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“Tiene que haber menos políticos, muy buenos y mejor pagados”

Ciudadanos dice que la CE corrobora su opinión de que los Presupuestos no cuadran

Olga Granado

Las 12 propuestas que cambiarían España para mejor, en opinión de Luis Garicano, el economista de cabecera de C's, están recogidas en el programa electoral con el que los de Albert Rivera concurren a los comicios. Este catedrático de Administración de Empresas y Economía en la London School of Economics las desarrolla en su libro Recuperar el futuro, que firma con Antonio Roldán, y donde inciden también en la necesidad de una reforma de las instituciones y en la concienciación de toda la ciudadanía, que entienden que debe dejar de lado determinados comportamientos, para salir de la crisis. Conversamos con él durante su paso por Andalucía para promocionar la publicación, en un charla en la que hace un esfuerzo por derrumbar determinados “bulos” que se han generado en torno a C's: no van a por el copago sanitario, no son el partido del IBEX 35, no quieren marginar la educación pública...

Hablan de la necesidad de que la riqueza no dependa de las conexiones con el poder, sino del esfuerzo y del trabajo de cada uno. ¿Dejan el trabajo de remontar la economía en manos de la ciudadanía? ¿Y qué les toca a los políticos?

La gente en España tiene mucho la impresión de que el poder le tiene que resolver todos los problemas. Pero no sólo en la economía. Es que no hay conferencia, premio o lo que sea, donde no estén los políticos. La política tiene un espacio gigante, mientras el de la ciudadanía se ha reducido. La partitocracia invade también el ámbito de la sociedad civil. 

¿Cómo se equilibra el énfasis que cada vez se pone más en que cada uno se genere su propio empleo con una clase trabajadora que no pierda derechos? Porque no son iguales las condiciones de un autónomo que de un contratado...

El proteger a los autónomos en sus derechos es una prioridad para nosotros, empezando con los costes fijos por darse de alta que son muy elevados, y queremos que desaparezcan. Nuestro contrato único está encaminado a proteger a los trabajadores. No se trata de que haya que empeorar al trabajador para mejorar al empresario. Las dos cosas hay que mejorarlas a la vez. Desde la izquierda se entiende la economía como una suma cero, pero cuando los intercambios funcionan mejor, a las dos partes les va bien.

Insiste en que es mejor compararnos con Dinamarca más que con Venezuela. ¿Pero por qué no Dinamarca también para el SMI (salario mínimo interprofesional)?

En un país con el desempleo que tiene España sería un enorme error. Subir el SMI cuesta empleo, pese a que sea poco. Nuestra fórmula para caminar a unas condiciones hacia unas condiciones dignas es el complemento salarial.

No obstante, en España tener trabajo no significa no ser pobre. ¿Cómo reactivan el consumo entonces?

Somos los primeros que hemos llamado la atención sobre que una de cada tres personas que trabaja no llega al SMI en términos anuales. Es un problema gravísimo y el complemento salarial debe servir para corregir eso.

Hablan también de la urgencia de una estructura tributaria más justa y más eficiente, y que beneficie a los que cumplen sus obligaciones. ¿También a los que menos tienen, o no?

Nuestra reforma fiscal está orientada a los que tienen menos ingresos. Con el complemento salarial. Pero es cierto también que nuestro problema el fraude fiscal, por un lado, y los beneficios que permiten que, con tipos bastante elevados, mucha gente pague poco. La fiscalidad sobre las empresas pequeñas y medianas puede ser la adecuada, pero cuando llegas a las grandes hay un salto enorme hacia abajo. El caso más típico es el del IBEX 35, que se beneficia de deducciones fiscales en el extranjero porque no se consideran sus dividendos fuera. Creemos que reduciendo esos agujeros podremos hacerlo más eficiente y esos ingresos repercutirlos en lo que más cumplen.

¿Y cómo reciben esto las grandes empresas?

Es un bulo decir que somos un invento del IBEX 35. Le servirá a quien no se haya leído lo que decimos sobre los reguladores de las tarifas eléctricas, las tasas de hidrocarburos… Nuestro programa electoral es absolutamente para los ciudadanos. Que la empresa que cumpla sus obligaciones y no dependa del BOE (Boletín Oficial del Estado) va a estar encantada con nosotros, pues espero que sí. Pero las que están acostumbradas a operar con amiguetes y contactos, no van a estar contentas, claro.

¿Por qué no han conseguido las reformas laborales lo que prometían?

Tenemos una tasa de temporalidad mayor que cuando empezó la legislatura. Más del 90% de los nuevos contratos son temporales. El marco de las relaciones laborales debe cambiar, y proponemos el contrato único indefinido.

¿Y tocarían las indemnizaciones por despido? ¿Para subirlas o para bajarlas?

En el tema de las indemnizaciones entendemos que empezaría en condiciones similares a las de un contrato temporal ahora, pero iría subiendo de una forma continua, sin saltos, para evitar ese momento en que o te hacen fijo o te echan.

¿Pero cómo meten ese tipo de contrato único indefinido en sectores que se mueven en la estacionalidad como  el turismo?

Es para todos los sectores. Se firma y se termina por mutuo acuerdo. Lo que no tiene que hacer es que haya un despido que esté forzado por el marco de relaciones laborales. Es como si en los contratos de alquiler se fijara que son por dos años y que, pasado este tiempo, o te dan la casa o a la calle. Eso llevaría a que a los dos años se acabaran todos los contratos de alquiler.

Siguiendo con el turismo, donde Andalucía es líder, hemos visto que ha crecido el último ejercicio, pero no su empleo. ¿Cómo solucionan esto?

La economía en Andalucía tiene los problemas del resto del país, pero acentuados. Hay un problema gravísimo con la educación, con peores resultados que en el resto de España, y en su entorno institucional, que no ayuda a que haya una seguridad jurídica. Andalucía tendría que ser el sitio mejor de Europa para abrir una empresa. Lo normal es que todas las empresas quisieran estar aquí, pero para eso lo primero es el idioma. No se entiende que en una comunidad autónoma como ésta no se hable inglés, es una región que tiene que tener contacto con la globalización más que otras. Es una inversión que vale la pena, pero falta voluntad política.

¿Por qué fallamos en el bilingüismo?

La gente no es consciente de lo mala que es la educación en España. El inglés es lo que mejor lo demuestra. Llevamos 40 años produciendo niños que no hablan inglés cuando sería facilísimo. Es sólo escuchar, hablar y aprender.

¿Pero cómo se implanta en la escuela pública con un profesorado que no siempre controla otro idioma?

Es una labor de muchísimos años si no quieres molestar a nadie, pero si quieres hacerlo, tienes que contratar a los profesores que te sirvan para ello y exigirles. Decimos que la educación es la prioridad, y no lo es en los presupuestos, y cuando se trata de molestar a los sindicatos con estas exigencias, tampoco hay ganas para ello.

Insiste en que falla la educación, una cuestión que depende del Gobierno de la Nación y sus leyes. ¿Dónde se han equivocado sobre todo los dos partidos que han gobernado?

Pasa con todo. Con las matemáticas, por ejemplo, se tiran en los colegios haciendo raíces cuadradas larguísimas, y no conozco a nadie que haya hecho una de más de dos cifras en su vida. O en lengua, donde se pone el énfasis en la sintaxis, por ejemplo, pero no en que se aprenda a escribir ni a expresarse bien. Es el gran fracaso de nuestra democracia y me parece un error de la clase política que no lo haya reconocido todavía.

¿Falta un consenso en la materia más allá de quién gobierne?

Las leyes de educación se han convertido en un escenario en el que los partidos se han entretenido en hacer ruido con cuestiones como la religión o la educación para la ciudadanía por ejemplo, que son dos horas lectivas de 25, y no se ve qué pasa en el resto. No ha habido un deseo de un debate profundo. Son políticas que se hacen desde una perspectiva extremadamente ideológica. Nosotros en el libro planteamos que falta querer aprender de la experiencia de lo que funciona en otros países en lugar de quedarnos en debates vacíos.

¿Cómo garantizan el mantenimiento de las pensiones?

Hay que tratar de volver al Pacto de Toledo para que se haga el modelo sostenible ya para siempre. Es posible conseguir que la gente quiera contribuir más al sistema sin tener que forzar las contribuciones. Hace falta un sistema más justo y transparente, en el que cada uno sepa claramente qué va a recibir, y que sea más flexible, que permita seguir trabajando más tiempo si uno quiere y aprovechar esa experiencia, como ya ocurre en algunas profesiones. Creo que es necesario que las pensiones correspondan más a los años de contribución para que la gente lo entienda.

Uno de los problemas está en el envejecimiento de la población, ¿no cree que la inmigración puede aportar?

El problema demográfico de Europa sugiere que tendrá que encontrar la forma de integrar mejor a los inmigrantes. España en ese sentido es un país que ha funcionado. No hemos tenido un problema de un partido de extrema derecha y xenofóbico, la gente que ha venido se ha integrado bastante bien… Comparto la idea de que tendremos que encontrar la fórmula de integrar y asimilar a inmigrantes si queremos que nuestro estado de bienestar sea sostenible, que es un parte de la solución de los problemas demográficos. Pero también que los españoles decidiéramos tener más hijos, por ejemplo con nuestro complemento salarial, que crece mucho por número de hijos para favorecer la natalidad.

¿Pero qué papel le dan en la economía a la inmigración?

Creo que la inmigración tendrá que ser también parte de la solución, pero hay dos dificultades. Mucha inmigración está resultando difícil de integrar en Europa por razones culturales. Y dos, que incluso con más inmigración el problema demográfico existe, por lo que un sistema de pensiones que se adapte a ello es necesario. Que sea flexible. Por ejemplo, que la edad de jubilación no sea una cuestión rígida.

¿Cómo garantizan una educación y sanidad públicas y de calidad?

Primero, no defendemos el copago sanitario y no creo que haya quedado lugar a ninguna ambigüedad. Entendemos que debe haber una cartera de servicios en educación y sanidad para todo el territorio nacional. Queremos que sea amplia y que se ponga en énfasis en la calidad. Lo que va a permitir que el sistema público siga siendo sostenible es que siga siendo percibido por la población como el sistema de calidad. No sólo hay que invertir en él, sino también exigir a los profesionales y quizá esa es la cuestión que falta muchas veces. Sobre todo en educación, no hay rendición de cuentas. No tiene que estar al servicio de los profesores, sino de la ciudadanía. Si a los que tanto se les llena la boca hablando de educación y sanidad públicas, no son capaces de enfatizar la calidad más, van a acabar con ella.

Defienden la necesidad de suprimir administraciones locales, el Senado, las diputaciones... Y al mismo tiempo, un presidente del Gobierno de la Nación que gane como un directivo de una gran empresa. ¿Por qué es mejor repartir entre menos que entre muchos?

Es que se trata de eso: de una administración más pequeña y más profesional, que sólo haya políticos en los puestos más altos. En Andalucía los directores generales son un montón de alcaldes retirados. Creo que el funcionario tiene que llegar a director general. En vez de la partitocracia que invade todos los consejos, por ejemplo en las televisiones, debe desaparecer. Tiene que haber menos políticos, muy buenos y mejor pagados.

Ha generado mucha polémica el TTIP. Usted lo apoya pese a que otros alertan de que supondrá una negociación a la baja en nuestras regulaciones, ¿por qué?

En absoluto debería regularse a la baja porque las protecciones que tiene la UE son unos logros a los que no hay renunciar. Nuestro modelo son las economías dinámicas de Europa, que funcionan, pero que tienen un nivel de protección social muy importante. Claro que las multinacionales americanas tendrán que tragar. Debe ser un requisito para nuestro apoyo. Pero es bueno que se favorezca el comercio internacional y también en los servicios, que es la nueva frontera, porque antes sólo se hablaba de bienes. Por tanto, es bueno que se armonicen estándares entre los diferentes continentes pero no debe repercutir en los derechos ni de los consumidores y los trabajadores. Cuando el TTIP esté listo, debemos asegurarnos de que eso no sucede.

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