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Así masacró el franquismo en Andalucía: diez hitos históricos que nadie puede negar

Andalucía suma al menos 45.566 víctimas del franquismo en 708 fosas comunes. |

Juan Miguel Baquero

  • La región vivió el mayor crimen de guerra del franquismo, La Desbandá, el ataque a población civil por tierra, mar y aire con apoyo de Hitler y Mussolini

Andalucía es la región más castigada por el franquismo. Las cifras: al menos 45.566 ejecutados por los golpistas y tirados en 708 fosas comunes, más de 50.000 refugiados, unos 100.000 trabajadores esclavos, más de 60.000 andaluces expoliados y que sufrieron depuración profesional…

Son datos comprobados, hitos históricos. Trabajos realizados desde las nueve universidades andaluzas confirman los números. Y desmienten a los negacionistas. O los archivos públicos, las bases de datos y las investigaciones de hispanistas como Paul Preston o Ian Gibson. Aquí están, en diez episodios históricos, las claves de la masacre franquista en Andalucía.

Genocidio fundacional del franquismo

Los rebeldes tienen una estrategia clara: la pedagogía del terror. Los fascistas, sabedores del fracaso del golpe de Estado, matan y saquean pueblo a pueblo. La aplicación de la violencia extrema copia las matanzas de las guerras coloniales en el norte de África.

Los “enemigos de España” quedan deshumanizados al estilo de “los moros” en las batallas del Rif. Y el exterminio del rival ideológico es clave por el efecto paralizante, que limita la capacidad de respuesta y frena la resistencia. Es La justicia de Queipo, como narra en su libro el historiador Francisco Espinosa Maestre.

Las fuerzas republicanas no registran un plan similar. Las matanzas contra derechistas ocurren como episodios de violencia incontrolada y, en ocasiones, como respuesta contra ataques rebeldes. El Gobierno de España nunca promueve el asesinato sistemático de golpistas.

Un dato. La provincia andaluza que estuvo en manos republicanas hasta el final, Almería, fue con una diferencia sensible la que menos muertos registró: 367. Pero la memoria histórica del franquismo tira de fake news: “Todos mataron lo mismo”. La frase es uno de los lugares comunes del franquismo sociológico. Aseveraciones que sirven para construir falsas equidistancias.

El terror: las fosas comunes

Andalucía fue la región más castigada por el genocidio fundacional del franquismo. En 708 fosas comunes hay al menos 45.566 víctimas, según el Mapa de Fosas de la Junta de Andalucía. Con un ejemplo: el Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, sigue tirado en una fosa. La aplicación sistemática del terror queda certificada en cada excavación arqueológica, como han contado en los últimos años los anuarios Las huellas en la tierra y Que fuera mi tierra.

Los números atestiguan las matanzas golpistas. Y las cifras, comparadas, hablan por sí solas. La dictadura en Argentina sumó en torno a 30.000 muertos en total. Tres provincias andaluzas superan estos dígitos: Granada (11.388 víctimas estimadas), Huelva (10.199) y Sevilla (9.304). Chile acumuló en torno a 3.000 desaparecidos forzados. Málaga casi el doble (5.638), como Córdoba (5.059).

La mayoría de estos asesinatos fueron realizados contra población civil en lugares donde no hubo guerra. Personas que fueron detenidas y secuestradas de forma ilegal, en muchos casos torturadas, y al final ejecutadas sin juicio ni posibilidad de defensa.

50.000 refugiados andaluces

En torno a 50.000 andaluces parten al exilio como derrotados en la guerra civil. Es una décima parte del número total en España. Huyen de la represión franquista. Y en muchos casos no regresan jamás.

Un libro, Los andaluces en el exilio del 39, radiografía este éxodo masivo. El texto, publicado por el Centro de Estudios Andaluces, está coordinado por el actual director general de Memoria Histórica del Gobierno, Fernando Martínez, con la participación de profesoras universitarias como Encarnación Lemus, Inmaculada Cordero o Leandro Álvarez Rey, entre otros.

Las páginas del exilio republicano andaluz atesoran miles de historias anónimas. Más allá de Antonio Machado, Luis Cernuda o Juan Ramón Jiménez. De Diego Martínez Barrio, María Zambrano, Victoria Kent o Manuel Chaves Nogales.

El éxodo desde Andalucía afecta a campesinos, amas de casa, maestras, médicos, políticos, periodistas, sindicalistas… Refugiados con destinos dispares: desde Gibraltar a Argentina y México, de Francia a Rusia. O unos 1.500 andaluces que acaban internados en campos de concentración nazis.

En la odisea de los vencidos caben todos estos retratos sin nombre. También los niños de la guerra empujados a una huida que les lleva a tierras americanas en barcos como el Morelia o el Winnipeg. Y el exilio interior: el abandono, el olvido, el miedo y el silencio que afecta, sobre todo, a las mujeres marcadas como 'rojas'.

La represión 'especial' contra mujeres y homosexuales

Federico García Lorca, asesinado por sus ideas. Por poeta. Y por homosexual. Recibió “dos tiros en el culo por maricón”, dijo uno de sus verdugos. Sus huesos siguen tirados en una cuneta. La Junta de Andalucía ha aprobado una nueva búsqueda de la fosa donde yace junto a un maestro republicano y dos banderilleros anarquistas, una intervención arqueológica que amenaza el anuncio de la extrema derecha de derogar la ley de Memoria Histórica.

Lorca es “el desaparecido más llorado del mundo”, cuenta Ian Gibson en una entrevista exclusiva para eldiario.es Andalucía. El hispanista ha trazado el rastro lorquiano en obras como El asesinato de García Lorca. La represión del franquismo contra los disidentes sexuales cruzó la dictadura de cabo a rabo. Es la memoria LGTBi bajo Franco. Como testigo están los muros de la cárcel de Huelva.

La violencia franquista tiene una versión 'especial' contra las mujeres. Un ejemplo: Carmen Luna fue una de las muchas abanderadas del naciente feminismo con el que los golpistas quisieron acabar. Luna fue ejecutada.

El paradigma de la represión está en las fosas, con casos como las niñas violadas y asesinadas en El Aguaucho. O los experimentos que el doctor Antonio Vallejo-Nájera aplicó contra presas republicanas en busca del “gen rojo”, en la cárcel de Málaga. Franco impuso un doble castigo a la mujer: de las bases emancipadoras republicanas, al sumisa y devota patriarcal del fascismo. “Para la mujer hay un antes y un después de la II República”, asegura la profesora de Historia Contemporánea en la Universidad de Sevilla, Inmaculada Cordero.

Las matanzas del Virrey de Andalucía

El exgeneral Gonzalo Queipo de Llano asumió la dirección de los golpistas en el sur del país. Y fruto de la encarnizada labor rebelde queda una tierra sembrada de fosas comunes. La memoria oral de los pueblos andaluces está plagada de episodios de barbarie.

Queipo ordena y anuncia, incluso por radio, una orgía de ejecuciones y violaciones. Para el recuento de represaliados queda el exhaustivo trabajo, pueblo a pueblo, del investigador José María García Márquez, como Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla.

Cabe poca interpretación. Los discursos desde Radio Sevilla del autoproclamado Virrey de Andalucía dan fe del afán genocida: “Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”.

El mayor crimen de guerra: La Desbandá

Es el mayor crimen de guerra del franquismo: La Desbandá. Desde el 7 de febrero de 1937 una auténtica desbandada humana suma más de 300.000 refugiados que huyen del avance fascista. Intentan evitar el terrorismo golpista. La única salida posible es el camino de Málaga a Almería. Desde entonces se conocerá como 'la carretera de la muerte'.

La línea de costa va a ser una ratonera donde los rebeldes atacan a población civil por tierra, mar y aire. Para ejecutar el ataque indiscriminado, los franquistas cuentan con apoyo de la Alemania nazi de Adolf Hitler y de la Italia fascista de Benito Mussolini. Con este episodio arranca el libro El país de la desmemoria.

El drama humanitario ocurre antes de Guernica y multiplica las cifras de muertos de cualquier otro ataque similiar en la guerra civil española. Los refugiados encuentran en el camino ayuda de las Brigadas Internacionales y, entre ellos, del médico canadiense Norman Bethune.

Los aliados nazis y fascistas

Franco gana la guerra gracias a sus aliados Hitler y Mussolini. Sin su apoyo, el relato histórico pudo ser muy distinto. Y Andalucía es un banco de pruebas del músculo bélico de los nacientes nazismo y fascismo que van a provocar la Segunda Guerra Mundial. Lo cuenta Paul Preston en El holocausto español.

La Desbandá es un claro ejemplo. Los bombardeos masivos e indiscriminados tendrán réplica en numerosas poblaciones españolas, como la conocida Guernica o Xátiva y, más tarde, durante el conflicto bélico internacional.

Los golpistas saben que hay dos provincias clave. Sevilla, para facilitar la hegemonía aérea. Y Cádiz, por la conexión marítima que garantiza el desembarco de las tropas africanistas, formadas por legionarios y regulares mercenarios marroquíes que siembran el terror aplicando tácticas de violencia extrema.

Robo y saqueo a los vencidos

Unos 60.000 andaluces son esquilmados por los golpistas de Franco. El robo a los vencidos es una práctica habitual que afecta a 12 de cada mil personas en la región. Una cifra multiplicada a lomos de cada familia. A nivel nacional, la media baja a 9 de cada mil.

Investigadores de las nueve universidades andaluzas participan en un trabajo de cinco años sobre la represión económica durante la guerra civil y la dictadura. La amenaza económica también funciona como una eficaz medida disuasoria en un país azotado por el hambre y la exclusión.

La rutina saqueadora impuesta por los franquistas es un ajuste de cuentas contra quienes consideran “causantes de los males de la patria”. A “más culpables”, mayor “justificación” tiene el golpe de Estado.

Los fascistas roban al menudeo, desde un reloj a una máquina de coser, y a lo grande, con ejemplos del expolio en la fortuna corrupta del dictador y el gallego Pazo de Meirás de Franco con su réplica en el andaluz Cortijo de Gambogaz de Queipo. Quedan como exponentes los trabajos del periodista Mariano Sánchez Soler, como Los Franco S.A., o del historiador Ángel Viñas, caso de La otra cara del caudillo.

Depuración profesional

Los fascistas españoles ejercen una actividad represora poliédrica. De las matanzas fundacionales del franquismo a la tortura, el encarcelamiento, el robo de bienes o la depuración profesional. La represión “socioeconómica” queda registrada en los archivos de salas judiciales creadas al efecto por el régimen dictatorial.

Caso del Tribunal de Responsabilidades Políticas. Con la expulsión de sus trabajos, o a través de multas, el franquismo elabora un proceso de una “magnitud” extraordinaria que afecta “a todos los que militaron o tuvieron algún cargo de responsabilidad en alguno de los partidos o sindicatos que apoyaron al Frente Popular desde 1934”, explica el libro La represión franquista en Andalucía, coordinado por Francisco Cobo Romero junto a Miguel Ángel del Arco o Javier Rodrigo y editado por el Centro de Estudios Andaluces.

La inhabilitación para trabajar afecta a todo tipo de personas. Desde obreros industriales a braceros. De las maestras republicanas a periodistas, jueces o los científicos que recoge la web Generaciones de Plata.

Esclavos del franquismo

La explotación económica de los derrotados lleva a Franco al extremo de emplear, en toda España, a más de 400.000 presos políticos como trabajadores forzados. Solo en Andalucía hay 55 campos de concentración donde penan unos 100.000 esclavos del franquismo.

Decenas de empresas públicas y privadas –algunas cotizan en el IBEX 35– usan esta mano de obra gratuita gestionada a través del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo.

El máximo exponente a nivel andaluz es el canal de los presos., como retrata el libro homónimo elaborado por investigadores como Gonzalo Acosta, Lola Martínez, Ángel del Río y José Luis Gutiérrez Molina. Una faraónica obra de ingeniería hidráulica que aporta la infraestructura necesaria para regar 80.000 hectáreas de tierra, antes de secano. Los terratenientes de la zona son los grandes beneficiados. El propio Queipo utiliza esclavos en Gambogaz.

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* Esta información está elaborada a partir de investigaciones de catedráticos y profesores de Historia Contemporánea como Encarnación Lemus (Universidad de Huelva), Inmaculada Cordero, Concha Langa y Leandro Álvarez Rey (Universidad de Sevilla), Salvador Cruz Artacho (Universidad de Jaén), Encarnación Barranquero (Universidad de Málaga), Fernando Cobo Romero y Miguel Ángel del Arco Blanco (Universidad de Granada) y Fernando Martínez, catedrático de Historia de Contemporánea de la Universidad de Almería y director general de Memoria Histórica del Gobierno de España, entre otros.

También del trabajo de historiadores como Francisco Espinosa Maestre (con libros como La justicia de Queipo); los hispanistas Paul Preston (El holocausto español) e Ian Gibson (El asesinato de García Lorca) o José María García Márquez (Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla) y José Luis Gutiérrez Molina, Ángel del Río, Gonzalo Acosta Bono y Lola Martínez Macías (El canal de los presos).

Y con datos del Mapa de Fosas estatal y andaluz y el trabajo de los equipos arqueológicos de Andalucía. O de bases de datos como Todos (…) los nombres, Generaciones de Plata e Innovation and Human Rights, además del Centro de Estudios Andaluces y el Museo de la Autonomía de Andalucía, la revista Andalucía en la Historia y el archivo audiovisual Mujer y Memoria.

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