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Piensa (también) en la naturaleza

José Luis Gallego

La naturaleza nos necesita. En este momento especialmente. Las administraciones locales y los gobiernos autonómicos tienen delegadas buena parte de las responsabilidades en materia de medio ambiente. Gestión de residuos, urbanismo, agua, energía, movilidad, consumo responsable, prevención de incendios, espacios protegidos, usos del suelo… casi todo lo que ocurre en nuestro entorno se decide desde nuestro entorno. Por eso es tan importante pensar también en el medio ambiente y la naturaleza al elegir a nuestros representantes en los gobiernos locales.

Y no, no estoy alentando el voto ecologista ni apoyando ninguna candidatura en concreto. Ese no es el propósito de este apunte. Ni tan siquiera pido que la naturaleza, el medio ambiente, el planeta, se conviertan en prioridad a la hora de decidir a quién votar. Soy plenamente consciente de los intereses que priman en la sociedad de la que formo parte y no aspiro a que cambien de un día para otro. Pero como amante de la naturaleza y defensor del medio ambiente no puedo dejar de alertaros sobre lo mucho, lo muchísimo que va a influir en el medio ambiente y la naturaleza esa decisión.

Por eso os pido que tengáis también en cuenta la calidad del aire que respiramos, el agua que bebemos o los alimentos que consumimos. Que penséis en el derecho que deberíamos tener al autoconsumo energético: a disfrutar de las energías renovables sin caer por ello en la clandestinidad. En el respeto a los animales y la necesidad de acabar de una vez por todas con el maltrato subvencionado y justificado en nombre de la tradición.

Que penséis en lo agradable que sería para todos pacificar el tránsito de nuestras calles y avanzar hacia una movilidad más sostenible y segura para vivir en unos pueblos y unos barrios más verdes y acogedores, con más personas sonriendo y menos ruido, menos humo, menos riesgo de enfermar.

No os voy a pedir que meditéis sobre el futuro de nuestra excepcional biodiversidad. Que valoréis el privilegio de compartir territorio con especies tan impresionantes y tan admiradas en todo el mundo como el águila imperial, el lince, el oso, el urogallo o el lobo: ese “dream team” de la fauna europea que tenemos ahí al lado, ensalzando nuestros paisajes.

Tampoco voy a apelar a la conciencia de especie. A que apartemos nuestras diferencias como individuos y seamos conscientes de la época que vive nuestra especie: un período de incertidumbre que, si no actuamos rápido y de manera decidida, nos aboca a un escenario climático mucho menos confortable para la vida humana. No, no os estoy pidiendo que penséis en el cambio climático a la hora de ir a votar, no soy un ingenuo. Pero si os digo una cosa: esa indiferencia será el principal reproche que nos harán las generaciones futuras. Cómo fueron capaces –dirán- de pasar de todo y no actuar entonces, cuando aún se podía evitar lo peor.

Estas cuestiones y muchas otras relacionadas con nuestra calidad de vida, con lo que de verdad importa (respirar, sentir, vivir) van a depender en buena medida de quienes pongamos al frente de las administraciones locales. De que actúen conforme a la ley y respeten lo que dicta el Artículo 45 de la Constitución, ese hermoso apunte de nuestra Carta Magna donde se establece que “Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”.

La Ley Orgánica del Régimen Electoral General establece que al tomar posesión de sus cargos los candidatos que vamos a elegir deben jurar o prometer acatamiento a la Constitución, un juramento que incluye ese artículo. Pero todos sabemos que muchos de los que vamos a elegir se lo van a pasar por el forro. Porque hay formaciones políticas que llevan años demostrando su absoluto desprecio por las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y la conservación de la naturaleza. Incluso hay quien, desde un alto cargo político y administrativo, proclamaba en plena campaña que los espacios naturales son improductivos y por lo tanto no se pueden mantener.

Por todo ello pido una reflexión también para el medio ambiente. Que tengamos en cuenta a nuestra querida naturaleza y que la protejamos de quien, además de negarse a protegerla, se mofa de ella.

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