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La convivencia escolar, mucho más que un plan

Mª Luz Martínez Seijo

Diputada del PSOE y doctora en Planificación e Innovación Educativa —

El acoso escolar ha existido desde siempre, con muchas y dramáticas facetas. Lo han sufrido y lo sufren a diario cientos  de niños y niñas bajo patrones distintos, en algunos casos por estereotipos que son utilizados para  hacer daño a los compañeros que sobresalen en cualquier sentido, o que tienen algún rasgo físico característico, que destacan en rendimiento escolar o por todo lo contrario, por razones de género, de etnias o religiones distintas, también existen casos de acoso escolar que no obedecen a ningún patrón concreto. Ahora también hay un colectivo importante objeto de acoso, el niño o niña pobre.

Lamentablemente, esta crisis económica ha dejado en España uno de cada tres niños en riesgo de pobreza o exclusión social, niños en muchos casos estigmatizados desde que entran en el colegio. En parte, estas situaciones de acoso se deben a las actitudes heredadas de su medio social más cercano e influyente, la familia.

La realidad indica que los niños y niñas que han sufrido en algún momento acoso escolar  tienen más probabilidades también para el fracaso escolar. Cuando  falta el respeto, la convivencia se torna imposible o, al menos, se transforma en un tipo de convivencia violenta y no democrática.

Por ello, la mejora de la convivencia es un objetivo prioritario para los centros educativos ya que comporta múltiples beneficios para todos los integrantes de la comunidad educativa y de modo especial incide en el mejor aprovechamiento de los procesos de enseñanza- aprendizaje.

Los planes de convivencia escolar no son nuevos, sino que existen investigaciones y experiencias muy positivas que llevan funcionando en los centros educativos desde hace muchos años, en algunos casos impulsados por sus comunidades autónomas y en otros por iniciativa de los mismos centros y comunidad educativa. No son nuevas las intervenciones en mediación escolar, o proyectos en que los propios alumnos son una parte integral de la solución a los problemas de convivencia escolar, alumnos ayudantes, que actúan voluntariamente en los conflictos de relación o de aprendizaje.

Estos proyectos se convierten en oportunidades de educación y desarrollo moral,  interviniendo en los conflictos con soluciones educativas dentro de un marco de compromiso de todo el centro educativo.

Los socialistas siempre hemos defendido este tipo de programas y actuaciones, por ello se creó el Observatorio Estatal de Convivencia en el año 2007, un órgano concebido para contribuir a la construcción activa de un ambiente de convivencia escolar adecuado.

Lo sorprendente es que este Observatorio lleva 4 años sin ser convocado, exactamente los años de gobierno del PP. Asombra que repentinamente surja la preocupación del Gobierno en 'funciones' de Rajoy, después de haber abandonado absolutamente cualquier impulso o apoyo a mejorar la convivencia escolar.

Lo que no sorprende en absoluto son las formas, porque una vez más este Gobierno, ahora en funciones, saca de la chistera un plan sin ser consultado con la comunidad educativa, ni con expertos, por ejemplo los del Observatorio Estatal de Convivencia, cuyas funciones son precisamente analizar situaciones, hacer diagnósticos y proponer medidas que favorezcan la convivencia escolar.

La convivencia escolar implica diversos problemas, disrupciones en el aula, falta de respeto entre compañeros o a los docentes, acoso escolar, etc. Lo más impactante es el acoso escolar o bullying porque cada alumno o alumna que lo sufre, padece un problema serio y traumático que puede marcar su futuro si no se sabe detectar, tratar o contar con la ayuda necesaria.

Es fundamental proporcionar una formación sólida al profesorado, para aprender a detectar los síntomas y conocer medidas preventivas y de actuación. Es preciso crear equipos de profesores en los centros y responsables de convivencia  como ya funcionan en muchos colegios e institutos. Hay que educar en valores sociales, en la tolerancia y en el respeto a los demás, valores que se impartían en la asignatura Educación para la Ciudadanía y que fue aniquilada por la LOMCE. ¡Es llamativo que ahora el PP quiera trabajar la convivencia teniendo como base la educación en valores democráticos y el trabajo en las competencias sociales y cívicas!

La convivencia escolar es un proceso vivo, porque es reflejo de la sociedad que tenemos. Como un problema vivo que es, evoluciona y presenta nuevas caras o nuevos tipos de víctimas.

Asombra por ello, no sólo que el Gobierno de Rajoy  haya prescindido de cualquier interés en la convivencia escolar en cuatro años, y ahora que está en funciones decida intentar hacer algo, pero mi rechazo al procedimiento y a las formas de gestación de este plan.

Este plan nace sin contar con expertos en convivencia escolar, sin contar con la comunidad educativa, sin recabar buenas experiencias existentes, sin haber planificado una línea de intervención en centros, sin  hacer un diagnóstico y establecer una tipología de los problemas de convivencia escolares, es decir, un plan basado en intenciones de actuaciones de fachada, pero sin modelo definido. Un Plan que presenta medidas externas, pero que adolece de corazón para el drama que supone por ejemplo el acoso escolar.

¡Qué pena haber perdido cuatro años de trabajo en convivencia escolar!

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