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Benítez Reyes resucita al pícaro español en “El azar y viceversa”

Benítez Reyes resucita al pícaro español en "El azar y viceversa"

EFE

Madrid —

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El escritor gaditano Felipe Benítez Reyes regresa a la novela tras diez años con “El azar y viceversa”, una obra en la que su Rota natal está más presente que nunca de la mano de Antonio, Antoñito o Rányer, un personaje típico de la picaresca para el que buscó el “tono” idóneo que lo perfilara como quería.

Aunque hace más de un año que se quitó de fumar, Benítez Reyes saborea un cigarro de vapor durante una entrevista a Efe, un gesto que podría hacerle parecer a su personaje (otro fumador), pero no, no es así ya que el protagonista de su última novela (Destino) no tiene “ninguna correspondencia con nadie real, ni siquiera mezcla”.

Un ser que ha surgido de la “nada” pero al que le ha dado el “tono” necesario para que “El azar y viceversa” tenga “apariencia de oralidad” y no se trate de un lenguaje que “suene a escrito”.

Y no lo es porque Benítez Reyez (Rota, 1960) ha construido una historia en la que Antonio Jesús Escribano Rangel le habla al lector como lo hace un gaditano cualquiera pero siempre manteniendo un equilibrio entre lo “popular” y lo “culto”.

“Por deformación profesional -cuenta- estoy muy pendiente de los mecanismos de habla, y en Cádiz hay una especie de vanidad retórica en el habla coloquial, es decir, casi todo el mundo procura evitar una formulación previsible. Yo creo que eso se nota en lo que escribo, esa cosa de sorpresa al final de la frase con algo que no esperaba”.

Una reflexión que matiza con una broma: “El mérito estilístico de la novela es más de la provincia que mío”.

Es en su Rota natal donde comienza la vida de este personaje al que él describe como un “pez rémora”: “Se va arrimando a todo lo que él piensa que le puede resolver la vida, su afán es instalarse en el mundo y resolver su vida”.

Unos personajes “fugaces” que para el autor de otras obras como “Las identidades” tienen “la misma importancia” que el protagonista ya que son los que van marcando “el ritmo” de su vida. Y han sido tantos que, como añade el gaditano, la novela ha sido un “abuso de paciencia” para él durante los siete años que se ha dedicado a ella.

Ambientada en la España del tardofranquismo y los años de la Transición, hasta llegar a nuestros días, en “El azar y viceversa” Benítez Reyes ha encontrado también el “reto” de escribir sobre su pueblo.

“Me interesaba describir la Rota de mi adolescencia en los años 70 y lo que allí ocurrió, que era bastante exótico, y eso fue lo que me movió a situarlo ahí, aunque también lo hice por establecer una correspondencia cronológica entre la edad del personaje y la mía”, destaca.

Narrada en primera persona, aunque después jugará con la tercera persona, el “Azar y viceversa” se convierte en una auténtica colección de miserias, “aunque después mejora”, según exclama entre risas el Premio Nadal 2007 por “Mercado de espejismos”.

Una especie de tránsito, una especie de vida “anclada en el territorio movedizo de los trastornados”, en el que el drama y la comedia están tan juntos que la línea que los separa no se percibe.

Y así, entre la risa y la tragedia, construye a un personaje con una “indefinición constante” que se describe hasta en la cantidad de nombres que el personaje adopta según el momento que esté viviendo.

“¿Es buena persona o un canallita? -se pregunta-. Quería jugar con algo tan real como es el contraste de cualquier carácter humano. Quería jugar con esa media tinta continua y por eso, desde la primera página, el personaje lo advierte”.

Una ambigüedad constante que nos da la bienvenida con el título, porque ¿cuál es la viceversa del azar?: “ Es como el Yin y el Yan, pero nadie sabe muy bien qué es cada uno”, vuelve a bromear mientras exprime ese cigarrillo que parece no darle el mismo placer que el de tacto a papel.

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