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Luis Gordillo ante la cámara: el pintor que se 'cantiñea', toca el piano y crea maravillas en la intimidad de su estudio

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Alejandro Luque

Sevilla —

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A sus 91 años, Luis Gordillo parece lleno de ideas y de sentido del humor. Así se muestra al menos en el documental Luis Gordillo: manual de instrucciones, donde permite que la cámara entre en la intimidad de su estudio y de su casa para mostrar al hombre y al creador, referencia ineludible de la plástica contemporánea española de las últimas décadas. Al otro lado de la lente está Sema D’Acosta, comisario de varias exposiciones del pintor sevillano además de profesor de imagen y sonido, y el cineasta Antonio García, quienes han necesitado tres intensos años para culminar el proyecto y estrenarlo.   

“Tengo la fortuna de ser buen amigo de Luis Gordillo y su mujer, Pilar Linares, desde hace años, hemos desarrollado bastantes exposiciones juntos, ellos confían en mí”, comenta D’Acosta. “Además de conocer en profundidad su trabajo, sé cómo es él, su día a día y el ecosistema donde vive y trabaja. Era el momento ahora de plantear un retrato de Luis Gordillo como no se había hecho antes. Por su parte no ha habido limitaciones, más allá de tener que ir a rodar al estudio y su casa de manera dosificada, días alternos. Ten en cuenta que, aunque entusiasta, Luis es una persona nonagenaria que se cansaba mucho si las sesiones eran seguidas”.

Uno de los puntos fuertes de la cinta es precisamente ese, la ventana que abre para que el espectador se asome a la cotidianidad del artista. O como dice el director, “acceder a ese Sancta Sanctorum. Ante la cámara, Luis actúa con naturalidad, explica sus procesos y motivaciones. Es alguien que se siente cómodo con los focos pendientes de él. Hay que entender que un cuadro es el momento final de un largo proceso que puede prologarse meses, la punta del iceberg. Aquí se muestra todo ese backstage, aquello que no se ve habitualmente”.

Humor como salvación

Claro que los artífices del documental no lo han tenido fácil a la hora de mostrar las múltiples caras de Gordillo. “Es un retrato de sus últimos años, sobre todo desde la pandemia. Hemos evitado el planteamiento hagiográfico y nos hemos centrado en la persona que crea, pero también la que reflexiona sobre su quehacer y su trayectoria. Hemos pretendido construir un documental que huyese de los lugares comunes y se diferenciara, que tuviese algo de ensayo visual. Lo fundamental para los directores, era que se cuidase la textura, la luz, la música, que es de Elena Mendoza, y un determinado tempo”.

Otro elemento presente a lo largo de todo el metraje es el humor. Se ve a Gordillo cantiñeándose alegremente, tocando el piano y haciendo comentarios desenfadados, como ese artista que “maneja desde siempre un humor inteligente y sofisticado, que se ve tanto en su persona como en su obra. No hay más que revisar sus títulos para entender esa faceta suya”, apunta D’Acosta. “Aunque su porte sea serio, realmente es alguien divertido que se maneja casi siempre con retranca e ironía. También posee mucha ternura. Su padre era un médico de Valladolid, un castellano tipo; su madre era más jovial, vivía en la cava de los gitanos de Triana. De esa combinación explosiva y ambivalente, nació Luis. También pienso que el humor le salva del pesimismo, de la tristeza, es como una válvula de escape que le ayuda a sobrellevar su parte negativa”.

Sus ideas sobre el color, sus experiencias con el psicoanálisis o su trabajo sobre la forma y la repetición son algunas de las aportaciones que, como también pone de manifiesto el documental, han ejercido una notable influencia sobre las generaciones posteriores. Ya en los primeros años 70, sus primeros seguidores fueron el grupo de la Nueva Figuración Madrileña (Guillermo Pérez Villalta, Chema Cobo, Carlos Alcolea, Carlos Franco, Pérez Mínguez…). “Eso ocurría hace cincuenta años, pero también ahora, que no sólo enamora a los de mi generación (Secundino Hernández, Rubén Guerrero, Fernando Clemente, Miki Leal, Fructuoso, Sonia Navarro…) o consagrados como Juan Uslé o Victoria Civera, sino también, por ejemplo, tanto a Manuel M. Romero como a Elena Núñez Mallén, dos de los jóvenes y más prometedores valores de la pintura andaluza actual”, dice D’Acosta. “Es dificilísimo que un artista de tantos años vaya interesando a los autores que van llegando. La sociedad va cambiando y las motivaciones de la gente también, pero Luis sigue ahí, como un faro que ilumina y enseña el camino”.

Multifacético y visionario

“Al ser alguien que va por libre, que no se adscribe a modas o tendencias, él ha sido su propia horma, se ha convertido en un rara avis, un artista inusual que cuenta algo absolutamente propio y original”, agrega el comisario. “Ojo, también ha interesado a los críticos de arte y comisarios desde los años 60: Juan Antonio Aguirre, Simón Marchán, Calvo Serraller, Kevin Power, María de Corral, Juan Manuel Bonet, Borja-Villel, Isabel Tejeda… o yo mismo”.

Luis Gordillo: manual de instrucciones tampoco rehúye una cuestión delicada: ¿Por qué un pintor como él no ha tenido mayor repercusión?  “Eso es interesante, porque habla de las debilidades y carencias del sistema del arte español más que del propio Luis Gordillo, cuyo trabajo es extraordinario”, aseveran los directores. “Él ha hecho lo que tenía que hacer, él problema es de otros. Nuestro sistema es autárquico y endogámico, ha tenido pocos enlaces internacionales en estas décadas, sólo conexiones puntuales. Pocos comisarios tienen o han tenido de verdad peso fuera, quizás sólo Carmen Giménez o Vicente Todolí”.

Para D’Acosta, “la obra de Gordillo no es el problema, es justo lo único de lo que no tengo dudas, el foco habría que ponerlo es nuestra situación como país en el contexto global, el poco atractivo que despertamos en cuestiones culturales más allá del flamenco, los toros y Almodóvar. En pintura, se vuelcan con Picasso, Dalí o Miró, y tienen éxito Tàpies y Chillida, artistas que conectan bien con el pasado y su contexto histórico. Luis Gordillo es más difícil de situar, es único en su especie, mira más hacia el futuro, va por delante, no es fácil ubicarlo ni relacionarlo con la tradición española. Su obra es compleja, multifacética y visionaria. Todavía no ha llegado su momento, pero llegará”.

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