Una deuda millonaria por unos chalets de lujo en Ibiza enfrenta a una constructora con un ilustre aristócrata
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Hay obras que son reflejo –o síntoma– de un modelo urbanístico al completo. Can Dalt podría ser una buena manera para entender cómo funciona el ibicenco. Once chalés con piscina privada que disfrutan de vistas al mar porque se alzan sobre una colina a apenas un kilómetro de distancia de la playa. “El sistema de video vigilancia de última generación operativo las 24 horas proporciona a las viviendas un blindaje contra cualquier incidente o intrusión indeseada que pudiese surgir”, se lee en la web de una urbanización que transmite a sus habitantes “lujo, desconexión y seguridad”. Los atributos de un condominio a la latinoamericana. Un negocio boyante.
El proyecto, sin embargo, está lleno de razones más complicadas de encajar en una campaña de marketing inmobiliario. La aventura arrancó en 2021 y, según el catastro, los trabajos concluyeron tres años más tarde. Pero el final de obra se retrasó: los celadores municipales comprobaron que tres de las piscinas no se ajustaban a los planos que se entregaron al tramitar la licencia. Eran ilegales. “Se trata de un procedimiento habitual en el que se detectan deficiencias, se corrigen y después se concede el final de obra”, explican –sin especificar si ha habido sanción económica– desde el Ajuntament de Santa Eulària des Riu. El municipio ibicenco donde se encuentra Can Dalt es más que un feudo para el PP. Es el único que gobierna la derecha desde la restauración democrática. Desde 1979, tres alcaldes y 12 mayorías absolutas. La actual, apoyada en un 62% del voto. Poder hegemónico.
El Consistorio es reacio a dar detalles sobre la urbanización. “Al tratarse de un promotor privado, no podemos facilitar más información al respecto por protección de datos”, dicen fuentes municipales. Pero un supuesto fraude –cifrado en, al menos, 1,5 millones de euros y adelantado por Periódico de Ibiza y Formentera– que ha terminado en los tribunales ha puesto cara y ojos a Can Dalt. Una constructora que participó en las obras ha denunciado a Villa Amare Ibiza SL, la empresa que la contrató para levantar los chalés. A mediados de septiembre, los responsables de la promotora traspasaron las puertas del Juzgado de Primera Instancia número 5 de Eivissa. Se celebraba una vista de medidas cautelares previas, comenzaba el proceso. Para conocer su versión de los hechos, elDiario.es se ha puesto en contacto con la firma demandada, con el despacho de abogados que les lleva sus asuntos legales y con la aparejadora que dirigió la ejecución de la obra y también compareció en los juzgados. No ha habido respuesta ni han facilitado el contacto del responsable de la empresa, Cristóbal Thomas de Carranza Méndez de Vigo.
En la patronal del sector de la construcción integrada en la Petita i Mitjana Empresa d'Eivissa i Formentera (Pimeef) saben de este caso “por lo que ha salido en la prensa local”. Fuentes de Pimeef aseguran que la empresa (de la que no ha trascendido el nombre) que reclama los supuestos cobros pendientes “no es uno” de sus “50 asociados” y que este tipo de impagos “no son frecuentes”. También explican que en las reuniones y asambleas recuerdan “la necesidad de ser meticulosos a la hora de elaborar los contratos de prestación de servicios: así se evitan sustos indeseados”.
Un linaje antiguo
El CEO de esta promotora en apuros es Cristóbal Thomas de Carranza Méndez de Vigo. Miembro de la aristocracia, el linaje materno del empresario está más que acostumbrado a moverse en las esferas del poder, al menos, desde el siglo XIX. Los Méndez de Vigo son descendientes lejanos de María Cristina de Habsburgo-Lorena, la austríaca que reinó entre 1885 (la muerte de su marido, Alfonso XII) y 1902 (la mayoría de edad de su hijo, Alfonso XIII), afrontando la pérdida de las últimas colonias del Imperio Español. El integrante del clan que ha picado más alto en época contemporánea es Íñigo Méndez de Vigo Montojo: hijo del teniente coronel que asistía a Franco, letrado en el Congreso con menos de 30 años, barón de Claret y ministro de Educación en el último Gobierno de Mariano Rajoy. Es primo hermano de Cristóbal.
La rama paterna del empresario tampoco se queda atrás: su padre, Enrique Thomas de Carranza y Luque, encarnó al perfecto burócrata en tiempos de la dictadura. Tras el triunfo en la Guerra Civil, este hijo de marqueses y hermano de embajador dirigió Radio Nacional, la Gobernación Civil y la Jefatura Provincial del Movimiento –en Toledo– y –de vuelta a Madrid– la Dirección General de Cultura y Espectáculos. Le colgaron en la pechera cruces y grandes cruces, civiles y militares. Tuvo asiento en las Cortes como procurador hasta que se celebraron las primeras elecciones democráticas. Antes había ayudado a Fraga a poner en pie Alianza Popular. Era octubre del 76: Franco llevaba casi un año muerto, los miembros de sus gobiernos buscaban acomodo en el sistema multipartidista que asomaba a la vuelta de la esquina. Tras su reciclaje democrático, los fundadores de AP recibieron un apodo que entró en los libros de Historia: los siete magníficos.
Tras licenciarse en Derecho por la Complutense (1983), los contactos que tenía en la derecha –franquista y postfranquista– eran innumerables, pero prefirió las finanzas a los cargos públicos. Las últimas décadas las ha dedicado a manejar capitales de riesgo. En su LinkedIn también luce un máster cursado en Harvard, donde se matriculó para perfeccionar sus habilidades como ejecutivo. Y aun así, la política ha salpicado las actividades de un businessman al que la prensa conservadora bautizó como “gestor estrella”. Una parte del rastro del dinero evadido por los empresarios Francisco Granados y David Marjaliza –33 millones de euros– llevó a la Guardia Civil hasta uno de los fondos pilotados por Thomas de Carranza Méndez de Vigo, según publicó El Confidencial. Los apellidos compuestos que se escuchaban en los audios del Caso Púnica allá por 2017 ahora se dedican a construir en suelo ibicenco. Los restaurantes y bares de copas de los que fue socio en Marbella pudieron convencerlo de las bondades de poner sus huevos en el cesto de los destinos turísticos más deslumbrantes. Como una isla que no deja de multiplicar su oferta de áticos, mansiones y villas. Hogares de altísima gama que estiran del precio del resto de viviendas a la venta.
El target de Villa Amare SL –con sede en Madrid: su domicilio fiscal queda a cinco minutos caminando de las cuatro torres de Plaza Castilla–, por tanto, no era precisamente el ciudadano de a pie. Los ingresos –medios y brutos– de un habitante del archipiélago balear alcanzan los 36.000 euros. Mudarse a Can Dalt resultaría imposible para la mayoría de los bolsillos, pese a que el proyecto de Thomas de Carranza Méndez de Vigo ha edificado una parcela que quedaba libre en una zona residencial. Mucha planta baja o casa de dos plantas, sin edificios plurifamiliares. La típica barriada levantada en la periferia de los grandes núcleos de la isla durante las primeras décadas del boom turístico. El epicentro, además, de los servicios públicos de Santa Eulària: pabellón, piscina cubierta, pistas de tenis y pista de atletismo, campo de fútbol, escuela de música, aulas de formación, cuartelillo de la Benemérita, colegios, un instituto. Ahora, además, 11 chalés de lujo.
Mudarse a Can Dalt resultaría imposible para la mayoría de los bolsillos, pese a que el proyecto de Thomas de Carranza Méndez de Vigo ha edificado una parcela que quedaba libre en una zona residencial
Otra inyección de exclusividad para el municipio que Fotocasa consideró, en un estudio publicado el pasado invierno, como el más caro de España para invertir en bienes raíces: el metro cuadrado por encima de 8.000 euros. El Monopoly perfecto para que continúe la expulsión de una parte del vecindario. El remedio del equipo de gobierno municipal para fijar población de toda la vida pasa por ceder terreno a empresas para que levanten edificios que luego se encargarán de gestionar. Los baremos exigidos para conseguir uno de esos pisos concertados excluirán, no obstante, a la mayoría de los trabajadores del turismo. Las promotoras funcionarán como una inmobiliaria obligada a tasar precios, pero impondrán unas condiciones más altas que las del Institut Balear de l’Habitatge. Este ente público y autonómico tiene una presencia anecdótica en Santa Eulària: sólo gestiona tres viviendas de alquiler social.
Periódico de Ibiza y Formentera publicó que los nuevos propietarios de cuatro de los chalés entraron a vivir en diciembre de 2024. La licencia de primera ocupación no existía entonces, claro, ya que la Junta de Govern Local no concedería el final de obra hasta el pasado mayo. Desde el Ajuntament de Santa Eulària no confirman si durante seis meses los residentes de Can Dalt estuvieron enchufados a los generadores de la constructora. A mediados de octubre, sin embargo, el condominio parece deshabitado. El paisaje humano –un ir y venir de mochilas por las mañanas que entran en clase mientras sus abuelos se ponen el bañador para practicar aquagym; deportistas que van a entrenar por la tarde y se cruzan con las fundas de los instrumentos de los músicos de la banda municipal– sigue siendo el mismo en estas calles de Santa Eulària que llevan nombres de escritores medievales: Ramon Muntaner, Gonzalo de Berceo, Joanot Martorell, Arcipreste de Hita.
La web de Can Dalt ofrece otro tipo de poesía para encontrar al potentado que deposite los 2,3 millones de euros que piden por Vivienda Harmony. Así se llama el único chalé que resiste todavía en el catálogo después de que Vivienda Connection, Vivienda Wellness o Vivienda Serenity encontraran comprador. La casa en venta puede imaginarse a través de un plano –330 metros cuadrados, la más pequeña del complejo, pero no huérfana de un dormitorio para el servicio– y verse en unos renders que muestran solariums rodeados por cristales limpísimos; paredes, suelos, muebles y electrodomésticos en tonos claros; confort. La experiencia sensorial la completan unas líneas que prometen el paraíso, como si fueran la voz en off de un vendedor de pisos reconvertido en influencer de Instagram. “La exclusividad e innovación, en el diseño sumado a las vistas panorámicas al mar y la cercanía a la ciudad, distinguen a Can Dalt (sic) posicionándola como una de las propuestas de obra nueva más representativas de Ibiza. Privilegiadamente ubicadas en un lugar tranquilo sin tráfico ni ruidos, pero a su vez en un entorno urbano con todas las comodidades que ofrece Santa Eulalia, todas las viviendas gozan de interiores de gran luminosidad, jardines, terrazas y piscina privada”.
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