Imagínate. Imagínate que has pasado años enfermo del riñón, tu vida determinada por las tres sesiones de diálisis a la semana (medio día cada sesión), con las restricciones en toda tu vida -dieta, ingesta de líquidos...-, sufriendo los efectos secundarios de la diálisis, esperando a que llegue el día en el que seas el número uno de la lista de espera para un trasplante y que se encuentre un donante compatible. Si tienes suerte, llega ese día y después comienzas el tratamiento oral con inmunosupresores para que tu cuerpo no rechace el riñón. Y piensas que lo peor ha pasado.
Pues no. Ahora en 2013 vas a la farmacia y no tienen esa medicación de la cual depende tu vida. En la farmacia te dicen que no la tienen porque no tienen los fondos para adquirirla y que la Generalitat aún les debe dinero. Vas a otra farmacia y te dicen lo mismo. Y a otra. Y a otra. “Te sientes como una pedigüeña”, nos dice María, una trasplantada. Y vas a unas cuantas farmacias más mientras tu preocupación se torna en pánico.
Solo tienes medicación para cinco días y no consigues encontrar más. Es una carrera contra la muerte. Tú solo, en un país desarrollado, desesperadamente buscando la medicación que te salve la vida. Pero si te encuentras demasiado mal para correr esa maratón de las farmacias, posiblemente te resignes, se te acabe la medicación y no la puedas seguir tomando, como ya ocurre a trasplantados en Cataluña.
María no se resigna y pasa todo su tiempo escribiendo, llamando, reclamando a Boi Ruiz, al Servei Català de la Salut, a los hospitales, a las farmacéuticas, a las asociaciones de trasplantados, a la prensa, a los parlamentarios.
Pero los esfuerzos de María no están cambiando esta situación.
Boi Ruiz dijo una vez que es la responsabilidad del paciente cuidar su propia salud. Que si no la cuida, “la pagamos todos”. Pues señor Ruiz, ya puede explicar usted a María y a los otros trasplantados de riñón, a los de hígado, a los de corazón o de pulmones, cómo pueden cuidar su salud si no tienen acceso a su medicación y si tienen que vivir en este estado de pánico de no saber si tendrán suficiente medicación para vivir una semana más. ¿Cómo van a tener unas felices fiestas?
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