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El BEC, tres meses al año vacío

Fachada del Bilbao Exhibition Center, en Barakaldo.

Javier Uriarte

El próximo mes de abril se cumplirán 17 años de funcionamiento y sigue lastrado por los problemas surgidos desde el principio. El Bilbao Exhibition Centre (BEC), la principal feria de muestras de Euskadi ubicada en Barakaldo, arrastra una deuda de 330 millones de euros, su funcionamiento anual ha generado hasta ahora un déficit de explotación de más de 40 millones de euros y en estos 17 años se ha evidenciado su infrautilización: sus 150.000 metros cuadrados de superficie han permanecido cada ejercicio entre tres y cuatro meses sin ningún uso. Es decir el BEC sigue vacío al menos la tercera parte del año.

Solo el empeño de las autoridades, el Gobierno vasco y la Diputación de Bizkaia (que tienen el 95% del accionariado), mantiene viva una infraestructura cuya construcción costó 520 millones de euros, 230 millones más de lo previsto inicialmente. Su déficit de explotación ha agravado la de por sí elevada inversión, toda con dinero público: en sus 11 años de funcionamiento completo, de 2005 a 2015, sólo estuvo en números negros en el ejercicio de 2008, cuando logró 817.000 euros de beneficios.

De los datos de 2015 nada se sabe aún, únicamente que de nuevo ha habido pérdidas. Como ha hecho en los últimos años, la dirección del BEC comunicó a principios de enero el balance de su actividad, pero sin aportar ningún dato económico de la feria. Se congratuló que la feria había “generado un impacto de 73 millones de euros” en el Producto Interior Bruto (PIB) de Euskadi, glosó las nuevas ferias celebradas, los 850.000 visitantes y una solapada referencia a su delicada situación económica. “La celebración de la 29ª BIEMH (la principal feria del BEC, que se celebra cada dos años) hace prever que los resultados en la gestión de Bilbao Exhibition Centre confirmen los resultados positivos que el plan de choque, que se viene llevando a cabo desde hace tres años, marcaba, consolidando el progreso positivo de la organización ferial vasca”.

Es decir, pura palabrería. Hasta hace un lustro, el BEC siempre comunicaba a principios de enero los datos económicos de la explotación, pero el grave deterioro cambió la política de comunicación. Como el pasado año, un portavoz de la Feria se ha remitido al consejo de administración que se prevé celebrar en marzo para conocer las cifras reales. El déficit de 2015 no será muy diferente de los cuatro millones presupuestados en este ejercicio.

La grave situación financiera acabó por explotar en 2013, tras el informe del Tribunal Vasco de Cuentas Públicas que situaba a la feria en estado de asfixia económica. A mediados de ese año, el Gobierno vasco y la Diputación vizcaína presentaron un plan de choque que, aun sin concretar cómo se lograría, aseguraba la viabilidad en 2016.

Ampliaciones de capital

La realidad es que, además de la aportación anual de 35 millones de euros que realizaban cada año el Gobierno vasco y la Diputación para sufragar los gastos de construcción, se tuvieron que acometer dos ampliaciones de capital. En 2013, ya se inyectaron otros 3,2 millones de euros de dinero público (casi todo también de las dos instituciones, salvo una aportación testimonial de 20.000 euros de la Cámara de Comercio de Bilbao) y en 2015 se insuflaron otros 30 millones. Por dos veces en su historia, la Feria de Muestras ha tenido que ampliar capital para absorber las pérdidas de explotación.

Y todo el peso económico ha caído en el Gobierno vasco y la Diputación de Bizkaia, del dinero de los ciudadanos. Cuando se constituyó la sociedad, en 2001, ambos solo tenían el 66% y los ayuntamientos de Bilbao, Barakaldo y la Cámara de Comercio (los otros socios) superaban más del 11% cada uno. Las ampliaciones de capital para reducir las pérdidas han menguado su peso hasta su actual presencia testimonial, el 0,5% entre los tres.

La gestión ha sido seriamente cuestionada. El déficit en el funcionamiento del BEC se ha ido cubriendo con un dinero que estaba destinado a otros fines: se ha utilizado una cuenta creada con excedentes de las aportaciones anuales (dado que en realidad no se utilizaban la totalidad de la aportación anual del Gobierno y la Diputación) para reducir gasto corriente sin que tuviera el permiso del Consejo de Administración del BEC, y se han utilizado activos de inversores financieras que alcanzaban los 102 millones de euros en 2004. El Tribunal de Cuentas también tiró de las orejas al BEC por los 1,2 millones de los que se benefició el Bilbao Basket, al cederles un pabellón gratis durante una temporada y comprarles unas gradas móviles para disputar los partidos de baloncesto.

El BEC se ha convertido así en otro ejemplo de dispendio público en época de bonanza. La construcción de la mega instalación se justificó hace 20 años por la celebración de la Bienal de la Máquina-Herramienta, que cada dos años tenía lugar en las anteriores instalaciones de la Feria en Bilbao, pero que ya no cabía en esa recinto y existía el riesgo de su traslado a otro lugar de España. Las autoridades vascas (fundamentalmente por el empuje de la Diputación de Bizkaia) se afanaron en construir rápidamente la nueva instalación en Barakaldo, en el área metropolitana de Bilbao, y las obras se ejecutaron en apenas tres años, entre 2001 y 2004.

Sin embargo, el proyecto ya nació viciado. El plan financiero (que recaía en las espaldas de la administración vasca, a partes iguales entre el Gobierno Vasco y la Diputación vizcaína) de una obra que entonces se presupuestó en 390 millones de euros no se presentó hasta diez meses después del inicio de los trabajos. Algo inaudito para cualquier proyecto y mucho más para una infraestructura de esta envergadura. Ante las críticas de megalomanía, los gestores del BEC se defendían prometiendo un uso más allá del ferial y su uso para actividades lúdicas de todo tipo. Tuvieron que esperar a poner en marcha la Feria para darse cuenta de que solo el coste de mantenimiento por abrir sus 15 hectáreas de superficie era incompatible con el uso por la ciudadanía. “Cuesta mucho abrir esta casa, por la seguridad”, afirmó en febrero de 2007 el entonces máximo responsable del BEC, José Miguel Corres.

Un “superpetrolero que acaba de arrancar”

“Es un superpetrolero que acaba de arrancar y no ha cogido la velocidad de crucero”, dijo en diciembre de 2006 el entonces diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, aún confiado en que las cosas cambiarían. Pero pocos meses después, en 2007, solo tres años después de su apertura, se planteó abiertamente la posibilidad de privatizar su gestión con el encargo de un estudio que daba varias alternativas. Las cuentas no engañaban. Aquellos cálculos de pingües beneficios, especialmente cada dos años con la celebración de la Bienal de la Máquina-Herramienta, eran papel mojado. El primer año completo de funcionamiento, en 2005, el déficit únicamente de explotación fue de 6,8 millones y en los siguientes ejercicios, salvo en 2008 con 817.000 euros de beneficios, los números rojos han sido constantes cada año. Una media anual de pérdidas de cuatro millones de euro

¿Y qué han hecho los gestores tras constatar que el negocio no era viable ni para cuadrar las cuentas del día a día? No ha habido ningún cambio de modelo y todo se ha reducido al plan de choque con recortes en gastos operativos. El entonces consejero de Industria Bernabé Unda pidió formalmente en diciembre de 2010 un plan de reajuste de costes y un nuevo modelo de gestión. Incluso el consejo puso, tras plantearse varias veces estas peticiones, como fecha límite de la elaboración de ambos planes para enero de 2012. No le hicieron caso. No fue hasta 2013, con la vuelta del PNV al Gobierno vasco, cuando se puso en marcha el plan, sin un nuevo modelo, que debía hacer viable el BEC este mismo año.

Además del coste, su infrautilización es evidente. El pasado año, hasta 93 días estuvo sin ningún uso y, si se quitan los 97 días de montaje y desmontaje de las ferias y actividades, las jornadas de celebración de actividades son 175. O sea, ni la mitad del año. Las cifras son mejores que en años anteriores (en 2013 los eventos ocuparon 130 días y las instalaciones permanecieron vacías más de cuatro meses) fruto de las nuevas ferias contratatadas, pero siguen sin amortizar todo el espacio existente.

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