra la mafia no es una prioridad para ningún Estado ni ningún Gobierno.

El expresidente de la comisión antimafia del Parlamento italiano, Enzo Ciconte, reconoció este problema en una entrevista en 2009. El experto antimafia explicó que las personas en búsqueda y captura tienen mucha menos presión policial lejos de sus países y que España es un lugar perfecto para ellos porque tiene buen clima y es un punto estratégico para el tráfico de drogas, el negocio favorito de la mafia.

Invirtiendo su dinero sucio en España, además, los mafiosos evitan que en caso de ser detenidos les apliquen la ley italiana conocida como “la 416 bis” que permite al Estado confiscar todas las propiedades de los miembros de la mafia. El problema es que la ley no es internacional y sólo se puede aplicar en el país transalpino.

Otro problema para la lucha contra el crimen organizado es que los mafiosos, aparte del tráfico de drogas. no hacen mucho ruido en los países donde viven y, además, invierten su dinero generando riqueza. En el caso que nos ocupa ni más ni menos que 56 millones de euros, que habrán pasado por muchas manos. “El problema llega a largo plazo, porque con su dinero alteran la economía”, advirtió entonces Ciconte.

Finalmente, otra ventaja para la mafia es que en los casos en los que, por exigencias del guión, cometen asesinatos o protagonizan algún tiroteo, como el de la familia que viajaba en coche al principio del capítulo, acostumbran a no generar demasiada alarma social porque las víctimas también forman parte de la mala vita.

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