Un blog de Juventud Sin Futuro pensado por y para los jóvenes que viven entre paro, exilio y precariedad. Si quieres mandarnos tu testimonio, escríbenos a nonosvamosnosechan@gmail.com.
¿De qué me sirve volver a España?
Patricia Ceballos —
Hola, me llamo Patricia, tengo 25 años y soy una de esas tantas enfermeras españolas que se ha visto forzada a salir de España en busca de un trabajo digno. Actualmente vivo en Reino Unido, lugar que me ha dado el empleo que mi país me negaba. Llevo aquí año y medio y, aunque ha sido uno de los años más divertidos de mi vida también ha sido de los más duros.
Es duro estar lejos de tu familia, perderte todas las reuniones, los eventos y las pequeñas cosas que te unen y te acercan a los tuyos. Ves que tus amigos se mudan a vivir con sus parejas, que tienen hijos, se casan y van organizando su vida poco a poco, pero es algo que tú no puedes hacer porque no tienes estabilidad. Bueno, en realidad, ahora mismo sí tengo estabilidad laboral, pero mi vida se desarrolla entre dos mundos. Aquí tengo el trabajo y la estabilidad económica, pero en España tengo el corazón. Es mi casa y el sitio al que desearía poder volver con unas condiciones laborales similares a las que tengo aquí, pero sinceramente no parece que vaya a ser posible en años. Esto nos provoca a todos frustración, y rabia.
Rabia por saber que aunque quieras volver no puedes porque no hay trabajo, por lo menos de lo mío, y si lo hay las condiciones son paupérrimas: contratos temporales, sueldos ínfimos y ningún beneficio por trabajar en el sistema nacional de salud. Vamos, nada que ver con lo que se tiene aquí. Y, ¿de qué me sirve volver a España, si las condiciones que me ofrece son muchísimo peores que las que ahora tengo? Solo podría aspirar a contratos temporales, en los que el sueldo más alto que podría tener como enfermera es el más bajo que ofrecen aquí. Si vuelvo tendría que sobrevivir en esas condiciones, con las que sería difícil llegar a fin de mes y poder llevar una vida digna.
Aquí es cierto que todo es más caro, en el pueblo en el que yo vivo el alquiler de una habitación es el mismo con el que podrías alquilar una casa entera en España. A eso hay que sumarle las facturas de la casa y comida; el supermercado Aldi es mi mejor amigo. Y hablando de amigos, me está costando mucho hacerlos aquí y adaptarme al modo de vida de los ingleses. Los ritmos de vida que llevo no me dejan mucho tiempo para el ocio. Mi vida, ahora mismo, se resume en trabajo, gimnasio, tareas domésticas y tratar de encontrar actividades en grupo para conocer gente en el poco tiempo libre que me queda. Al final, mientras echo de menos a mis amigos, me acabo relacionando solo con las personas con las que trabajo, que son bastante más mayores que yo.
Se echa de menos la espontaneidad de los amigos de toda la vida, en los que un día que no estás haciendo nada llamas y dices “¿tomamos algo?” Y se va a tomar un café o una caña (la cual no te cuesta un ojo de la cara y encima te dan una tapita), o vas de tiendas sin tener que preocuparte de que las cierran a las 5 de la tarde. Esto en verano, que aún es de día, no importa tanto, pero en invierno, que es noche cerrada a las cuatro de la tarde, es deprimente.
Se echa de menos el tirarse horas en una terraza tomando algo y que se te vaya el santo al cielo, y te den las 6 de la mañana y siga habiendo bares abiertos y no tengas que preocuparte de que vayan a cerrar a las tres de la mañana y, que en tres horas de estar fuera, te hayas gastado quince libras sólo en tres pintas. Son tantas cosas las que se echan de menos y tan pocas esperanzas de que en un futuro próximo pueda dejar de echarlas en falta, que se hace un poco cuesta arriba muchas veces.
En definitiva, echo de menos a mi gente, la vida y sus ritmos en España. De momento habrá que contentarse con ir a casa de vacaciones, cruzar los dedos y esperar que, no dentro de mucho, haya oportunidades para poder volver a vivir y trabajar en España, y tener la calidad de vida y la estabilidad económica que me está dando la vida inglesa.
