Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Ciudadanos se juega su supervivencia política en las elecciones de Andalucía después de su última debacle en Castilla y León

b603fc45 b8d6 4a23 9846 f56b1c3c095c source aspect ratio default 0

Daniel Cela / Carmen Moraga

17

Inés Arrimadas vuelve a enfrentarse en las elecciones andaluzas del 19 de junio a un nuevo reto para intentar mantener vivo a Ciudadanos en el tablero político antes de la gran cita electoral de 2023, año en el que se celebrarán primero las elecciones autonómicas y municipales, y, meses después –si no hay sorpresas–, las generales. Pero las perspectivas, de nuevo, no son nada buenas. Las encuestas apuntan a que corren el riesgo de desaparecer del Parlamento de Andalucía (como les ocurrió en Madrid hace ahora un año), y que en el mejor de los casos sobrevivirían con entre uno y tres diputados, sin conseguir los cinco necesarios para formar grupo propio.

La dirección nacional, sin embargo, asegura que maneja un sondeo interno más esperanzador que les concede seis diputados. Ante esta situación la líder del partido ha decidido echar el resto en apoyo del candidato, Juan Marín, que afronta la cita con las urnas con la esperanza de sobrevivir con marca propia y, quizá, poder convertirse en la llave para que el Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla, del PP, no dependa enteramente de Vox.

Ciudadanos cuenta ahora con 21 diputados en el Parlamento andaluz, los que obtuvo en 2018 gracias a 660.000 votantes, unos 100.000 menos que el PP. Pero hace tiempo que ese músculo no se refleja en la realidad política andaluza. Todas las encuestas publicadas y privadas que manejan en el Palacio de San Telmo –sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía– sitúan al partido de Marín al borde de la extinción. Las más optimistas le dan tres diputados por las provincias más pobladas: Sevilla, Málaga y Cádiz.

Inasequibles al desaliento, Arrimadas, jerezana de nacimiento, y Marín, con la inestimable ayuda de Begoña Villacís, han decidido plantar cara al mal tiempo y hacer piña, conscientes de que son el último baluarte de una formación que se desintegra lentamente. Los dos iniciaron la precampaña sacando pecho por la buena gestión que consideran que han realizado los consejeros de Ciudadanos en el Gobierno de coalición con el PP, una alianza que puso fin a casi 37 años de hegemonía socialista en Andalucía.

Una polémica propuesta de reforma de la Constitución

Pero lo que empezó con buen rollo, con bailes en la Feria de Abril con traje de flamenca y paseos por las calles de la capital sevillana intentando explotar el perfil más andaluz de la líder, terminó a principios de esta semana empañándose con una desagradable sorpresa para el propio candidato. Arrimadas anunció que su grupo parlamentario registrará en el Congreso una proposición no de ley encaminada a la reforma del artículo segundo de la Constitución española para eliminar los términos ‘nacionalidades’ y ‘regiones’, que fue consensuado en la Carta Magna durante la Transición. Según explicó, “el fin es garantizar que el texto constitucional de la democracia española no dé lugar a interpretaciones interesadas que buscan justificar la existencia de territorios de primera y de segunda”.

Su propuesta, aplaudida por Vox, fue anunciada en Sevilla junto al propio Marín, pero cayó allí entre los suyos como un jarro de agua fría en un momento tan crítico para su formación porque cercena el término “nacionalidades” para las llamadas comunidades históricas: la catalana, la vasca y la gallega, pero también la andaluza, a las que la Constitución dotó de mayor rango de autogobierno. Unos derechos que fueron también consagrados en la reforma del Estatuto de Andalucía, previo referéndum, con el consenso de PSOE, PP e IU. “Arrimadas ha venido a lanzar a Marín y nos ha dado un tiro en el pie”, lamentaba el pasado lunes una parlamentaria de Ciudadanos.

Poco antes, el partido ya había visto cómo varios de sus diputados se fugaban y abandonaban la formación pero no el escaño: Raúl Fernández y María del Mar Sánchez (Granada); Javier Pareja (Málaga) y Emiliano Pozuelo (Córdoba). Tras el anuncio del adelanto electoral, el cisma interno se hizo más visible con la dimisión en cascada de otros tantos diputados y dirigentes del partido, que anunciaron que no repetirían -Marín tampoco iba a contar con ellos- y que dejaban Ciudadanos y la política de primera línea: el ex portavoz parlamentario -aún miembro de la Diputación Permanente- Sergio Romero, el diputado Fran Carrillo, la senadora Mar Hormigo

Andalucía, la región donde más éxitos ha cosechado Ciudadanos

Andalucía, una comunidad con 6,5 millones de votantes, ha sido donde el partido que fundó Albert Rivera ha logrado durante todos estos años sus mejores resultados. Es la región donde Ciudadanos menos se parece a Ciudadanos. Su resultado electoral en las victorias y en las derrotas siempre estuvo por encima de la media nacional, un dato que el líder regional y vicepresidente de la Junta, Juan Marín, siempre interpretó como “un aval” a su gestión en el Gobierno de coalición, el único que sobrevive entre conservadores y liberales. En otros territorios la alianza ha acabado en guerra civil y con una derrota ominosa de los de Arrimadas. En Murcia y Madrid ya no gobiernan y en Castilla y León el PP, tras expulsar a empujones a su socio de Ciudadanos, ha terminado gobernando con Vox.

El Ejecutivo andaluz de Moreno creó la teoría del “encapsulamiento” para ponerse a resguardo de las turbulencias nacionales. “Andalucía es una isla, está encapsulada”, repetían al unísono Moreno y Marín, conscientes de que el pegamento que les unía era el compromiso por consolidar el cambio de ciclo político en una comunidad históricamente gobernada por el PSOE.

El PP andaluz se desmarcó de la “OPA hostil” que la dirección nacional del exlíder del PP Pablo Casado y de su número dos, Teodoro García Egea –con asistencia del ex secretario de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías, que se pasó al PP– lanzó en todo el país para arrebatar a la formación naranja todos los cargos públicos que fueran posible. En Andalucía levantaron un cortafuegos. Marín empezó a articular un doble discurso en el que distinguía al PP de Casado –“Su obsesión es aniquilarnos”, llegó a decir él– y al PP de Moreno al que se ha referido habitualmente como su “amigo”.

Pero en el propio grupo parlamentario de Ciudadanos había quienes protestaban contra este relato acusando a su jefe de filas de “deslealtad”. Para algunos diputados andaluces las elecciones del 19 de junio en Andalucía van a revelar si la formación llamada ahora liberal llega con vida a las generales. Y si llega con vida primero a las municipales. En Andalucía, Ciudadanos tiene una veintena de alcaldías.

Complicaciones para cerrar las listas

Por contra, los sondeos del PP son muy distintos: les sitúan al borde de la mayoría absoluta [55 escaños], y hacen de Ciudadanos un socio irrelevante en términos aritméticos. El equipo de Marín ve cómo mucho más de la mitad de sus votantes regresan al PP, una parte significativa de sus diputados deja el partido y la política mientras la Ejecutiva de Inés Arrimadas ha terminado terciando para confeccionar las listas provinciales, colocando como cabeza de cartel por Cádiz a la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, que estaba señalada para sustituir al propio Marín antes de que el partido encadenase derrotas políticas y electorales haciendo inviable unas primarias de peso.

Ruiz sigue siendo crítica con Marín, pero conviven en una marca electoral y de partido que lucha por sobrevivir. El vicepresidente también ha decidido situar a la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, como número dos por Sevilla, donde tiene más posibilidades de salir elegida que en su provincia de origen, Almería. En Málaga, el dirigente regional ha visto cómo su favorita, Teresa Pardo, portavoz del grupo parlamentario, perdía la primarias contra Nuria Rodríguez, actual delegada de Turismo de la Junta de Andalucía en esa provincia.

La escasez de dirigentes de peso ha llevado a Marín, con el visto bueno de Arrimadas, a encomendar al diputado madrileño Miguel Gutiérrez –que ocupó el escaño que dejó libre tras su dimisión el empresario Marcos de Quinto–, la coordinación de su campaña pese a no tener ninguna vinculación con la tierra ni experiencia en ese campo. El fichaje de Gutiérrez se produce después de que, según desvelaba The Objective, la agencia de comunicación Rebellious rompiese un precontrato con Ciudadanos Andalucía para llevar la imagen del candidato y la comunicación hasta el 19J.

Pero la sensación de derrota es tal que incluso el propio Marín se ha prestado a fotografiarse para un reportaje del suplemento del diario El Mundo emergiendo del fondo de una piscina agarrado a un flotador para lanzar el mensaje de que el partido puede aún sobrevivir –o al menos, él– y no hundirse con toda la orquesta dentro, como el Titanic.

Etiquetas
stats