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Por qué tantos dirigentes socialistas odian a Pedro Sánchez

Ana R. Cañil

El PP se conjura para esconder sus luchas internas hasta después de las elecciones. En Podemos, las tensiones entre pablistas y errejonistas se congelan por la unidad en la campaña electoral –son los mejores– y el acuerdo con IU. Albert Rivera no tiene rival ni críticos de peso dentro de Ciudadanos. El partido es él, lo que será un riesgo para el futuro, pero ahora le supone una ventaja. Una vez más, son los socialistas quienes han aireado sus vísceras y mostrado los intestinos repletos de porquería, nada más terminar el Comité Federal del sábado en Ferraz.

No se trata únicamente de las condiciones que Susana Díaz impone a Sánchez –“la sultana” andaluza cada vez es menos creíble– sino de los murmullos cansinos, agotadores, que los coetáneos de Pedro Sánchez llevan meses lanzando contra él. Desde el sordo runrún de Zapatero a la segunda espantada de Carme Chacón; desde el cabreo de Eduardo Madina a la irritación de varios barones socialistas, pasando por las broncas de la vieja guardia, Sánchez ha logrado unir en su contra a personajes en su día tan incompatibles como Díaz, Rubalcaba o Chacón. ¿Por qué un tipo que hace dos años solo despertaba las ironías de sus compañeros de la cúpula del PSOE, es ahora tan rechazado e incluso odiado?

“Pedro Sánchez les engañó a todos. Susana se alió con él contra Madina, para que le guardara el sitio como candidata, con la condición de que Pedro no fuera más que secretario general, no candidato. A los tres meses, él estaba listo para ser también candidato. Díaz creía que le había utilizado para frenar la carrera de Madina, al que apoyaba Rubalcaba. También algunos barones se sintieron engañados, se sienten hoy. Querían a Susana. Y eso que la de Andalucía no hace más que dejarles con las espaldas al aire. No remata”. La respuesta entrecomillada corresponde a un militante coetáneo del actual secretario general, que no deja de observar con asombro cómo Sánchez y Díaz, cual Thelma y Louise, corren hacia el precipicio, pero sin complicidad ni objetivo compartido.

“Las razones de cada enemigo de Sánchez son distintas. Zapatero nunca le perdonará el día que cuestionó el techo de gasto en la Constitución. Es más, dijo que no lo respetaría. El expresidente sabe que traicionó los valores de la socialdemocracia y se cargó el prestigio de su primera legislatura y no ha digerido que los militantes le hayan dado la espalda. Rubalcaba está cabreado -no lo dice en público, sigue siendo el más listo- porque le han aparcado sin consideración, sin dejarle ser el oráculo que siempre fue. Lideraba el grupo de los ”viejunos“ que querían pactar con Ciudadanos antes que con Podemos, incluso con el PP, hasta que se dieron cuenta de que nadie les escuchaba. Susana Díaz porque se siente directamente traicionada por su elegido. El pacto con Pedro era de mero trámite. Él sería solo secretario general. Hay que ser ingenua, con la de listos que tiene para aconsejarla alrededor. El rechazo más comprensible es el de Madina. Al fin y al cabo, perdió las primarias y aún está en Babia. Podría seguir, pero… Esto es tan clásico en el PSOE como sus dos almas, solo que esta vez hay cuatro partidos y dos de ellos, Ciudadanos y Podemos, le seguirán robando votos a los socialistas por la derecha y la izquierda”. La parrafada se debe a una señoría que ni soportaba a Rubalcaba, ni soporta a Díaz ni a Pedro Sánchez. Sólo se soporta a sí mismo y considera que él podría ser un recambio de futuro.

“Los ha chuleado a todos, porque pese a lo listos que son los barones y compañía, un advenedizo como Sánchez les ha ido ganando todas las partidas, hasta la noche del 20-D. Ha estado a punto de sobrevivir en estos cuatro meses de negociaciones. Le odian –no sé si la palabra es odio– por no darse de tortas a sí mismos. Nunca pensaron que ”ese chico“ fuera a resultar un poquito más listo que ellos. Y encima, se ha rodeado de un núcleo duro que deja mucho que desear. No hay barón regional que perdone a César Luena sus amenazas de expedientar a todo el que él consideraba sospechoso. Estos meses le ha salvado el equipo negociador, pero su círculo más próximo, como el citado Luena o Juanma Serrano, no pueden ser más simples y manazas. Y luego, son penosas las ocurrencias del propio Sánchez. La operación Zaida-Lozano, promesas como la derogación de la reforma laboral, pedir perdón por lo de indecente a Rajoy a estas alturas. Pero lo peor es que nadie le perdona ahora el pacto con Ciudadanos, que complica la campaña casi hasta el infinito. Nadie asumirá que el mismo Comité Federal le prohibió pactar con Rajoy y con Podemos. De todas formas, no dramaticemos, al propio Alfredo Pérez Rubalcaba le odiaron igual o más, pero le tenían miedo”, reflexiona un ex ministro de Zapatero, tan cansado del espectáculo como los votantes.

Son solo tres testimonios de los pulsados en las últimas horas entre influyentes y destacados miembros del PSOE. Ninguno próximo a Sánchez. Pese a la tendencia histórica del PSOE al suicidio, lo preocupante ahora es el nivel. Los que hablan estos días tienen “tal nivel mental para la política y el futuro del PSOE que habría que incapacitarlos. Es brutal que a las puertas de la campaña electoral, el secretario general –que no es más bobo que quienes le quieren quitar el puesto- tenga que estar pensando antes en cómo librarse del enemigo interior que de Rajoy o de Pablo Iglesias”. La conclusión es de un cualificado personaje socialista.

La actual cúpula y sus enemigos están tan ocupados en enredar y protegerse unos de otros, que no queda tiempo ni para el estudio ni para pensar, ambas cosas muy aburridas. Más fácil resulta apuntarse al cuanto peor mejor e incluso a repartirse las migajas de lo que quede del PSOE, que camina hacia la pasokización (del PASOK, partido socialista griego) después del 26J. “Es desolador ver a lo que están dispuestos solo por satisfacer sus egos y ambiciones” sentencia uno de los preguntados.

Los males socialistas no son peores que los del PP, podrido hasta los tuétanos por la corrupción, pero capaz de cerrar el pico con tal de mantener el poder. “Los socialistas siempre hemos sido así, nos abrimos en canal y nos juzgan los ciudadanos porque somos el referente por excelencia de la España democrática, el espejo de este país con solo 40 años de democracia y donde millones de españoles se reflejan”.

Fin de las citas, que diría el gran triunfador de todas, el señor Mariano Rajoy.

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