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¡Ring, ring...!

Manifestación feminista durante la huelga del 8M. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

Miguel Lorente

Lo que ha pasado en Andalucía con el teléfono para la “violencia intrafamiliar” se parece mucho a la canción de La Orquesta Mondragón, Caperucita feroz…

Suena el teléfono, ¡ring, ring…!, y dice Vox: “hola mi amor, soy yo el lobo… Quiero tenerte cerca para verte mejor”… A lo cual el PP y Ciudadanos, en lugar de colgarle, caen rendidos a sus encantos y le contestan con la estrofa: “si con tus garras me quisieras tú abrazar…”  Y así, a pesar de la aparente amenaza, continúan juntos bajo promesas de amor.

Vox ha atrapado con las garras del machismo al PP y a Ciudadanos, aunque tampoco se puede descartar que hayan sido ellos quienes se hayan dejado atrapar; eso de momento no lo sabemos, pero en cualquier caso, lo que deben recordar es que de esas garras no se sale con facilidad, y que si logran salir lo harán con las cicatrices de la convivencia sumisa. Al final va a ser verdad lo que decían de la “derechita cobarde”, pues no se ve mucho valor en quienes se  muestran incapaces de plantarle cara a aquellos que desprecian la violencia que sufren las mujeres en cualquiera de los ámbitos de la convivencia: acoso, abuso, maltrato, homicidios, agresiones sexuales, explotación sexual… Y si una decisión de este tipo siempre es un desprecio a las víctimas de la violencia de género, tomarla en los días en que la cifra de asesinatos ha llegado a 1000 se convierte, además, en una ofensa.

La ultraderecha necesita la provocación para imponer sus valores. En el fondo son conscientes de que sus ideas no tienen encaje en una sociedad que ha dejado atrás sus propuestas ultraconservadoras, y saben que sin la agitación que producen algunas de sus iniciativas no tendrían seguidores ni votantes. Por eso presentan como un logro y avance un teléfono para la “violencia intrafamiliar”, cuando en realidad significa volver 20 años atrás, al momento en que no había medidas específicas para combatir la violencia contra las mujeres con sus 60 homicidios al año y sus 600.000 mujeres maltratadas, y todo desde la “normalidad”. Una normalidad que hace que el 75% de las víctimas no denuncie, que cuando denuncian se ponga en duda la palabra de las mujeres, que cuando se acepta su palabra se las cuestiona a ellas (no al maltratador), por haber dado lugar a que el marido “les haya tenido que pegar”, y que lleva a insinuar que tras la denuncia se busca el beneficio de quedarse con la casa, los niños y la paga. Todo ello sin reconocer una violencia tan grave que lleva a que alrededor del 80% de los homicidios se produzcan sin haber denunciado  la violencia que vivían las mujeres asesinadas.

Pero no se trata de un error, sino de la estrategia para mezclar las diferentes violencias que comparten el escenario del hogar, de manera que la construcción machista que da lugar a la violencia contra las mujeres no pueda ser identificada, y que todo continúe en la invisibilidad del hogar y bajo un silencio que conduce a la impunidad.

Una sociedad que ya ha roto con el machismo como referencia identitaria y que camina hacia nuevos espacios de convivencia, no va a perdonar la concesión que PP y Ciudadanos han hecho a la ultraderecha, sobre todo porque este acuerdo revela la coherencia del PP con lo que ya en 2002 los llevó a rechazar la Ley Integral contra la Violencia de Género, con las declaraciones de Ana Mato como Ministra de Igualdad ante los primeros homicidios de mujeres bajo su mandato, a los que se refirió como “violencia intrafamiliar”, y con las referencias de Pablo Casado a la “violencia doméstica” y a “todas las formas de violencia” durante la campaña de las elecciones generales del pasado mes de abril.

Por otra parte, el teléfono de “violencia intrafamiliar” pondrá de manifiesto lo que hace unos días publicó el INE sobre la violencia doméstica, que los hombres son los agresores en el 72’6% casos, y que las mujeres son las víctimas en el 62’2%. Es decir, los intentos del machismo y de la ultraderecha en esconder la violencia de género mostrará que los hombres no sólo maltratan a las mujeres con las que comparten una relación afectiva, sino que en la familia también maltratan a sus madres, hijas, hermanas, abuelas…

La solución al problema de la violencia no pasa por mezclar todas aquellas violencias que en ocasiones comparten escenario, sino en abordar específicamente cada una de ellas atendiendo a sus circunstancias particulares. Sólo de esa forma se podrá ser eficaz en la prevención, atención, protección y sanción.

¡Ring, ring…! Suena de nuevo el teléfono en otro lugar… ¿Contestarán PP y Ciudadanos…? ¿Qué le dirán a Vox si deciden responder la llamada…?

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