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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Una app para denunciar la islamofobia

La abogada Rocío Roca, en la Asociación Marroquí de Málaga

Néstor Cenizo

Este verano ha ocurrido un hecho en una piscina de Málaga que podría tener trascendencia penal. Una mujer cubierta con un velo islámico bajó a la piscina de la comunidad para que sus hijos se dieran un chapuzón. Los estaba acompañando y vigilando sin meterse en el agua cuando comenzó a ser increpada por una vecina, que le exigía que abandonase las zonas verdes de la piscina por estar vestida. Ante el riesgo de que la situación se enconase, y siguiendo las recomendaciones de los socorristas, la mujer optó por abandonar las instalaciones con sus hijos.

La historia la cuenta Rocío Roca, abogada de la Asociación Marroquí de Málaga, que está trabajando para presentar una denuncia ante la Fiscalía especializada en delitos de odio. En su trabajo diario ha observado un crecimiento de las denuncias por delitos de odio religioso, aunque no sabe si es porque este tipo de hechos (de los insultos a las agresiones vinculadas a la religión de la víctima) ocurren más, o porque las víctimas están perdiendo el temor a denunciar.

Uno de los grandes obstáculos para combatir este delito es que muchos tienden a asumir el delito. “Hay muchas personas que se sienten víctimas, y creen que merecen serlo”, explica Roca. “Dejan pasar la situación, se bajan en la próxima parada y ya está”, añade. Las agresiones verbales en el transporte público son moneda común, según aclara. Las sufren sobre todo las mujeres por llevar el velo. Otro hándicap importante para combatir eficazmente la islamofobia es la situación irregular de algunas de las víctimas. Si acuden a la Policía, los agentes están obligados a abrir un expediente de expulsión, de modo que muchos prefieren dejar pasar el hecho.

Para romper esa barrera, la Asociación Marroquí de Málaga acaba de presentar una aplicación móvil que facilita interposición de una denuncia ante la Policía o la Fiscalía de Delitos de Odio. La app es gratuita, y según la asociación es la primera de este tipo en España. Ha sido creada en el marco del Programa Nacional de Prevención de la Islamofobia, cofinanciado por el Fondo de Asilo, Migración e Integración.

La causa de la agresión, elemento determinante

Bajo anonimato, quienes se sientan víctimas de ataques islamófobos o hayan sido testigos de este tipo de hechos, podrán denunciarlos a través de un formulario, con el que se trata de precisar las circunstancias que rodearon al hecho: personas que intervinieron, descripciones, fecha y hora, posibles testigos…

Mientras que en otros delitos las averiguaciones suelen dirigirse a determinar la autoría, en los de odio hace falta realizar un cribado sobre los motivos que provocaron los hechos. “Estudiamos una serie de indicadores, y el más importante es ver la causa para ver por qué se ha producido la amenaza o agresión”, destaca Rocío Roca

A partir de las respuestas, el equipo jurídico de la asociación puede estudiar el caso y determinar si hay base para denunciar ante la Policía o ante la Fiscalía, ofreciendo acompañamiento y asesoramiento al denunciante. “Antes de acudir siempre hacemos una criba para ver la veracidad de los hechos, y si es por islamofobia o si es por una pelea vecinal”, acara la abogada.

En Málaga existe una sección de la Fiscalía especializada en delitos de odio, al frente de la cual está la fiscal María Teresa Verdugo. “La Fiscalía está muy concienciada con este tema”, asegura la abogada.

La islamofobia crece

El informe 2017 sobre la evolución de los incidentes relacionados con los delitos de odio en España, elaborado por el Ministerio del Interior, apunta que Internet (36,5%) y las redes sociales (17,9%) son los medios más habituales en los casos estudiados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Según ese documento, los incidentes registrados relacionados con las creencias y las prácticas religiosas aumentaron un 119,1% entre 2016 y 2017.

Algunas asociaciones llevan años alertando del crecimiento de la islamofobia en España. Según un informe publicado en febrero de 2018 por la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, el incidente islamofóbico más frecuente es la difamación o la calumnia. El 70% de los ataques que recoge el documento ocurrieron en las redes sociales. El propio informe destaca que lo que en él se recoge es sólo “la punta del iceberg”, y señala que con frecuencia solo se denuncia la agresión cuando “esta alcanza elevadas cotas de gravedad en sus resultados y daños a la integridad física y patrimonial”.

“Los casos que más estamos viendo son de acoso islamofóbico, sobre todo por el uso del pañuelo”, comenta Rocío Roca. “La gente no entiende ese uso, sobre todo en el autobús, donde ellas se pueden sentir incómodas por los comentarios”. Ante esta situación, muchas optan por callar y bajar en la siguiente parada.

Desde la asociación también han llevado casos de lesiones muy graves, que han denunciado ante Fiscalía, y relatan que a veces este tipo de actitudes agresivas sufren una escalada. Empiezan con increpaciones alusivas a la religión a la puerta de un negocio, y en ocasiones acaban en agresiones físicas. También por eso puede ser importante denunciar la violencia verbal.

Se estima que en España viven unos dos millones de musulmanes. Andalucía es, después de Catalunya, la Comunidad Autónoma donde residen más musulmanes. 324.680 personas, según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana de 2018, del Observatorio Andalusí.

Penas de seis meses a dos años de prisión

Los delitos de odio son todas las infracciones penales, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su apoyo o pertenencia, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia (real o percibida) a un grupo racial, étnico, nacional, religioso o sexual, entre otros.

El Código Penal castiga con penas de seis meses a dos años de prisión y multa de seis a doce meses a quienes “lesionen la dignidad de las personas” mediante acciones que entrañen “humillación, menosprecio o descrédito” de personas determinadas “por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias”, o por su pertenencia a un grupo étnico, racial o nacional, su origen, su situación familiar, su sexo, su orientación o identidad sexual, o por enfermedad o discapacidad.

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