Cambio, aprendizaje y proactividad, así se crea “la buena suerte”

Madrid, 24 ago (EFE).-¿Puede una crisis personal ser buena? Según explica el conferenciante Alex Rovira, se trata de una oportunidad “de cambio y aprendizaje” si se enfoca de forma adecuada, convirtiéndose en el catalizador de un cambio a mejor del que salir “reforzados, renovados y reinventados” a través de estas partes “inherentes a la vida sin las que el crecimiento personal es imposible”.

“En una crisis podemos decidir ser espectadores pasivos, asumir el rol de víctimas y perdernos en la queja, culpabilizando a todo lo que nos rodea, o tomar las riendas: elegir la determinación de una acción transformadora, pero esto solo ocurrirá si la persona asume su responsabilidad desde una actitud proactiva” cuenta a Efe el conferenciante Alex Rovira, autor del programa formativo “online” “Crea tu Buena Suerte”.

La covid19 se ha convertido en una crisis mundial que cala de forma individual en las circunstancias personales de cada individuo, sobre las que el autor reflexiona en su libro “La Buena Crisis” (Aguilar), a partir de las lecciones extraídas de la dificultad que presentan las crisis, que son para el autor “la semilla de una revelación” hacia el cambio.

La buena suerte “se crea” y también se trabaja, partiendo de un primer punto común: poseer “la clara conciencia sobre la necesidad de un cambio”, que puede producirse por voluntad propia o, por lo general y según afirma Rovira, debido a “una situación externa crítica que obliga a la persona a redefinir sus actitudes, valores, hábitos y estilo relacional”, explica.

“Todas las crisis son oportunidades de cambio y de aprendizaje. En este período de oscuridad, donde estamos viendo cómo nuestras posibilidades sociales, económicas y vitales están siendo muy afectadas, mantener la confianza y agradecer esta catarsis es toda una invitación a la esperanza”, puntualiza.

En esta parte y tras haber interiorizado la necesidad de cambiar, entra en juego lo que el escritor denomina como “talento adaptativo”, que puede traducirse como la “incorporación de valores, que en la medida que se ejercitan, se tornan en virtudes”, y que transforman la posición de identificarse como “víctima” frente a los problemas hacia la actitud de “creador de buena suerte”, marcada por la proactividad y la determinación.

“La actitud es el motor de la transformación, pero no cualquier actitud, sino una actitud positiva, que nos lleva a optar, ante cualquier estímulo, por nuestra mejor respuesta posible, y esa es la característica primordial de las personas que crean buena suerte, eligen en vez de reaccionar”.

Encontrar “el sentido al dolor” es una de las diez reglas de la buena crisis que el autor propone, y es uno de los primeros puntos sobre los que trabajar para conseguir llegar al cambio de actitud: “por la observación que vengo realizando durante muchos años en mi trabajo en sistemas humanos, la verdadera transformación es el resultado de alquimizar el sufrimiento y transformarlo en amor y creatividad hacia los demás”, señala.

“El coronavirus, por ejemplo, nos brinda la oportunidad de hacer una meditación con los ojos abiertos, de cuestionarnos cómo estamos construyendo nuestras sociedades, cómo estamos gestionando las estructuras de poder, cómo estamos castigando al planeta que nos sostiene y tantas otras negligencias que perpetra el ser humano”, explica.

De esta forma es como el autor asume la dificultad como signo de vida que pude mutar en fuerza a través de pautas como “incorporar lo bueno del pasado, entregarse al cambio, pensar y actuar de forma diferente y a desafiar la rutina.