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Un legado que persigue la eternidad

El periodista elgoibarrés Jairo Berbel Monreal junto a su novia Julexi Chévez Vélez en Ecuador.

Laura Murillo Rubio

Elgoibar —

Al periodista elgoibarrés de 25 años, Jairo Berbel Monreal, Ecuador le ha cambiado la vida. Hace algo más de un año que llegó a Quito en busca de una oportunidad laboral que le permitiera desarrollar su carrera y vivir de ella, algo que sigue siendo complicado un año después en España. Allí, entre volcanes, ha conseguido mucho más que un trabajo acorde a sus estudios. El periodista se enamoró de Julexi Chévez Vélez, una reconocida activista en el país por su lucha a favor de los derechos de las personas más desfavorecidas y enfermos de cáncer. Ambos vivieron una relación de ocho meses que fue interrumpida el pasado mes de septiembre por el fallecimiento de la joven, que a los 13 años perdió una pierna a causa de un cáncer de osteosarcoma y que, con apenas 18 años, volvió a irrumpir en sus pulmones. Julexi, precursora de los desfiles ‘Bionic Fashion’, populares en Latinoamérica, ostentaba el título de virreina de la ciudad de Buena Fe, un galardón que obtuvo al quedar segunda clasificada en un desfile a través del cual quiso demostrar en su región que “la discapacidad no es incapacidad”.

Jairo conoció a Julexi gracias a su empleo como cámara para la productora Activa TV, que trabaja para la Secretaría del Buen Vivir del Gobierno ecuatoriano. “Fue la primera vez que iba a grabar solo. Un taxi me dejó a las puertas de su colegio y entré a buscarla. Me habían dicho que estaba enferma, pero no sabía nada de su amputación. Cuando la vi, nos miramos fijamente, pero yo me quedé embobado. La estuve grabando mientras recibía reconocimientos por su labor y perseverancia. Hasta que un hombre me dijo: ‘Pobre chica, sin pierna’ y yo dije: ‘¿Cómo?’ No me había dado cuenta hasta ese momento, pero tampoco me importó. ¿Qué voy a hacer? Si esto no se elige… A mí me gustaba”, cuenta el periodista.

A partir de entonces, Jairo la buscó por las redes sociales hasta que dio con ella. “La gente me decía: ¡No sabes dónde te estás metiendo! Pero, ¡qué hostias! Yo sí sabía, claro que lo sabía, porque quería hacerlo”, afirma sobre su determinación para encontrarla. En el mismo momento que decidió enviarle un mensaje privado a través de Facebook, recibió otro de ella. “No pudo haber escrito la respuesta porque no pasó ni un segundo. Sé que es difícil creer, pero fue así y no creo que fuera casualidad”, asegura. Tras varias conversaciones, el elgoibarrés quería verla de nuevo, pero reconoce ser “medio patoso” para dar el primer paso, de modo que fue Julexi quien se atrevió a planteárselo. “Ella tenía más salero, las chicas de la costa son así”, afirma en relación al comienzo de una relación que, debido a su enfermedad, contó con reparos iniciales por parte de su familia, pero que gracias a su empeño e interés, Jairo consiguió disipar.

En media docena de hospitales se negaron a atender a Julexi

En los ochos meses que pasó junto a la activista social, el cámara asegura que más de una vez quedó sorprendido por su madurez. “Su familia y yo no lo estábamos, pero ella estaba preparada para morir”, cuenta sobre su última etapa de vida, en la que Julexi ya había renunciado a la quimioterapia porque “quería pasar lo que le quedara fuera del hospital”. Jairo organizó entonces, junto a toda su familia, un viaje a la playa. “Fuimos en una furgoneta vieja, con la música alta y pitando. Ella quería despedirse uno a uno de todos y así lo hizo. Recuerdo que por la noche hicimos una fogata, era como un símbolo de soltar todo lo malo y quedarnos solo con lo bueno. Nos tomamos unos cuantos chupitos de ‘caña manaba’ y, entre risas, le prometimos cumplir todos sus propósitos”, relata Jairo sobre su intención de continuar con las labores de ayuda a discapacitados y organización de eventos solidarios, en los que su novia era parte activa como miembro de la Fundación de Jóvenes contra el Cáncer de Ecuador. Como en el libro El Principito, “siempre repetía que lo esencial es invisible a los ojos. Ni falta hacía que me lo diría, lo descubrí nada más verla”, declara el periodista.

En un país en el que se presume de que “la salud ya es de todos”, Julexi quiso hacer ver que “solo es de todos los que tienen dinero”. En su última noche, su madre y Jairo recorrieron media docena de hospitales en los que se negaron a dar asistencia a la joven por acudir “fuera de horario” o por “falta de espacio”. “No pedíamos mucho. Solo oxígeno en una cama”, recuerda. Sin embargo, no fue hasta la mañana siguiente cuando finalmente fue atendida en una clínica de médicos cubanos, donde pasó sus últimas horas antes de morir. “Lo conseguimos gracias a la fundación a la que pertenecía”, dice Jairo mientras lamenta que se necesiten “padrinos” incluso en estos casos.

Libro, documental y película recordarán su trabajo

Como en una película, hay quien acusa al guipuzcoano de no pasar página, pero él está dispuesto a llevar la historia de Julexi “allá donde vaya”. De hecho, ya trabaja en la redacción de una novela y la creación de un documental y largometraje que recojan la vida y obra de la que en Ecuador ya es conocida como la ‘Reina de Corazones’. “La llaman así porque se ganaba el corazón de todos, aunque para mí siempre seguirá siendo la pecosa de ojos verdes”, señala Jairo, que también tiene el propósito de levantar un hospital de cuidados paliativos en la región, gracias a un terreno que fue cedido voluntariamente por un particular a la fundación. “Me siento satisfecho haciendo esto, nunca he estado tan seguro de querer hacer algo”, reconoce el cámara desde su casa de Elgoibar, donde pasa unos días de vacaciones antes de regresar a Ecuador, dispuesto a seguir con el legado por la lucha de los derechos que Julexi fomentó en vida y que él busca ahora hacer “eterno”.

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