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“Los jóvenes están consumiendo amor como consumen azúcar ”

Portada del libro 'El nuevo ideal del amor en los adelscentes digitales'

Patricia Burgo Muñoz

Con la irrupción de las nuevas tecnologías las relaciones sociales han variado. Los adolescentes, que han nacido y crecen conectados a un mundo virtual, inician también sus primeras relaciones de pareja en este nuevo escenario no exento de peligros. El libro 'El nuevo ideal del amor en adolescentes digitales' se adentra en los conflictos a los que se enfrentan los jóvenes y que pueden llegar a situaciones de control obsesivo y maltrato. Su autora, la pedagoga Nora Rodríguez, analiza los comportamientos a los que se enfrentan los chicos y chicas hoy en día y sus conclusiones llevan a la reflexión: “Estamos hablando de un amor que tiene que ser excesivamente romántico con un control obsesivo dentro y fuera del mundo digital, es como si controlaras una mercancía”. Por ello, Rodríguez cree que es absolutamente necesario abordar el aprendizaje afectivo desde la infancia, “una asignatura pendiente en nuestra sociedad”, y en edades más avanzadas enseñar a los adolescentes a 'desconectarse'. “Tenemos que enseñar a los jóvenes a vivir en 'modo avión'”, reflexiona.

En el libro analiza las relaciones de los adolescentes en la era digital, ¿qué ha cambiado respecto a otras épocas?

La nueva realidad digital ofrece como un nuevo escenario donde se está rediseñando la manera de entender el amor, sobre todo las primeras relaciones de pareja. Los nativos digitales están desarrollando un aprendizaje en un entorno tecnológico donde el amor se convierte en mercadotecnia, en parte de comprar y vender.

¿Y qué consecuencias tiene este nuevo modelo de relación?

Estamos hablando de un amor que tiene que ser excesivamente romántico con un control obsesivo dentro y fuera del mundo digital. Es como si controlaras una mercancía, con la consigna de que solo puede ser verdadero si exige sacrificio, generalmente por parte de las chicas. Antes hablábamos de que el amor romántico era peligroso porque era una puerta abierta para el maltrato si no se marcaba esa línea divisoria entre lo que es el respeto y no lo es. Pero ahora sí que sí tiene que ser de esta manera porque forma parte del mercado de compra y venta de imagen, de amigos, de cariño…Además, hay un tema de importante detrás de todo esto: en un mundo en el que todo es global donde todo es digital, el modelo de chica y de varón que ellos reciben es de un joven hipersexualizado, donde desde edades muy tempranas aprenden a rechazar el cuerpo. El cuerpo rechazado ya es una manera de no marcar el límite del respeto. Si a eso sumamos que en las redes sociales todo son emociones y no hay cuerpo, ¿cómo van a ser estas nuevas relaciones de pareja si generalmente son conflictivas?

Pone el acento en el control dentro de las parejas, ¿en qué se traduce este control?

Hay un perfil de que tiene ser excesivamente excitante ese amor, que tienes que tocar el cielo con las manos, pero luego tienes que ser muy frío para dejarlo y muy controlador para que el objeto que compras no te falle. Esto tiene como consecuencia esa línea invisible que marca lo que es el maltrato de lo que no lo es. En el libro lo que se propone es que el desafío de esta época es educar la afectividad y en segundo lugar empezar a hablar de unos estilos de amor más reflexivos, que no es quitar la ilusión, cuidado, pero sí con más reflexión. El 'whatsapp', por ejemplo, provoca un control permanente. Están las 24 horas conectados, esto no da descanso ni al cerebro ni a las emociones y genera una necesidad psicopática muy fuerte. Hay que enseñar a los adolescentes a vivir en 'modo avión'. 

Y en ese control ¿quién sufre más, el chico o la chica?

El control obsesivo dentro y fuera del mundo digital es de ambos, pero cuidado, la chica termina siendo siempre la más dañada porque todavía se les enseña que un amor verdadero es un amor que exige el sacrificio de la chica. En el libro yo digo que los jóvenes están consumiendo amor como consumen azúcar y les hace el mismo mal, porque en realidad están utilizando el amor romántico para saciar las necesidades de estar permanentemente en ese mundo de marketing donde ellos y su cuerpo también lo son.

¿Qué consecuencias tienen estos comportamientos?

Esto tiene consecuencias muy graves porque si se llega al maltrato psicoemocional o sexual, o de algún tipo, esto genera un síndrome postraumático seguro y necesita de una ayuda social que no siempre está. Pero además, ahora sabemos que los traumas que se viven en la adolescencia pueden perdurar a lo largo de toda la vida, incluso en generaciones futuras.

¿Qué asignatura pendiente tiene nuestra sociedad para afrontar este problema?

No se está educando para la afectividad, no se está enseñando, no hay programas en los colegios ni a nivel de igualdad, para trabajar desde los 6-7 años lo que es la autogestión de las emociones, de la afectividad, la autonomía personal, ayudarlos a conocerse y a marcar los propios límites. Se trata de saber que desde fuera no te pueden controlar. Desarrollamos programas de alto nivel académico y lo que está fallando es esto. Es decir, tenemos personas que pueden hablar ocho idiomas y tener un promedio de 10, pero que afectivamente o emocionalmente se derrumban o dejan el control en manos de otros, que a veces no es tan grave, pero a veces pueden estar en manos de verdaderos psicópatas.

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