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Cuando la escuela sirve la única comida del día

Varias niñas esperan a ser servidas en el comedor de su escuela. /EFE

Aitor Guenaga

Bilbao —

En un momento de crisis como el actual, las becas que llegan desde las instituciones públicas son un auténtico salvavidas para las familias con menos recursos económicos. Pero en el caso de los comedores de la red educativa, estos fondos tienen una trascendencia aun mayor, porque para muchos niños y adolescentes supone asegurar que al menos una comida al día se produce en condiciones óptimas. El curso pasado, un total de 57.893 alumnos de educación obligatoria de la red pública y privada pudieron acceder a una beca de comedor, casi 41.000 estudiaban en los centros de la la red pública, mientras que 16.945 niños y adolescentes lo hacían en centros privados.

La convocatoria para estas becas estaba previsto que saliera en septiembre, pero un portavoz del Gobierno vasco ha confirmado que se retrasa hasta octubre. El aplazamiento, junto a los trámites administrativos que llevan aparejados este tipo de convocatorias, retrasará aun más la llegada del dinero a los centros. De hecho, cuando las convocatorias salían en septiembre, parte del dinero no empazaba a librarse a los centros hasta principios del año siguiente. Las becas se conceden a los solicitantes tomando en cuenta la última declaración de la renta, aunque el dinero se destina directamente a los centros, no a las familias beneficiadas por la beca.

El esfuerzo presupuestario del Gobierno vasco para hacer frente a estas ayudas no es baladí: solo en el curso pasado (2012-13) la partida para las becas de los comedores de los centros educativos ascendió a unos 34 millones de euros. El grueso de la partida se lo lleva los estudiantes de la red pública con 24,1 millones de euros, mientras que las becas para los comedores de la privada se situó el curso pasado en 9,6 millones de euros. Según datos oficiales, la beca máxima asciende a 640,80 euros (calculada por 3,60 euros al día por un maximo de 178 días de comedor al año). En los comedores vascos se sirven alrededor de 90.000 comidas. Para una familia con dos hijos y sin beca, el comedor suponía en el curso 2010-11 un total de 162 euros al mes. En el curso académico que acaba de terminar, la misma familia ha pagado al mes 184 euros.

“Es muy duro llamar para recordar que deben dos cuotas”

Zuriñe es la encargada del comedor en el instituto de Mungia, con más de 400 alumnos de la ESO, de los que 230 pasan a diario por el comedor. Y tiene claro que “las becas son fundamentales, porque para muchos es la única comida del día. Es importantísimo”. Su mayor quebradero de cabeza es la gestión administrativa del dinero de las ayudas. “Para cuando llegan los primeros ingresos de las becas de comedor estamos ya en enero, febrero o incluso marzo. Y el dinero se va librando por partes. Hasta que no acaba el curso no sabes si vas a cubrir todos los gastos. Este año nos dimos cuenta de que no podíamos cubrir los gastos del comedor y tuvimos que pedir un rescate a Delegación para equilibrar las cuentas”, admite. Lleva cuatro años al frente del comedor en Mungia y lo que lleva peor es tener que pedir el dinero a las familias. “Es muy duro llamar para recordarles que nos deben dos cuotas. Y a la tercera falta se quedan fuera. Sabes que muchos están en apuros -aunque también hay otros que le echan mucho morro, admite- e intentas hacer lo más llevadero posible para todos”.

Los gastos de comedor se pagan con la partida que el Ejecutivo libra directamente para los comedores y con lo que costean las familias, tengan beca o no. En el caso de la primera partida, el Gobierno ha decidido mantener intactos para el curso que viene los 92,8 millones de euros que ya destinó para la red pública durante 2012-13. Con ese dinero se paga el suministro de comidas preparadas, las materias primas y los servicios afines a este suministro para los centros públicos docentes con comedores de gestión directa. Portavoces del Departamento de Educación que dirige Cristina Uriarte no han querido aventurar si se mantendrá intacta también la partida para las becas de comedor y se han remitido a la convocatoria que saldrá este mes de septiembre.

Julia Alonso, madre de tres niños de 6 a 14 años, cuenta con una beca de comedor para sus tres hijos. En su actual situación, cobrando el subsidio de desempleo, resulta fundamental saber que la manutención de sus hijos está garantizada. “Lo cierto es que es una gran ayuda para la economía familiar. Comen bien y están a gusto en el colegio. Ahora mismo, sin esas becas no sé como iba a salir adelante”, ha comentado. Su caso se repite en muchos de los solicitantes de este tipo de ayudas. Y las asociaciones de padres y madres conocen de primera mano estas situaciones, en muchos casos al límite de lo que una familia puede soportar.

“Revisar” los baremos

Desde la Asociación de Padres y Madres de alumnos de Euskadi-EHIGE, su coordinadora, Lurdes Imaz, considera “básico que se mantenga el nivel becas para los comedores”. Y además plantea un par de exigencias al Departamento de Educación. “Creemos que es fundamental que la Administración adelante las becas, sobre todo para que las preocupaciones no se trasladen a las familias y para evitar problemas de gestión en los centros. Adelantar los fondos clarificaría la gestión y la haría más fácil”, apunta Imaz. Y la segunda exigencia es que se permita incluir a la hora de solicitar las becas más información (Lanbide, RGI, etc) aparte de la última declaración de la renta, porque la situación puede haber cambiado en el último año y alguien que no tenía derecho a beca según los baremos -“que también deberían revisarse tras años sin modificación alguna”, dice Imaz- y su declaración de la renta, puede que sí la tenga ahora, porque su situación de ingresos familiares ha empeorado.

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