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Joan Herrera: “El 9N es movilización, la consulta seguirá siendo una asignatura pendiente”

El coordinador nacional de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Joan Herrera. / Marta Jara

Andrés Gil / Arturo Puente

El 9N iba a ser el día del referéndum. Luego, de la consulta. Más tarde, del proceso participativo con urnas. Y, ahora, a escasos días de la fecha y tras una nueva suspensión por parte del Tribunal Constitucional, el 9N es una incógnita. “Nosotros no estamos de acuerdo con cómo se ha planteado, pero vamos a participar en clave de movilización porque la reacción del Gobierno del PP necesita una contestación”, afirma Joan Herrera (Barcelona, 1971), coordinador nacional de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV).

El diputado en el Parlament, portavoz del grupo ICV-EUiA, defiende que “hay muchas otras cosas de las que hablar, al margen del debate nacional, como son las privatizaciones de los servicios públicos”, y entiende que en estos momentos “cualquier cosa puede pasar el 9N. Si el Gobierno central quiere impedirlo, ¿cómo va a hacerlo?”

Después de la suspensión del 9N alternativo por parte del Tribunal Constitucional, ¿qué plan tiene ICV?

Están suspendiendo una movilización, un proceso participativo, pero no una consulta. Creo que lo último que se puede hacer es impedir esa expresión ciudadana. El 14 de octubre [Artur] Mas presentaba esto como una alternativa, como si fuese la consulta aunque no lo fuera. El Pacto Nacional por el Derecho a Decidir recosió las posturas de los partidos proconsulta, hemos conseguido presentar este miércoles una movilización con recogida de firmas para denunciar que no se nos permite votar como queríamos...

La decisión del PP de suspender e impedir la movilización ha hecho que mucha gente que no pensábamos ir debamos revisar nuestra postura. Cuando te niegan algo tan básico, lo mejor es movilizarse. Es un error político por parte del PP. Al final, lo del 9N ya no es la consulta. Es un error que hace alejar aún más a la sociedad catalana, no permitiendo siquiera un proceso participativo, una movilización. Se trata de eso, esa es la propuesta que al final teníamos encima de la mesa.

¿Y qué va a ocurrir ahora?

Un escenario es que el Govern realmente tire adelante con el proceso participativo y el Gobierno del Estado permita que se tire adelante. Otro escenario es que lo haga la sociedad civil, pero la ANC [Assemblea Nacional Catalana] ya dijo que no.

¿Y qué creen que debería ocurrir?

Que si el Govern puede tirar adelante, que lo haga, pero debemos garantizar un marco de movilización. Por eso hemos puesto en marcha la recogida de denuncias, porque el Estado no nos permite votar como queríamos, y esperamos que sea muy masiva. El sucedáneo de consulta queremos que se mantenga, que en cualquier caso haya una gran movilización el 9N.

Han pasado de estar en contra del 9N alternativo a apoyarlo, ¿por qué?

Quien rompe la negociación es Mas con la propuesta unilateral. La consulta tenía un amplio apoyo, y esto otro tenía menos apoyo. Además, Mas nos dijo que esto servía para que no lo pudiesen tumbar.

Hay cuatro elementos que cambian. En primer lugar, que en el pacto nacional recosemos los acuerdos y conseguimos que se hable de proceso participativo y de diferentes movilizaciones, no consulta. En segundo lugar, la recogida de firmas, que pone de manifiesto que esta consulta no es la que queríamos. En tercer lugar, el cambio de relato que hace Mas, y empieza a reconocer que esto es un proceso participativo y no otra cosa. Y en cuarto lugar, que la actitud del PP hace que el estado de ánimo de mucha gente en Catalunya cambie.

El PP ha vuelto a unir, y lo que no podíamos hacer ante un cambio de escenario en 15 días es estar al margen de la movilización. Esto no significa que toda la gente de ICV vaya a participar, pero nosotros no podíamos estar al margen de eso. El 9N no se quema nada, el 10 continúa pendiente la consulta: nos preocupa que Mas la dé por amortizada. Eso sería contradecir lo que ha estado diciendo los últimos días, pero, sobre todo, sería no permitir que la consulta se haga con todas las garantías. Es decir, que haya un proceso deliberativo, con neutralidad, elementos con los que no hemos podido hacer la consulta.

¿Habrá elecciones anticipadas?

Creo que debería haber elecciones. Hay quien dice que tienen que ser para resolver el encaje entre Catalunya y España. Pero nosotros las queremos para cambiar las políticas. En Catalunya no se habla de la privatización de la sanidad, de la privatización del agua, que hayan decidido adjudicar la T-Mobilitat [tarjeta unificada de transporte público] a La Caixa...

Yo creo que es fundamental que haya elecciones para cambiar el Gobierno. Para Mas, depende de si puede hacer lista conjunta, lista de presidente, y de si se puede proteger electoralmente. Y mi impresión es que esto no va a ocurrir. Un escenario posible es que no haya elecciones porque Mas las afronta con carácter plebiscitario, término que se saca Mas de la chistera: convocará las elecciones o no en función de si puede conseguir una lista conjunta, y ese escenario hoy por hoy no existe.

Afirmó que el 9N era un plan de rescate de Artur Mas. ¿Sigue pensando lo mismo?

Mas lo presenta como un plan de rescate. El día 14 de octubre, cuando presenta el 9N alternativo, dice que esto es como la consulta, y yo niego la mayor, porque se pierde el proceso de deliberación y neutralidad. Además, Mas, que siempre había dicho que, si no se podía, había elecciones plebiscitarias, de repente dice que el 9N es una fase previa a las plebiscitarias. Y para nosotros eso es rechazable. Con los días, Mas se ha moldeado, ha cambiado, pero aún hay riesgo de que Mas intente hacer del nuevo 9N un plan de rescate. Hay que ver cómo responde el Govern.

Mas ha anunciado denuncias contra el Gobierno central y ha dicho que habrá 9N.

Ya, pero hay varios debates: si el Govern tira de verdad adelante y si el Gobierno central lo deja o lo intenta impedir. Y ese segundo escenario está lleno de interrogantes. Y la pregunta es cómo lo va a impedir. Otra cosa es que el Govern delegue en la sociedad civil, y que la sociedad civil lo haga o no. O que convoque elecciones. A día de hoy no sé decir qué va a pasar.

¿Nunca pensaron que llegaríamos a este callejón sin salida cuando arrancó todo el proceso?

Yo sí que pensaba que estaríamos aquí. Lo que no nos gustó es que Mas intentara dar gato por liebre cuando presentó el 9N alternativo.

Sin embargo, la idea, desde que se puso en marcha, parecía estar abocada a esto. Era previsible que un Gobierno del PP difícilmente se iba a sentar a negociar un referéndum sobre el derecho a decidir en Catalunya. Y también que el Constitucional lo pararía.

Pero había una primera propuesta de referéndum, que presentamos en el Congreso el 8 de abril. Y nosotros estábamos dispuestos a hablar de fecha y de pregunta. Luego se intenta hacer a través de la legalidad catalana, con lo que ya pierdes el referéndum. Pero tenía su virtud, hacerlo con garantías. Una vez descartado eso, lo que se nos plantea ya no es la consulta.

Ese escenario era previsible. Si no podemos hacer la consulta, hagamos algo que no aparente una consulta, sino movilización y recogida de firmas. Para nosotros es muy positivo. No se va a votar lo que teníamos que votar, pero cuando eso está en el terreno de juego y el Gobierno central te lo intenta impedir...

Nuestra responsabilidad es formar parte de la movilización, a nuestra manera, con nuestra pluralidad interna. Esas expresiones van a estar, pero será una expresión general muy independentista. La movilización se va a ubicar ahí, es inevitable.

ICV, donde conviven diferentes maneras de abordar el debate nacional, ¿se siente cómoda con sus militantes y sus electores en este contexto?

ICV es una expresión del terreno de frontera en lo nacional o identitario. Para nosotros es muy importante avanzar como un solo pueblo. En el PSUC decíamos un sol poble. Y en el escenario de polarización nacional, alguien que represente un terreno de frontera no es el de mayor comodidad. Pero estamos más cómodos reivindicando el derecho a decidir, y que pueda abrir una nueva etapa, que aquellos que se declaran federalistas pero no reivindican nada que pueda cambiar el statu quo.

A ICV hoy le toca hacer algo difícil, pero imprescindible. Hace dos años, la única expresión de fin de régimen articulada políticamente era el soberanismo: la Diada de 2012. Mientras que en España había una mayoría muy sólida, PP-PSOE, y no pasaba nada. Pero ahora en España están pasando cosas que expresan el fin de régimen. Conectamos una cosa con la otra, y defendemos que los catalanes puedan decidir su futuro y que las cosas cambien en España.

Son muy importantes las elecciones en Catalunya, como lo sería que hubiera elecciones generales, porque el bloqueo se debe también a la involución y carácter antidemocrático del PP, no sólo con lo catalán. Han dinamitado la consulta sobre las prospecciones petrolíferas en Canarias. Ese es el elemento novedoso. Hasta ahora en Catalunya se decía que la reivindicación catalana era sólo catalana, y era cierto, pero hoy conecta con reivindicaciones en el resto del Estado.

A mí no me han gustado mucho las reacciones de algunos intelectuales del Estado que infravaloraban lo que pasaba en Catalunya; y ahora nuestra responsabilidad es que no haya muchos intelectuales catalanes que infravaloren lo que pasa en el resto de España, sea con las nuevas expresiones políticas, sea con la marea blanca de Madrid, o sea con miles de movimientos que están emergiendo en el conjunto del Estado. Y creo que la conexión de eso es fundamental para que haya una vía de salida para la reivindicación de más democracia que hay en Catalunya y en el resto del Estado.

¿La polarización del debate puede debilitar la cohesión interna de ICV?

Nosotros lo que intentamos es hacer de la pluralidad un valor y no un problema. En ICV hay expresiones federalistas, independentistas, y nos acercamos al proceso participativo de diferentes maneras... Pero entendemos que la pluralidad es un valor. Intentamos que haya un primer que signifique un cambio de statu quo y relación de igual a igual con España. Lo que hacemos es no cerrarnos a nada.

Mi segundo no, no significa que, si no cambia nada, no pueda acabar avalando un escenario de ruptura. Igual que el segundo de Dolors Camats [coportavoz de ICV] significa que, si hay una propuesta federal de un federalismo que te hable de igual a igual, lo va a aceptar. Hay una misma política, hay coincidencia. Con quien no somos coincidentes es con los que niegan el derecho a decidir o no hacen nada a favor del derecho a decidir.

Nos une que ninguno de los dos pensamos que los problemas de Catalunya se arreglan sólo con una nueva relación con España. Manteniendo al consejero de Sanidad, la desigualdad, privatizando los servicios públicos, no vamos a ningún lado. Para hacer un país nuevo como dicen los de ERC, hay que cambiar el Gobierno y las políticas del Gobierno. Antes que independentistas o federalistas, somos gentes de izquierdas, democrática, ecologista y muy combativa con la corrupción.

¿Ese discurso tiene recorrido en esta coyuntura?

Que hay quien alimenta la polarización es obvio. A mí me ha pasado estos días, en el momento en que expresas un matiz, te crujen. Ahora bien, yo continúo pensando que la sociedad catalana es mucho más que los pueblos. Lo ha sido siempre. Yo creo que depende de lo que pase en los próximos meses y años.

Tengo la impresión de que estamos en un escenario de cambio de época en Catalunya y en España, y en función de la capacidad que tenga España una propuesta encima de la mesa, el escenario de polarización irá a más o irá a menos. Ese terreno de mixtura de la sociedad catalana existe en amplios sectores de la sociedad mucho más que en otras sociedades. Eso continúa existiendo.

¿Ve imprescindible para todo esto el cambio de Gobierno?

Es necesario que haya elecciones en Catalunya y en España. Todo es fundamental. La última encuesta del CEO [Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat], ante este escenario de polarización, reflejaba que la mitad del electorado de ICV está a favor de la independencia. Pero llega al 80% si se trata de un federalismo con contenido. La gente de ICV se parece bastante a la gente de Catalunya.

El problema es que el PP es una máquina de hacer independentistas. Está contrastado y constatado. El principal enemigo de Catalunya y de España es el PP, en lo social, lo territorial, en lo democrático... Bueno, pues en Catalunya debemos tener presente que desde aquí se debe dar también la batalla en las próximas generales, y esta es una batalla que tiene mucho que ver no sólo con lo nacional, sino con lo democrático y lo social. Esta es nuestra batalla y vamos a darla.

¿Seguirán cogiendo la bandera de la consulta tras el 9N?

Yo sé que el principal riesgo de la apuesta de Mas es que puede quemar la consulta. A mí no me gusta, pero participamos porque creemos que el escenario de Catalunya después de la impugnación nos obliga a participar por responsabilidad democrática, pero no nos gusta.

Para nosotros la consulta seguirá siendo una asignatura pendiente, porque la gente se va a acercar al 9N como una movilización, pero no como una expresión de debate, de pluralidad. Al final estos días no se ha hablado de deuda, de pensiones, de las consecuencias, de las balanzas comerciales... No ha sido la consulta. No lo es. El día 10, para ICV, la consulta continúa pendiente.

¿Cree que puede haber una candidatura de confluencia para las catalanas?

Hay que ser honestos. El escenario va a ser muy distinto si tenemos las catalanas en meses o después de las generales. Ahora bien, nosotros vamos a hablar con quien haga falta y sin apriorismos; la responsabilidad de quien está en política es cambiar las condiciones materiales de la vida de la gente en un momento en que esas condiciones se están empobreciendo y están siendo saqueados muchos derechos para que otros hagan negocio. Vamos a intentarlo, pero con toda la modestia, sabiendo que está difícil, sabiendo que nuestra responsabilidad es construir espacios de confluencia.

¿Habrá un Guanyem Catalunya?

El de Barcelona se da en un marco municipal, tenía sentido el ámbito local, porque en lo local es donde podemos demostrar el sentido de la política en lo concreto, en esa primera trinchera que da respuesta a los problemas de la gente. Hay que recuperar el sentido de la política en un momento en el que nos están arrebatando la soberanía. A escala catalana, ya veremos, no vamos a dejar de hablar con nadie, pero aún es prematuro.

Yo creo que es un escenario muy diferente si tenemos elecciones en dos meses, donde apenas hay tiempo para hacer cosas nuevas, a que lo tengamos al final del ciclo, donde lo interesante sería poder construir esos escenarios de confluencia, más aún si las experiencias locales han ido bien.

El primer código ético de Guanyem Barcelona limita los mandatos de manera que impediría que el número 1 de ICV en Barcelona, Ricard Gomà, pueda presentarse. ¿Qué harán?

Ricard Gomà es uno de los capitales más importantes que tenemos la izquierda en Barcelona ciudad porque él lideró las políticas sociales, porque tiene una experiencia acumulada, porque sabe lo que se puede hacer y lo que no nos dejaron hacer cuando estábamos en coalición [con PSC y ERC].

Yo creo que quien quiera construir un escenario para cambiar la realidad en BCN debe contar con el mejor capital humano, y para ICV uno de los mejores capitales humanos que tenemos es Ricard Gomà. Veremos. Hemos trabajado en el código ético y hay muchas coincidencias, también es verdad que ha encabezado una vez las listas, las de las últimas elecciones.

Pero sería su cuarto mandato como concejal...

Creo que el problema de fondo es si Gomà es un capital político para la izquierda, y nosotros creemos que lo es y que es una de las mejores aportaciones desde ICV.

Tienen planeado un dilema.

También lo es para Guanyem, y lo que hay que entender es que podemos sumar, confluir, y aspiramos a ganar y cambiar la realidad. Y si eso es así y tenemos que entrar en el Ayuntamiento, necesitamos conocer cómo funciona el Ayuntamiento, y necesitamos el capital humano de muchos, en especial el de Ricard.

¿Cómo se resolverá?

Vamos a construir un escenario de confluencia para cambiar la realidad. La reflexión de que el espacio era Barcelona, y desde Barcelona podemos construir lo que significó Porto Alegre para América Latina, venimos haciéndola desde hace tiempo y la hemos compartido con la gente que están en Guanyem antes de que naciera Guanyem. Estoy convencido de que saldrá porque en BCN hay muchas ganas y desde BCN podemos cambiar muchas realidades.

En una ciudad donde en un barrio como Nou Barris hay 15 desahucios por semana, en una ciudad donde hay 15 desahucios por día, creo que podemos construir, pero a la vez tener una ciudad con una potencialidad de transformación, de cambiar las cosas, extraordinaria. Tenemos la responsabilidad y lo conseguiremos. No podemos permitir no hacerlo. En los barrios, además, nuestra gente está coincidiendo en las luchas concretas, vecinales, asociativas... Eso es lo más importante.

Los sondeos sitúan a Podemos con gran expectativa de voto en Catalunya, ¿a qué lo atribuye?

Las expectativas electorales coinciden con lo que pasa en Podemos en Asturias, o en Madrid, o en Valencia, o en Andalucía... Está pasando en toda España. En Catalunya hay muchos vasos comunicantes de expresión electoral donde la sociedad no se comporta exactamente como el resto de España, pero hay parte que sí. En Catalunya somos muchos los que tenemos ganas de hablar de otras cosas. Por ejemplo, la semana pasada Marta Ribas, diputada por Rubí, de ICV, consiguió que paralizásemos el programa VISC+, con el que la Generalitat pretendía comercializar los datos sanitarios de todos los catalanes para hacer caja. Hemos denunciado la adjudicación a La Caixa de la T-Mobilitat, hicimos el pleno de pobreza, hemos hecho propuestas de redistribución de la riqueza...

Hay mucha gente que tiene ganas de hablar de todo esto. La sociedad no sólo se construye con su relación con España, sino en lo cotidiano también. Y es cierto que hay una parte de la sociedad que siente que hay cosas de las que no se habla, porque en lo mediático no aparece. Creo que tenemos la responsabilidad de conectar con esto. Podemos aparece en la sociedad catalana como en lo que está pasando en España. Son vasos comunicantes.

Podemos ha conectado con un momento emocional. Ahora bien, tengo la impresión de que hoy lo que hay que conectar no son espacios electorales, sino espacios de representación. Había una parte de la sociedad que no se sentía representada. El precariado, por ejemplo. Y creo que hay que conectar la representación del precariado con la de los trabajadores, de sectores profesionales liberales, hay que construir nuevas alianzas para hacer un país nuevo, con un nuevo contrato democrático y social. Tenemos ese reto.

¿Cambiaría la alianza con IU por Podemos?

No, esto no va así. IU en todo el debate catalán ha tenido una actitud muy valiente. Porque no era fácil. Al final, cuando vamos al Congreso el 8 de abril, el único grupo de diputados del resto del Estado que dice que esto se tiene que solventar como en el Reino Unido, y no como quiere el PP, son los de IU. El capital humano y político de IU es imprescindible para construir una alternativa, creo que debe haber una reflexión compartida de Podemos, IU y el resto de fuerzas sobre cómo construimos ese cambio real y profundo.

Recientemente se ha sabido que 44 alcaldes catalanes cobraron dietas por formar parte del comité ejecutivo de la Federación de Municipios de Catalunya. La justicia está investigando si eran sobresueldos irregulares. Los cuatro de ICV recibieron un total de 21.750 euros entre 2011 y 2012. ¿Cómo ve el caso?

No estamos hablando de corrupción. Hay un debate moral sobre las dietas, y en nuestro caso sirven para la financiación del partido. En ICV no hay sobresueldos, si alguien cobra una dieta va para el partido, damos una parte del salario, como Podemos e IU, por ejemplo, y lo que se trataba en la Federación de Municipios es si se computaba como salario o no, es una cuestión más administrativa que otra cosa.

No es ningún caso de corrupción y todo el mundo lo sabe. Lluís Tejedor, por ejemplo, el alcalde del Prat [de Llobregat], un territorio muy apetitoso porque está el puerto, el aeropuerto, zonas industriales, y también donde se ha preservado un parque agrario, el delta, no hay cuarta pista en el aeropuerto... Es uno de los ejemplos de honestidad y no vamos a tirarlo por la borda.

El dinero que recibían lo declaraban a Hacienda y no se lo metían en el bolsillo, iba a la financiación del partido. Otra cosa es que administrativamente en la Federación de Municipios no esté definido, pero eso lo tienen que decidir los tribunales. Lo de las tarjetas 'black' sí es corrupción, esto no es corrupción. El debate moral es uno, si además del sueldo se ha de recibir sobresueldo, y tenemos claro que no, y luego está el administrativo.

Discutamos si queremos sobre si los salarios pueden ir a parar a la financiación de un partido. Hay partidos que se financian con aportaciones de empresas, nosotros con parte de nuestros salarios. Es así. Si no gusta, lo discutimos, pero yo prefiero que mi fuerza política se financie con parte de mi sueldo que no que se financie con lo que te aportan unas empresas a cambio de determinados favores. Legal, pero bastante inmoral.

CiU es un partido que recibe casi tanto de las empresas privadas como lo que reciben el PP y el PSOE a escala estatal, porque CiU es un partido lobbista; será legal, pero no moral, es la plutocracia que también existe en EEUU, porque allí no eres congresista o senador si una empresa o un lobby no quiere. En España también hay plutocracia en el funcionamiento de los grandes partidos. Y nosotros nos financiamos con parte de los salarios y con las dietas. Si a alguien no le gusta, estamos dispuestos a discutirlo.

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