Conmoción en el mundo de las letras por el hallazgo del cuerpo de José Andújar Almansa en el río Andarax
La noticia de que el cuerpo sin vida hallado en la desembocadura del río Andarax era el del escritor, profesor y crítico José Andújar Almansa, de 60 años, ha conmocionado al mundo de las letras españolas, en la que el difunto era muy conocido y querido. También la comunidad docente mostró su estupor ante la noticia, que se producía poco antes de la fecha en que Andújar Almansa, como el resto de sus compañeros, regresaban al trabajo para inaugurar el nuevo curso. De hecho, sus restos fueron identificados por una pieza de ropa que vestía en el momento de su muerte, en la que figuraba el nombre del instituto Alborán.
Según comentan quienes le conocían, Andújar Almansa tenía por costumbre salir a correr por las noches, y después de sus carreras se daba un baño en la playa de El Zapillo. En uno de esos momentos, especulan estas fuentes, pudo sufrir algún tipo de indisposición que provocara su ahogamiento, aunque el resultado de la autopsia aún tardará varios días en hacerse público.
“Fue mi profesor de literatura cuando estudiaba bachillerato en Carboneras, el mejor profesor de literatura que he tenido nunca”, afirmaba en sus redes sociales el escritor Raúl Quinto al conocer la noticia. “Pasión, conocimiento y una capacidad de transmitir que pocas veces me he encontrado. Me prestó libros, de vez en cuando me recordaba que aún tenía su ejemplar de Hijos de la ira. Nunca podré devolvérselo”.
Bibliófilo sin redes
Quinto lo recuerda como “una figura clave en la literatura almeriense, de esas que plantan flores en el desierto”, así como “un crítico imprescindible para entender la poesía contemporánea española” y “un hombre que amaba los libros (tenía una colección de primeras ediciones espectacular, citaba de memoria fragmentos y versos con la naturalidad del que habla un idioma materno) y amaba la vida, porque si algo no faltaba al compartir mesa con él eran las risas. Deja muchos discípulos con deudas y muchos amigos. Yo no me lo creo. Descansa en paz, profesor, que nos has dejado muy solos”.
Andújar Almansa era, en efecto, un bibliófilo que no se cansaba de acumular libros en casa -incluso contaba en su trastero con 52 cajas llenas de volúmenes- mientras evitaba en lo posible las redes sociales, hasta el punto de carecer de Whatsapp y comunicarse solo con sus amigos lejanos por teléfono o correo electrónico. Pero su mundo era de tinta y de papel, y en él habitaban sus escritores preferidos, de Kafka a Lorca, pasando por Villaespesa, Borges, Cernuda o Francisco Brines, de cuya amistad pudo disfrutar largos años.
Licenciado en Filología por la Universidad de Granada, además de su labor como profesor, Andújar Almansa era muy conocido como coordinador del Aula de Poesía del Ayuntamiento de Almería y de la Fundación Unicaja en esa ciudad desde 1999. Como escritor, publicó los libros Huésped de la noche (1996), Premio Leonor de Poesía, La palabra y la rosa, Premio Internacional de Ensayo Fundación Caballero Bonald y Villaespesa y las poéticas del modernismo (2005). Como crítico literario, colaboró en publicaciones tan prestigiosas como Historia y crítica de la literatura española y en diversas revistas especializadas, como Ínsula, Litoral, Revista de Literatura, Bulletin of Spanish Studies, Revista Hispánica Moderna, El maquinista de la Generación, España Contemporánea. Campo de Agramante, etc. Asimismo, obtuvo el Premio Leonor de Poesía en 1986 (Diputación Provincial de Soria) con su libro Huesped de la noche.
Un crítico insólito
La atención y la cercanía hacia los jóvenes fue una de las constantes en el trabajo de Andújar Almansa. El profesor y crítico jiennense Juan Carlos Sierra lo destaca como “un lector fino, un conocedor profundo de lo que se estaba escribiendo por estos lares poéticos y un investigador minucioso del fenómeno lírico español reciente”, dice. “A mí me ha aportado mucho a la hora de estudiar y leer a los poetas españoles más jóvenes, con una antología fundamental como Centros de gravedad”.
“Nos teníamos un enorme cariño y hablábamos largo y tendido por teléfono”, recuerda Erika Martínez, poeta y profesora de la Universidad de Granada. “Siempre me pareció un crítico insólito porque poseía las herramientas teóricas de la erudición y leía con un entusiasmo muy vivo, más propio de quien escribe que de la academia. Tenía una complicidad con poetas de todas las generaciones y creo que una comprensión profunda de poéticas muy diferentes entre sí. El paladar amplio es una virtud tan infrecuente entre poetas como entre críticos y él sin duda lo tenía. Es horrible lo que ha pasado. No dejo de pensar en todas las cosas que me hubiera gustado hablar con él”.
Otra poeta y profesora, Flora Jordán, lamenta “la noticia terrible de la muerte del profesor Andújar Almansa, con quien coincidí muchas veces en los cursos de la UNIA de Baeza. Era alguien muy querido, muchísimo carisma y un gran conocimiento de todos los movimientos literarios y de todos los autores. Carlos Marzal lo definió, de hecho, como el mejor crítico de su generación. La pérdida de una persona tan generosa y con la mente tan lúcida es irreparable”.
Comunicación y divulgación
“La mente no está preparada para asimilar noticias como esta”, añade el también poeta Juan Carlos Abril, para quien Andújar Almansa era uno de sus mejores amigos. “Además de ser posiblemente el crítico literario de poesía mejor informado que había en España, pues estaba al tanto de todo, tenía una capacidad expresiva excelente, que hacía de él un gran comunicador y divulgador. Pero a nivel humano era aún mejor, alguien muy amigo de sus amigos, muy leal y muy noble”.
Por último, la poeta y también profesora de la Universidad de Granada, Ioana Gruia, lo recuerda como “un magnífico escritor y profesor de literatura y un hombre bueno en sentido machadiano. Cuando coincidíamos me alegraba enormemente de disfrutar de su alegría, su bondad, su sabiduría y su risa, nos reíamos a carcajadas. Recuerdo sobre todo dos veces en las que nos encontramos, espaciadas en el tiempo: en noviembre de 2017, en un estupendo congreso en la Universidad de Zürich organizado por sus amigos Itziar López Guil y Juan Carlos Abril y en agosto de 2019, en un homenaje a Luis García Montero en la Universidad Internacional de Andalucía, también coordinado por Juan Carlos Abril. En 2017 le hablé de una hermosísima canción rumana, Zaraza, que aparece en un cuento de Mircea Cartarescu, y le conté la leyenda rumana de la bella gitana Zaraza, que originó la canción. Le canté un fragmento (es imposible cantar peor que yo) y nos reímos muchísimo”.
“En 2019 no logré ir a su conferencia temprano por la mañana en Baeza porque me había acostado tan tarde después de desafinar en el karaoke del bar Central y bailar como si no hubiera un mañana que no oí el despertador. Me disculpé compungida cuando lo vi, explicándole el motivo, y le rogué que no me quisiera menos. ‘Te voy a querer más’, me respondió y nos volvimos a reír. Era una compañía maravillosa, una combinación de gran sabiduría y cortesía exquisita, con un sentido del humor finísimo y amable. Solo puedo repetir lo que escribió Carlos Marzal ayer en su muro: lo quería mucho. Todos lo queríamos mucho”.
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